CAPITULO OCHO

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- Quizá quieran entrar, - Comenta Nicole, emocionada al ver a los chicos bajarse del auto. – puedo prepararles desayuno o incluso una merienda para su excursión en el bosque.

Tener que levantarme tan temprano un sábado por la mañana no me agrada para nada, la verdad no entiendo por qué la hora en el dichoso cronograma, tenemos todo el día libre y ellos simplemente deciden que debemos reunirnos a las seis de la mañana.

- No, no quieren entrar. - Digo mientras bostezo. – Y tampoco creo que quieras que entren. – Me apresuro a decir antes de que pueda reprochar mi gesto de mala educación.

Pobre Nicole, si tan solo supiera lo que sucede, si tan solo supiera lo que soy, con lo que está viviendo. Puedo verla hacer las maletas, tomar a Lucy y salir volando por la puerta sin mirar atrás... Eso si no muere al enterarse. De verdad agradezco lo mucho que se esfuerza para que todo funcione, no me molesta su entusiasmo, tampoco me molesta el que este acá, admito que al principio fue raro pero nada más. En realidad el que molesta soy yo, realmente debe ser difícil para ella lidiar con todo, aunque trate de aparentar lo contrario, no siente esta casa como su hogar, siempre está tratando de no molestar, hace el menor ruido posible al limpiar, no deja de preguntar si puede usar cosas como la podadora o incluso si puede escuchar su emisora favorita mientras prepara el almuerzo, cosa que si hace, termina apagando el reproductor alegando que estropea la linda paz que siente con el día. Se siente una invitada y eso hace que me sienta una carga.

- Pero de igual forma, gracias por todo Nicole. – Digo y veo como se ilumina su rostro con una sonrisa, en definitiva, usaré más a menudo esa palabra.

- ¡Buen día! – Nos saluda Lyn con gran energía, una lástima que no pueda decir lo mismo de los demás.

- Se ven terribles. – Divertido bajo los escalones de la entrada para encontrarme con ellos.

- Igual que tú. – Responde Leah de mala gana.

- Es increíble que sea tan temprano por la mañana y ya estés repartiendo odio. – John ajusta los cordones de sus viejas zapatillas y al enderezarse las inspecciona. - ¡Perfectas para la acción!

Leah se encoge de hombros mientras observa en dirección a la puerta de mi casa, una pequeña expresión de asombro cruza su rostro y posa su vista en mi. Al darme vuelta veo a Lucy recostada del marco aun con su pijama mientras frota sus brazos para darse calor, nos observa con curiosidad y no puedo culparla. Somos el grupo más extraño y disparejo que ha habido sobre la faz de la tierra, y eso dejando fuera nuestros poderes.

- Que no te sorprenda cariño, - Dice Lyn. – es una amargada.

Mientras me dispongo a despedirme de Nicole y Lucy, las chicas comienzan lo que creo es una normal y matutina discusión. Una vez terminado el chequeo de nuestro equipo, les pido que me sigan, al ser el único del grupo que tiene como patio trasero el bosque acordamos reunirnos acá.

Los dirijo por mi ya tan conocido sendero, aunque últimamente no tomo muchos paseos como solía hacerlo, creo que caminar en el bosque es y seguirá siendo mi actividad favorita. Los árboles nos cubren imponiéndose ante nosotros como poderosos gigantes e inmediatamente me siento protegido, las púas de pino crujen bajo nuestro pies y poco a poco los sonidos del exterior se desvanecen, un nuevo mundo se abre ante nosotros con cada paso que damos, un mundo en el que siempre he pensado soy aceptado tal cual soy, sin tener que fingir y sin tener temor de lo que pasará, porque acá no puedo herir a nadie, acá puedo ser salvaje y me aceptaran, después de todo solo estamos el bosque y yo.

- ¡Maldita sea! Creo que pisé mierda. – Se queja el flacucho sacándome de mis pensamientos.

Bueno, el bosque y nosotros. No me había percatado de su presencia y no lo hubiera hecho de no haber hablado, ciertamente ese chico sabe como pasar desapercibido, en definitiva le debe ser útil, lo envidio.

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