Capítulo 1

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Holanda, 1 de septiembre de 1942

Hoy se hacían tres años del inicio de la guerra. Hace tres años que la Alemania nazi dio el paso de invadir Polonia. El "Führer de todos los alemanes", Adolf Hitler, había aprobado en febrero de este año la llamada"Solución Final", que consistía en la erradicación de la raza judía. Cuando la familia de Caroline se enteró de esto, se quedaron bastante asombrados los adultos y asustados los pequeños, pues todos eran judíos.

-Caroline-Erika se dirigió a su hermana-¿qué vamos a hacer?-

-No sé-contestó tras un suspiro-desde que mi Ernest murió, Dios lo tenga en su gloria, he ido por la vida sin rumbo fijo-

-Tenemos que ser optimistas-dijo Ralf, el marido de Erika-

-Papá-susurró una voz infantil-¿los nazis vendrán a por nosotros?-

-Claro que no,campeón-contestó él cogiéndole en brazos y llevándoselo junto a sus hermanos Ilse y Burke-


Caroline tomó un sorbo de café mientras Erika miraba a sus hijos jugar con Ralf.

-Me duele saber que Louis piense así. Sólo tiene diez años-dijo con voz entrecortada-

-Bueno, seguro que todo irá bien-murmuró Caroline abrazándola. Erika, Ralf y sus hijos habían emigrado a Holanda porque en Alemania las cosas estaban empezando a ponerse tensas con los judíos.


Al día siguiente,mientras desayunaban se oyeron unos fuertes golpes en la puerta de entrada. Ralf se acercó a abrirla y entró un grupo de cinco oficiales de la Gestapo que lo tiraron al suelo. Uno de ellos lo detuvo y lo obligó a levantarse entre insultos como "sucia rata","asqueroso" y similares. Otro se acercó a las mujeres y los niños se escondieron detrás de ellas mientras decía:

-Soy SS-Sturmscharführer (suboficial mayor) Hoffman. Hemos recibido información de que ustedes son judíos. Deben venir con nosotros-

-Herr Sturmscharführer, deje al menos que los niños se salven-rogó Erika entre sollozos.

-Me temo que no será posible, señora. Todos han de venir con nosotros-

-Vamos a hacer una maleta-le dijo Caroline a una temblorosa Erika.

-¿A dónde vamos,mutti? (mamá) –preguntó Burke siguiendo a su madre.

-Vamos a pasar una temporada en un campamento todos juntos-murmuró Erika conteniendo las lágrimas.


Minutos después regresaron con una maleta cada una y los niños con una pequeña bolsa cada uno de ellos. Los oficiales los llevaron hasta un camión que los esperaba en la puerta. En él había un grupo de nueve personas, del que dedujeron que eran judíos por la estrella amarilla que llevaban del cuello.


 Uno de ellos, el más anciano, los saludó en alemán y otros dos los ayudaron a subir al camión.

Ángeles entre las cenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora