Un Amor Peligroso (Jeff the Killer) (Editando)

Capítulo 10, segunda parte

Antes de cualquier cosa quiero pedir perdón a quienes hayan leído esta historia porque tardé creo que como un año o más en continuarla, y llevó unos 4 años escribiendo esto, creo. Es raro, llevo tanto tiempo y tan poco escrito. Y ya hace años que me alejé de los creepypastas, y hay unos mil nuevos que no conozco, pero le tengo mucho, muchísimo cariño a este fanfic, y por más que hay períodos de tiempo en que me odie a mí misma y quiero borrar todo lo que he hecho, no puedo dejar este fanfic, lo tengo muy en mente... aunque no se noté. Y bueno, quiero terminarlo así que aquí estoy por si a alguien le interesa. Espero que les guste.

Capítulo 10, segunda parte.

- ¿A dónde se supone que vamos? – Pregunté luego de que camináramos por casi una hora por sectores de la ciudad que nunca antes había visto, sectores más pobres y donde la poca gente que había solo se interesaba en sus asuntos sin mirar a los demás. Debe ser por eso que Jeff prefiere andar aquí.

- ¿En dónde estamos? – Traté, pero nuevamente ya que Jeff ignoró mi primera pregunta, pero esta vez no fue diferente. – ¿Al menos podrías decirme a dónde vamos? ¿O siquiera dirigirme la palabra? – Seguí intentando, pero todo fue inútil, Jeff siguió con su plan de hacerme la ley del hielo. Que infantil de su parte.

Seguimos caminando y mientras más andábamos más se empobrecían las viviendas, luego empezaron a separarse unas de otras, varios metros, luego comenzaron a verse menos y menos casas hasta que todo se convirtió en árboles. Árboles que se me hacían muy familiares...

- ¡Estamos en el bosque! – Grité apenas reconocí el lugar. – ¡Me hiciste caminar hora y media para venir a este estúpido bosque!

- No hagas ruido. – Habló por fin Jeff mirando para todas partes, como buscando algo.

- Es que todo esto es tan tonto. – Porque sí, era tonto, ahora nos encontrábamos en el bosque que queda cerca de mi casa... ¿o no? Sí, sí, es este, pero nos dimos una enorme vuelta, ahora debemos estar por... por... por detrás del bosque, creo... Por Dios, tendré que caminar horas para llegar a mi casa. – Por si no lo sabías podíamos haber dado la vuelta por... - y me fue imposible seguir hablando porque la pálida mano de Jeff me tapaba la boca.

- Te dije que te callaras, no quiero que te vean

- ¿Que me vea quién? En esta parte del bosque no anda nadie de... hace años, creo.

- ¿Y sabes la razón, cierto?

- Han desaparecido muchas personas y se rumorea que es por Sleeenderman. – Dije alargando la última palabra para darle más dramatismo a todo esto. ¿De verdad es posible que alguien se crea esas estúpidas leyendas? Jeff me miró divertido, pero no era como cuando algo te parece gracioso, este era otro tipo de diversión, como si estuviera planeando algo y ese algo me incluía. – Pero la mayoría de la gente no es racional y por eso creen todos esos cuentos, por eso no anda nadie. – Dije para evitar que siguiera mirándome de esa manera, me incomodaba, me ponía nerviosa.

- Pues más estúpidas son las personas que se acercan

- ¿Personas como tú? - Dije para molestarlo, aún sigo enojada por todo lo que pasó en mi escuela

Jeff dejó de caminar y se giró para mirarme con sus penetrantes ojos azules y bordeados de negro

- Yo dejé de ser una persona común y corriente hace años Audrey, ya deberías saber eso – Dijo con su tono amenazante que, esta vez, no logró intimidarme. Ya lo había visto amenazante y de verdad amenazante, y esta vez era diferente, ahora no trataba de asustarme, al menos no realmente... Mierda, hace unos días no sabía que Jeff existía y ahora me volví experta en sus expresiones y su tono de voz, y su todo. Mierda y más mierda, porque en este momento Jeff sostenía mi mentón con su mano derecha y me acariciaba la mejilla con el pulgar, poco a poco fue bajando la mano hasta llegar a mi cuello y ahí se detuvo para acariciar las marcas que él, con sus propias manos, había dejado.... Hace poco menos de dos horas trató de matarme y ahora me acaricia con una ternura que jamás habría imaginado, y lo peor de todo es que yo me dejo, y sé que seguiré dejando que haga lo que quiera conmigo.