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HARRY

Styles se llamó a si mismo un millar de tipos de tonto. Había planeado disculparse, volver al santuario, ser testigo en la boda de su amigo y comenzar la cuenta atrás con Monica.

En el momento en que había conseguido meter a _______ en el interior del armario, su aroma a nueces y canela hizo que aquellos planes ardieran hasta reducirse a cenizas. Sólo una cosa importaba.

Conseguir poner sus manos sobre ella.
Desde el primer día, ella había sido una fuerza-g vertical, demasiado fuerte para negarla, tirando, tirando y tirando de él en un torbellino sin fondo. Había luchado cada minuto de cada día desde que la conoció y no había conseguido ir a ninguna parte. ¿Por qué no ceder? ¿Detener la locura?

Sólo una vez...

—Hemos estado bailando alrededor de esto durante meses —dijo. — Soy una escoria por escoger este lugar y este momento para discutir esto contigo y me importará mañana. Pero en este momento, creo que es hora de que hagamos algo respecto a nuestros sentimientos.

—Yo no... —Ella comenzó a ablandarse contra él sólo volver a concentrarse de sopetón —No. Absolutamente no. No puedo.

—No lo harás. —Pero puedo hacerte cambiar de opinión...

Ella se mordió el labio inferior.

Algo que él mataría por hacer. Así que lo hizo. Se inclinó hacia ella, cogió su labio inferior entre sus dientes y recorrió el bocado regordete.

—¿Me deseas, _______?

Sus ojos se cerraron por un momento, un escalofrío recorriéndola.

—Dices que esto te importará mañana, así que te daré una respuesta entonces. En cuanto a hoy, yo... yo... me voy. —Pero no hizo ningún esfuerzo por alejarse y lo supo. Lo deseaba. Tanto como él la deseaba a ella. —Sí. Me voy.

En cualquier momento...

Actuando sin pensar, puramente por instinto, Styles puso sus manos en su cintura y la apretó contra la línea dura de su cuerpo.

—Quiero que te quedes. Te deseo y punto.

—Styles —El nuevo temblor en su voz le inyectó adrenalina a cada uno de sus instintos masculinos, potenciándolos.
—Tú mismo lo has dicho. Eres escoria. Esto está mal.

La anticipación compitió con la negación en la punta de su lengua y al final ganó por foto finish.

—¿Te importa? —La acarició dirigiéndose hacia su culo y le ahuecó los perfectos globos, a continuación la instó a que avanzara y se frotara contra la dureza de su larga erección.

La mujer que había atormentado sus días e invadido sus sueños gimió, un sonido decadente de satisfacción, y eso le provocó algo. Empeoró su necesidad por ella.

Ella no era lo que debería querer, pero de alguna manera se había convertido en todo a lo que él no podía resistirse y estaba cansado, tan malditamente cansado de caminar, demonios, huyendo de ella.

—¿Te importa? —Insistió. —Di que sí, y seré yo el que se vaya. No quiero que te arrepientas de esto. —Él quería que ella estuviera desesperada por más.

Apartó la mirada de él, se lamió los labios. —¿Justo en este momento? No. No me importa. —Tan suave como un susurro.

El triunfo lo llenó, su agarré sobre ella se intensificó.

—Pero mañana... —añadió _______.
Sí. Mañana. Él no era el único que había estado huyendo del chisporroteo que surgía entre ellos, pero hoy, con su admisión zumbando en sus oídos, no iba a dejarla escapar.

Una mirada a ella, eso fue todo lo que había llevado a la ruina sus planes. Ahora ella pagaría el precio. Ahora ella lo haría todo mejor.

—... me arrepentiré —dijo. —Este es un error que he cometido muchas veces en el pasado. —Diferentes emociones jugaban sobre sus facciones. Unos rasgos tan delicados que lo consumían por la necesidad de protegerla de cualquier cosa y de cualquier persona... excepto de sí mismo.

Vio la miseria, el deseo, el miedo, el arrepentimiento, la esperanza y la ira. La ira le preocupaba. Esta belleza sureña podría golpear los testículos de un hombre hasta colocárselos en la garganta con un solo embate de su rodilla. Aun así, Styles no se fue.

—Por lo que sabemos, el mundo podría terminar mañana. Vamos a centrarnos en la actualidad. Dime lo que quieres que haga —dijo, acariciando su nariz contra la mejilla de ella —y lo haré.

Más temblores la sacudieron. Arrastró sus delicadas manos hasta su corbata y le dio al nudo una pequeña sacudida, una acción que era sexy, dulce y perversa a la vez.

—Quiero que... vuelvas con tu cita. Tú y yo, vamos a ser amigos como acordamos y haremos como si esto nunca hubiera sucedido. —lo empujó, pero él no se movió.

Su cita. Sí, se había olvidado de Monica antes de que _______ la hubiera mencionado hace unos minutos. Pero se había acostumbrado a olvidarse de todo cada vez que la exuberante rubia entraba en una habitación.

Todo en ella consumía cada parte de él y eso era más que irritante, era una enfermedad para ser curada, un obstáculo que había que superar y una adicción que evitar. Si ellos hacían esto, él sufriría su propio arrepentimiento, pero no había duda de que amaría el viaje.

Le subió el dobladillo de su falda, sus dedos rozando el calor sedoso de su muslo desnudo. La respiración de ella quedó atrapada, volviéndolo salvaje.

—Me has dicho lo que crees que deberías querer que hiciera. —dijo las palabras contra su boca, cerniéndose sobre ella, sin tocarla, pero tentándola con lo que podía ser. —Ahora dime lo que realmente quieres que haga.

Sus ojos azul marino lo miraron, rogándole; la lucha drenándose de ella, dejando sólo necesidad y pura vulnerabilidad.

—Sólo estoy usándote para el sexo, no es lo que algún tipo lo haya dicho alguna vez. Pero eso es lo que vas a hacer. ¿No es así? Vas a utilizarme y dejarme, al igual que con las demás.

Sus facciones estaban completamente devastadas, y en ese momento, se odió a sí mismo. Debido a que ella tenía razón. Si la tomaba por una sola noche o cada noche durante dos meses, el resultado final sería el mismo.

No importaba lo mucho que la hiriera, no importaba lo mucho que lo hiriera a él, la abandonaría.

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