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HARRY

El ritmo de la música en sintonía con el corazón de Styles: duro, demasiado rápido y con un matiz de necesidad desesperada.

En una ocasión había pensado que no podía haber una mayor tortura que retirarse de la cocaína. Los escalofríos, los dolores, los temblores y el dolor físico hasta los huesos. Días... semanas de lo mismo.

Preguntándose si sobreviviría, algunas noches rezando para no hacerlo. Y cuando todos los síntomas se desvanecían, los antojos desgarradores por el colocón que había amado una vez.

Pero esto... preocuparse por _______, anhelándola y aun tratando de mantener su distancia, era mucho peor.

Y lo estaba matando.

Él no pretendía preocuparse, pero ¿cómo no preguntarse si la perdería del modo en que había perdido a Tessa? Ella estaba allí un día y al siguiente se había ido.

Por lo menos estaban juntos en la locura. Ella lo ansiaba, también.
Pero para tenerla, tendría que hacer mucho más que ofrecerle algo a largo plazo.

Había leído su lista. ¿Ver su futuro en sus ojos? Hecho. ¿Abrazarla sólo porque sí? Prometía ser muy placentero, con una cereza sobre ella como si fuera un pastel. ¿Luchar por ella? Con gusto. Para él, no había otras mujeres en el mundo.

Y sí, él podría enamorarse de esta chica.

¿Una adicción? Entonces qué. Ya no era un problema. Él estaría dispuesto a lidiar con las consecuencias.

¿Lo que no podía hacer? Dejar de agobiarse. Su pasado aún movía las cuerdas. Tampoco podía ofrecer un para siempre. Aún no. Y si no podía ofrecerle un para siempre, no podría "estar siempre ahí para ella."

Durante los siguientes cinco años, sólo podía ofrecer dos meses de cada doce. Después de eso, cuando el reloj llegara a cero, el juego iba a cambiar y podría estar con cualquiera que quisiera por el tiempo que deseara.

Su mano se apretó en torno a su vaso de agua, haciendo que los cubitos de hielo tintinearan al chocar entre sí. Sólo tenía que conseguir superar los próximos cinco años.

¿Lo esperaría?
¿Podría pedirle que lo hiciera?

—Mil dólares por tus pensamientos —dijo Beck.

Styles  salió de su cabeza y volvió al presente. Estaba en Black Cherry, un club nocturno en el corazón de la ciudad de Oklahoma. Él y sus amigos estaban sentados ante la mesa más codiciada en la sala VIP de la planta superior, donde la música no era tan fuerte y realmente podían oírse los unos a los otros hablar.

Aún mejor, tenían una vista sin obstáculos de la pista de baile de abajo, donde _______, Brook Lynn y Harlow bailaban con abandono.

—La mayoría de la gente sólo pagarían un centavo. —Y aun así no obtendrían el valor de su dinero.

—La inflación —dijo Beck con un encogimiento de hombros. — Además, soy como el endiabladamente guapo y rico magnate alfa pervertido de la novela romántica favorita de Harlow. Me lo puedo permitir.

—Eres humilde, también. —Jase apuró su refresco y frunció el ceño hacia Styles . —No puedo creer que tenga que decir esto de nuevo, pero no me gusta verte así.

—¿Quieres decir descontrolado? —Obsesionado y poseído.

—Así de decidido a aferrarte a tu miseria.

No miserable. Ya no. Estoy atormentado. Su mirada buscó a ________. Ella alzó los brazos por encima de la cabeza, las muñecas cruzadas mientras giraba sus caderas.

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