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En los siguientes días, _______ decidió que salir con Styles era como jugar al ajedrez. No es que supiese jugar al ajedrez. Pero ¿honestamente? Su falta de conocimiento sólo hacía la analogía más precisa.

Dudaba que cualquier cantidad de experiencia, con el ajedrez o con los chicos, la hubiera preparado para Styles. Éste era único en su especie.

Tras el intercambio de regalos, después de que la hubiera abrazado y besado y le diera las gracias con lágrimas en sus hermosos ojos, una tensión incómoda había crecido entre ellos. Habían acabado teniendo un desayuno impersonal con los demás. Habían visto películas, jugaron a su nuevo videojuego -que ¡era una pasada!-, pasaron tiempo con Daphne y Hope cuando ambas llegaron, y se sentaron el uno al lado del otro en la cena. Pero no se habían tomado de las manos ni tan siquiera coquetearon.

La noche siguiente -todas las noches después de eso, de hecho- él le dio otra lección de fútbol. La interacción física siempre los estimulaba a ambos.

Habían tomado una ducha juntos, y se dieron placer el uno al otro con sus manos y sus bocas, pero nada de sexo.

Esa carencia comenzaba a hacerle daño a _________, muy, muy adentro.

Abrazarte sin sexo porque no hay nada que le guste más que tenerla en sus brazos.

Quería presionarlo, pero realmente no se atrevía a hacerlo. La consideración de sus regalos había traspasado cualquier armazón que aún recubriese su corazón, dejándola vulnerable en la peor –mejor- forma posible. En ese momento, mientras ella había sostenido la pulsera hecha a mano, el traje de Juego de Tronos y una unidad flash, se había enamorado absoluta y completamente de él. Como si saltara desde un rascacielos, cayendo a toda velocidad a tierra y aterrizando con un plaf mientras tenía miedo de caer.

Lo amaba. Lo amaba con todo su corazón. Sin contención. Era para ella. Él, el único. El hombre de sus sueños. El hombre con el que siempre había soñado.

Su hombre para siempre.

Y ese conocimiento sólo se solidificó cuando recibió una llamada desde el refugio de animales local. Un agradecimiento por la donación masiva hecha en su nombre. Ella no había tenido que preguntar quién había desembolsado el dinero en efectivo.

Styles, un amor, había escuchado su plan de lecho de muerte y lo convirtió en un proyecto de vida.

Perderlo no le acabaría haciendo daño. Perderlo la destruiría. Nunca se recuperaría, nunca sería la misma. Y ¡oh, eso la asustaba más que nada en el mundo!

Se preguntaba, esperaba, que él hubiera experimentado una reacción similar a su regalo. Que la amara y que ahora se estuviera vacilando.

Cuando otra nueva mañana amaneció y la luz del sol entró en su habitación, se sorprendió al descubrir que no estaba a su lado. No habría lección, entonces.

Ella le envió un mensaje a Daniel para preguntarle si quería tomar un café, su SÍ llego un segundo más tarde, antes de ducharse sola. Se vistió y se puso tanto la pulsera como el reloj en su muñeca.

Los gruesos eslabones plateados de la primera brillaban igual de brillantes que los diamantes del segundo, fascinándola con su belleza. El hombre tenía un talento sin igual con las manos.

Demonios, quería a su amigo de vuelta. Con el que bromeaba. El que le tomaba el pelo en respuesta.

Con un suspiro, arrastró sus pies a la cocina. Una nota la esperaba en la mesa de la cocina.

Gatita,

Salí a correr. Tengo una reunión muy importante de 7:00 a 8:00. Nada de llamadas espontáneas o mensajes de texto a menos que haya una emergencia ¿vale? Piensa en mí hoy. Definitivamente, voy a estar pensando en ti.

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