Alemania, 3 de septiembre de 1942
Cuando llevaban dos días más o menos de viaje, habían llegado a Alemania,pero todavía les quedaba camino, porque según el anciano los llevaban a Auschwitz, un campo de concentración al sur de Polonia.En esos dos días, el olor dentro del camión se hacía insorportable, debido al olor de orina, comida en mal estado y unos cadáveres de ratas que estaban en una esquina, tapados para intentar camuflar un poco el olor. También les contaron que eran una familia:el anciano Albert era el abuelo; los dos, Peter y Hank, que los ayudaron a subir, eran hermanos: Peter era el padre de las cinco criaturas y la otra, Mariska, de origen húngaro, que llevaba varios años viviendo en Holanda era la esposa de Peter. Los agentes de las SS los detuvieron a ellos en su casa, igual que a Caroline, Erika y su familia. De repente, el camión se detuvo y escucharon gritar a un oficial en alemán a una mujer que subía atropelladamente al camión.Ella seguramente iría a Ravensbrück, un campo de concentración para mujeres que se encontraba cerca de allí. Tan pronto como el camión arrancó, la mujer saltó del camión en movimiento, no sin antes desearles suerte a las dos familias. Parecía que la mujer se había dado cuenta que no iba a aguantar ni dos días en el campo y decidió poner punto y final a su vida. "Lástima" pensó Erika,"tan joven y que se haya suicidado". Caroline se preguntó a sí misma si ellos acabarían así de desquiciados, si acabarían recurriendo al suicidio como forma de escape del infierno al que se dirigían.
Frontera de Alemania con Polonia, 4 de septiembre de 1942
Al llegar a la frontera, las provisiones de comida que traían ambas familias escaseaban. Ilse se acercó a Erika y dijo con la voz rota:
-Mutti, Ich habe Hunger (mamá,tengo hambre)
-Ich weiß, mi pequeña (losé)
Burke se acercó a su hermana y le dio la mitad de la galleta que se estaba comiendo. Ella partió su parte y le dio un trozo a Louis. Los tres hermanos se comieron la galleta y pudieron calmar su hambre al menos por unas horas.
-No sé si lo habrán oído-empezó Ralf, inclinándose hacia adelante-pero hace unos meses salió en la radio las barbaridades que sufren los prisioneros en los campos de concentración a diario-
-Por supuesto, joven-asintió Albert-a los que consideran "no aptos"los mandan directamente a las cámaras de gas, o los ejecutan cuando llegan. A los afortunados, por decir algo bonito, les tatúan un número de identificación y les rapan el pelo. Los que sobreviven a la selección, son enviados a barracones, o campos anexos y les obligan a hacer trabajos forzosos. Los que no mueren en la cámara de gas, mueren de cansancio, de inanición, de deshidratación, se suicidan o son directamente aniquilados por los nazis. Verdammte Bastarde (malditos bastardos)-
Escucharon el relato de Albert atentamente. Uno de los nazis golpeó la pared que los separaba al oír el insulto del anciano. De repente, una niña se acercó a su madre, Mariska, y le pidió algo en un idioma que no conocían. Seguramente, se quejó que tenia hambre, porque ella dio un pequeño trozo de pan. Caroline se entristeció, pues ella no tenía descendencia para cuidar de ellos. Su marido Ernest falleció durante una pelea en la que participó hace ya cinco años. Se habían casado hace siete años, en el 35. "Ay, Ernest. Te echo tanto de menos. Te ruego que me protejas desde donde estés" pensó mientras desliazaba la estrella de David entre sus dedos.
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Ángeles entre las cenizas
Historical FictionUn relato que narra la historia de muchas víctimas del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial. Esta vez nos encontramos con Caroline, una mujer holandesa, su hermana Erika, su cuñado Ralf y sus sobrinos Ilse, Burke y Louis, que son detenidos...