Capítulo 8

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Capítulo 8

Capítulo 8

Bien y ahora que por fin estoy sola en casa... ¿qué hago? Son como las 6 de la mañana más o menos y ya no podré dormir ni aunque que quisiera, además tengo que pensar en cómo arreglar el ventanal roto y lo tengo que hacer rápido porque ya empieza a hacer frío y en unas semanas más llegarán mis padres y no lo puedo dejar así.

Pero antes de hacer cualquier cosa, fui a prepararme un café porque en todo el día solo había dormido unas 2 horas, quizás menos.

Luego llamé Lily sin importar que probablemente a esta hora debe estar durmiendo profundamente, y bueno, como era obvio, ella no me contestó así que no me quedo otra que llamar a Tom para que me ayudara y como supuse, me contestó en unos segundos. Pero que bien conozco a mis amigos, bien hecho Audrey. Me felicite mentalmente.

-¡Audrey! – Tom contestó. Parecía sorprendido y más despierto de lo que esperaba

-Sí, soy yo. Hola Tom

-Hola... ¿Qué... ¡Son las 7 de la mañana! – Exclamó sorprendido. Tal vez no estaba tan despierto como pensé

-Sí, lo sé y perdón por molestarte a esta hora, pero... necesito tu ayuda

-Oh, no me molesta que me llames, es más, me gustaría que llamaras más seguido – Lo oí reír tras el teléfono y no dije nada. No me comprometeré a llamarlo más seguido porque sé que no lo haré y Tom también lo sabe – Y... ¿Para qué necesitas mi ayuda?

-Es que... ¿Tienes algo que hacer ahora?

-Bueno... es sábado y son las siete de la mañana, así que... no, aún no he hecho planes

-Genial, ¿Podrías venir a mi casa?

-Eh... claro, y... para qué sería

-Bueno... es que tengo un pequeño problemita. Accidentalmente rompí el ventanal de mi casa y supongo que tengo que repararlo y no sé cómo hacerlo, bueno, si sé cómo hacerlo, solo voy a una vidriería y compro un vidrio nuevo, pero no quiero ir sola, ¿me acompañas?

-Claro, claro, en unos minutos estoy allá

-Gracias Tom, adiós. – Corté la llamada sin esperar respuesta de mi amigo. Es que cada vez que hablo con Tom me siento extraña, incómoda.

(...)

Mientras esperaba a que llegara Tom, limpié el desorden que había en mi casa porque los restos del cristal roto estaban esparcidos por todas partes y en el suelo había unas cuantas gotitas de sangre, aunque eran pequeñas y podrían pasar por cualquier otra mancha, con suerte nadie les daría importancia.

Pero más importante que los cristales o que las manchas en la alfombra, era aquello tirando en medio de la sala, porque ahí estaba tirado el polerón (sudadera) blanco, aunque manchado con sangre, de Jeff.

Genial, en estas horas en que no he dormido y desde que pasó lo que pasó, he tratado de convencerme que nada pasó, que lo soñé o algo por el estilo. Pero con eso tirado ahí no me queda más que resignarme a la cruel realidad. ¿Qué debo hacer con él? Guardarlo, tirarlo, lavarlo, quemarlo... bueno la última no, sería extraño... Al final opté por la tercera opción y corrí a echarlo a la lavadora. Muy pocas veces he lavado en mi vida y mi recuerdo de cómo hacerlo es medio confuso así que hice mi mejor intento y esperé a todo resultara bien.

Después de eso subí a mi habitación para cambiarme de ropa ya que aún andaba con pijama y... oh por Dios, todavía ando con pijama y recién me di cuenta que todo este tiempo he estado con el pijama puesto y... y mi pijama es tan vergonzoso, es tan de niñita de 8 años gracias a mi madre. En, ya todo pasó.

Un Amor Peligroso (Jeff the Killer) (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora