LA LUZ DETRÁS DE TUS OJOS

NO TE ALEJES NUNCA MAS

“Chester ¿estás bien?” preguntó Rob sacudiendo el hombro de su amigo. La noche anterior Chester había llorado hasta desmayarse y Rob pensó que lo mejor era quedarse allí con él.

Ahora ya era de mañana y Chester tenía que levantarse para ir a trabajar, pero parecía no querer reaccionar.

“Chester, vamos, arriba” repitió Rob.

Chester estaba mirando a la nada, acostado en la cama sin moverse, sabía que si se levantaba iba tener que enfrentar la realidad. La realidad en la que Mike se estaba dejando morir, en la que Mike no estaba con él.

“Tienes que ir a trabajar Chester” dijo Rob tratando de hacer que se levante.

Chester se mantuvo inmóvil, sin decir una palabra o sin siquiera dar señales de que estaba escuchando.

“Vamos, Chessy. Tienes que ir, tus alumnos van a estar esperándote” dijo Rob.

Chester se mantuvo en su estado vegetativo y Rob estaba comenzando a desesperarse. Se levantó y fue al piso de abajo dispuesto a llamar a Mike, él era el único que podría hacer algo.

Suspiró y marcó el número.

“¿Hola?” dijo Mike del otro lado.

“Mike, necesito tu ayuda” dijo Rob frotándose la frente.

“¿Qué pasó?” preguntó Mike.

“Reaccionó tal y como esperábamos, no quiere hablar, ni siquiera me mira o da señales de estar escuchándome”.

“Ya voy” dijo Mike y colgó sin más palabras.

Rob volvió al cuarto y se sentó en la cama al lado de Chester quien seguía en la misma forma en la que lo había dejado.

“Chessy, por favor, háblame” dijo él.

Chester no contestó nada. Apenas podía escuchar las palabras de Rob, las sentía distantes, como si fuesen parte de un sueño.

Simplemente quería dejar de escuchar, quería dejar de sentir. Rob suspiró y apoyó su mano sobre el brazo de Chester.

“Chester” susurró y vio como Chester comenzaba a llorar en silencio, “No llores” dijo Rob en vano, sabía que no iba a escucharlo y mucho menos hacerle caso.

******

Mike se levantó de la silla y corrió al baño dispuesto a lavarse los dientes. Se cambió lo más rápido que pudo, tomó las llaves y salió del departamento en menos de un minuto.

No podía dejar a Chester en ese estado, por más que se había prometido a sí mismo dejarlo ir, jamás se perdonaría saber que Chester estaba sufriendo tanto y él había decidido quedarse en la casa haciendo nada, con los brazos cruzados.

Mike estacionó frente a la casa y un dolor en el pecho casi lo obliga a romper en llanto. No había nada que extrañara más en el mundo que vivir con Chester allí, era increíblemente feliz. Pero ahora no era momento de ser débil, Chester lo necesitaba en este momento y tenía que estar fuerte para él, sobretodo porque era muy probable que el otro empeorara todavía más si veía a Mike llorando o quebrado.

Golpeó la puerta y Rob le abrió.

“Hola, Mike” dijo dejándolo pasar.

Mike tragó grueso al ver que todo estaba en el mismo lugar en el que lo había dejado él, Chester no había movido ni un solo mueble, ni un solo objeto.

“Gracias por haber venido tan rápido, sé que no querías que te llamara, pero no encontré otra alternativa”.

Mike sacudió la cabeza,
“No me agradezcas. ¿Qué paso exactamente?”.