IV

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- ¿Quién eres? - Su mirada demostraba una mezcla de autoridad y misterio. Su altura le daba cierto aire de peligro. El azul de sus ojos era algo que jamás había visto. Era diferente a los otros azules, este era vacío, difuso. Era... frío.

Me examinó por unos segundos y noté que había aires de superioridad en sus facciones y pude sentir un leve tono de burla en su voz. Su ronca y gruesa voz.

- Te invito un café, vienes?

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-Entonces, tú fuiste el que me inyectó eso en el cuello.

-Morfina. - Me interrumpió.

-Si, como sea. Y me llevaste a tu casa en donde pase la noche inconsciente?

-Exacto. - Sonrió con burla otra vez. Mi sangre comenzaba a hervir.

- Y que se supone que querías de mi? No pudiste simplemente dejarme ir?

- Espera. Te salve la vida, ¿Y es así como me tratas? Pensé que eras más educada Sam.

- Claro, me salvaste... ¡Para drogarme y secuestrarme después! Espera... Co..Como sabes mi nombre?

-Em... T..Tu me lo dijiste.

- No es cierto.

- Si lo es.

- Dime quién eres.

- No.

- ¿Por qué?

- Yo.. no puedo.

- Entonces me largo de aquí. - Me levanté de la pequeña mesa y me encamine hacia la salida pero me tomo del brazo y al girarme hizo que mis manos golpearan con su pecho. El aire se volvió incómodo.

- Espera... Soy Matt.

- ¿Qué quieres de mí, Matt?

- Te lo contaré todo... pero no aquí.

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El frío movía mis cabellos. Supongo que este viejo suéter ya no abriga tanto.
Matt caminaba con timidez atrás mío. Observaba todo, a cada persona, cada casa, como si estuviera por ocurrir algo malo o nos fueran a robar.

Una ráfaga de viento me hizo tiritar.
Matt lo notó. Me miro ansioso, como si quisiera hacer algo pero luego se detuvo.
¿Acaso iba a darme su abrigo?

-Llegamos. - Informé. Subimos por el ascensor hasta el departamento y en el pasillo se hallaba Isaac con su novia.

Maldición, olvidé preparar la cena. Todo esto me llevo demasiado tiempo. Apenas alcance a comprar los ingredientes. Se enojaría mucho conmigo.

- Lo siento Sam, olvidé mis llaves adentro. Te estaba esperando para entrar.

Antes de que pudiera decir algo tomo las llaves de mi mano y comenzó a abrir la puerta. Matt y la joven miraban espectantes.

- Si yo... lo siento Isaac me tarde demasiado y no alcancé a cocinar la cena pero haré algo rápido lo... juro. - Me quede estática al ver la lasagna sobre la mesa, todo se hallaba perfectamente ordenado.

Cuatro platos con sus respectivos cubiertos se hallaban en la mesa. Hasta estaba decorada con un pequeño jarrón con flores que jamás había visto en mi vida.
No comprendía nada.
¿Qué ocurrió aquí?

- Siempre con tus bromas Sam. Ya me había asustado. - Isaac me sonrió sincero e hizo hacia atrás una silla para que su novia se sentará.

Estaba tan confundida. Mire a Matthew y ya estaba sentado en la mesa junto a la pareja.

- Sam, puedes traer agua? Compre un galón esta mañana. Está en el refrigerador. - Isaac me sonrió con calma.

Aún confundida asentí lentamente con la cabeza y fui al refrigerador.

El galón estaba vacío. Al igual que todas las botellas de agua.

Hasta nuestra pecera tenía sólo unos centímetros de agua.

¿Qué pasó en mi casa?

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- Gracias Samantha, la cena estuvo deliciosa. - Tania me sonrió, me parece una buena chica.
Isaac está realmente ilusionado con ella. En realidad, es la primera chica que trae a nuestro humilde hogar, supongo que confía en ella.

-Dime Sam. Fue un placer haberte conocido, espero verte pronto. - Tania beso mi mejilla y Isaac sonrió tanto que sus ojos se achinaron.

- La acompañaré a su casa, vuelvo enseguida.

Apenas salieron por la puerta giré lentamente hacia Matthew. No me sentía segura sola con el, todavía era un completo desconocido para mi. Pero... Algo en mi confiaba en él y eso me asustaba. Nunca me había pasado algo así.

Aún seguía sentado en la mesa. Permaneció en absoluto silencio durante toda la cena.

Tome lugar en frente de él.

-¿Me dirás ahora quién eres y qué quieres de mí?

- Te lo contaré todo. Pero primero debes prometer que confiarás en mí y que no hablaras hasta que termine. - Hablo seguro y en sus ojos brillaban la ansiedad y la súplica.

- Esta bien. Dime.

- Yo.. yo soy alguien diferente. Y.. Puedo.. hacer cosas que otros no.

- ¿Cosas? ¿Qué clase de cosas? - Sus ojos se movían rápidos y mi corazón palpitaba con fuerza.

Tenía miedo.

Él lo notó.

- Tranquila. Solo, no grites.

Con su brazo izquierdo sirvió agua en su vaso.
Con el derecho, tomo mi mano.

El pequeño roce de nuestros dedos dejó una descarga eléctrica por mi cuerpo. Nunca había sentido algo así.

Mi mirada viajo a sus ojos. Y en ellos había algo diferente. Su azul parecía brillar más que nunca, su pupilas estaban dilatadas y su ceño fruncido.

Lo observé por unos segundos, pero su mirada estaba concentrada en mi mano.

Baje la vista y su vaso estaba vacío.

Mi boca se abrió con sorpresa y el soltó mi mano.

Al mirar de nuevo en donde antes hicimos contacto mi boca se abrió aún más.

En mi muñeca había un brazalete de plata con una piedra azul verdosa en el centro.

Mi vista se volvio a él con temor.

La puerta se abrió pero mi mirada seguia en el rostro de Matthew.

- Yo... No puedo creerlo.

La voz de Isaac hizo que mi mirada fuera hacia él.

- Sam... ¿Con quién hablas?

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Dedicado con mucha ilusión a mi fan número uno.





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