- ¡Tienes que dejar todo y venir aquí! - le insistí a mi amiga que del otro lado del mundo hacia unos cuantos berrinches pensando que le encantaba la idea, pero no podía abandonar su país.
- ¡Lo pensé muchas veces, no lo repitas más! - la podía oír frustrada. Me encantaba torturarla - ¡Dan dijo que si me voy contigo que me olvide de lo nuestro! No confía en mi estando en corea. - pude imaginármela sentada en su cama torturando una pobre almohada a causa de la frustración.
Me detuve a pensar en lo diferente que sería todo si hubiésemos llevado a cabo nuestros planes, puesto que, si así fuera, ella estaría junto a mi ahora.
Ella y Dan se habían conocido el año pasado. ¿cambiar un plan de vida por un chico que conocías solo un año? Yo no lo hubiera hecho. Pero ella sí, mi amiga era así de intensa. Y no la culpaba, al final había sabido encontrar a alguien que la entendiera.
Ahora su coreano solo le serviría para mirar doramas sin subtítulos y cantar las canciones correctamente. En lugar de sentirse mal, ella disfrutaba de toda aquella sabiduría adquirida. Más que nada de haber aprendido a rapear. Sonreí tras recordarla haciéndolo.
- ¡Cuéntame de los oppas! ¿son lindos? ¡Claro que son lindos! - suspiro profundamente.
- La verdad es que por eso te llamaba... acabo de conocer a alguien - Celeste pego un grito repleto de emoción y esperó atenta mi relato.
Recordé al gato en la azotea y sonreí. Lo imaginé clavando sus ojos oscuros sobre los míos, tal y como lo había hecho antes.
- ¿Soy hermoso verdad?
Resbalé a causa de la sorpresa, pero él me sujeto con firmeza. Torció el rostro y su largo cabello callo sobre su frente. Lo llevaba a la altura de su clavícula, pero aun así su estilo lo hacía ver diferente, volviéndolo atractivo a la vista de cualquiera. Su forma de vestir también era peculiar. Llevaba una bufanda roja y negra larguísima enroscada en su fino cuello, un saco de color gris de casi el mismo largo de sus pies, aunque no lucia tan alto. jeans claros rotos en la rodilla y unas botas color mostaza. Además, algo me decía que hoy no estaba demostrando todo su potencial. Lo mire fijamente a los ojos, llevaba en estos un fino delineado negro.
- Oh - sopeso mientras de un golpe se sentaba sobre el acolchado - tu si eres linda.
Aun no me lo podía creer. ¿Cómo soltaba aquello sin pensarlo? Mis mejillas se tornaron rojas instantáneamente sin poder evitarlo. Lance una risa nerviosa mientras me reponía, sin embargo, el muchacho se veía serio.
- Hace mucho que no veo unos ojos tan grandes - me guiño mientras lo comentaba y le devolví otra sonrisa incomoda. - soy Minho - extendió su mano, esperando que yo la estrechara, cosa que instintivamente hice.
- Alma - conteste como podía, mientras él acomodaba unos cuantos mechones húmedos de mi frente, y los ponía detrás de mi oreja. ¿no conocía el espacio personal?
- Me gustas los nuevos, todavía no me odian. - se refregó los ojos con esmero entre bostezos, mientras se rascaba detrás de su nuca desordenando su cabello por completo. -¡oye! ¿te gustaría tomar unas cervezas? ¡Brindemos por tu llegada!
Lo pensé unos instantes ¿Por qué no? ¿Que tenia de malo compartir unas cervezas después de todo?
La lata siseo bajo sus manos, me entrego una y realizo nuevamente la maniobra con la que le quedaba.
Caminamos hasta el barandal donde se podía ver a la perfección la anatomía de la increíble ciudad. Estaba anonadada. Millones de luces se encargaban de embellecer la vista. Lucían como estrellas, en un oscuro cielo, las montañas le daban una forma especial al panorama.
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La chica dorama
Teen Fiction18.968,37 kilómetros la separaban de sus sueños. Alma nunca imaginó que su corazón perteneciera a un país tan lejano y totalmente diferente de lo esperado. Sin embargo, hoy en día piensa en él, suspira y pierde una sonrisa, como si de un verdadero...