Regresa cuando quieras...

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La mayoría de las personas a los veintiocho, buscan una estabilidad en sus vidas, en cualquier ámbito e incluso yo la buscaba. Sólo que me di cuenta algo tarde.


Después de salir de la universidad y obtener mi título como contador público, pude buscar un nuevo empleo aspirando una ganancia mayor.
Durante mi carrera en la universidad de Seúl, tuve la necesidad de trabajar en algunos despachos contables para adquirir experiencia, pero al ser un practicante, la paga era mínima y me explotaban tanto como querían. Fue una etapa muy dura, pero mis padres me animaron siempre.


Yo era el hijo menor y mi familia estaba conformado sólo por cuatro integrantes. Sólo éramos mis padres, mi hermana y yo. Una familia promedio como la mayoría en Seúl, vivimos en un lindo vecindario tranquilo y la mayoría de nuestra vida fue normal, sin percances.




A mis veintidós, salí de la universidad y busqué un empleo en el cual, trabajé durante tres años y medio. La paga era regular, pero había mucha gente que tenía un puesto no más importante que el mío y con mayor preferencias; eran conocidos del jefe del despacho.
Comenzó a incomodarme el ambiente porque esa gente que no trabajaba, me cedía su trabajo y yo terminaba haciendo el trabajo de tres personas. Con la misma remuneración y con pocos días de vacaciones.



Después de un tiempo, el jefe comenzó a tener problemas de administración y viéndo lo más factible para su empresa, me despidió. Fue difícil porque no creí que yo sería uno de los sacrificados, pero viéndolo como una oportunidad de aspirar un poco más, busqué un nuevo trabajo.

No fue tan frustrante como lo creí, pero fueron tres meses muy agitados. No podía contribuir a los gastos de la casa porque no tenía empleo, no podía hacer nada que la economía normalmente me permitía y comencé a desesperarme.
Mis padres me tranquilizaban y apoyaban, pero no podía dejar de pensar y sentirme como una carga.

Por eso, la compañía de El camino de la felicidad llegó a mi vida cuando más la necesitaba. Una compañía que proveía un apoyo económico para la gente que lo necesitara. Prácticamente era un empresa de prestamos y seguros.



El ambiente laboral era mucho mejor, en comparación con mis trabajos anteriores , mis jefes actuales eran estrictos pero muy accesibles.



Ahora ya llevaba más de un año en esa compañía, estaba muy feliz y el puesto que tenía me gustaba. Aunque los cierres de mes fueran los más estresantes de mi vida.


En ese tiempo de adaptación, me hice muy amigo del que era el secretario general de la empresa, Lee Sungmin. Una persona amable y bromista, era una buena persona si no lo ponías de mal humor.


Él nos invitó a mi y a otros compañeros de trabajo a una noche de copas.

Fue así que terminamos en un bar gay que estaba muy escondido y que parecía muy bien ambientado. Cuando llegamos, sólo vi una puerta grande y negra, de verdad creí que era un bar de mala muerte.
Pasamos por el pasillo de entre las mesas, caminamos hasta el fondo y entramos en otra área. Era algo parecido a un conjunto de salas pequeñas, distribuidas en diferentes partes de la habitación y había luces de colores combinadas con una luz de fondo azul que se esparcía por todas las paredes.

Cuando la mente ataca ღ Kyuwook ღDonde viven las historias. Descúbrelo ahora