14; Lunar

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Luego de unos últimos besos, sumidos aún en la plenitud de unirse por primera vez, Jungkook se separó lentamente del cuerpo de Yoongi, sin jamás dejar que sus manos perdiesen el contacto con la suave piel de sus hombros.
Se alejó apenas sí unos centímetros del rostro del rubio, lo suficiente para besar su húmeda frente y acariciar su pecho, centrándose entonces en los felinos ojos que lo observaban confundidos, perdidos y extasiados.
Ambos tenían la respiración débil y agitada, el corazón latiendo con suma velocidad, y el tórax inflándose con esfuerzo y perdiendo el aire de pronto, en un ligero vaivén que se esmeraba en traerles el recuerdo de la forma en que habían perdido sus cabales aquella noche.

Se deleitó, tanto como le era posible, con la visión de la etérea blancura que se explayaba ante sus ojos.
El torso frente a él, tan claro y delgado, no se parecía en nada a su tonificado abdomen caramelo, y fue en ese simple y algo estúpido pensamiento, que Jeon Jungkook se halló a sí mismo contando una vez más cada diferencia que su mayor y él tenían, pero esta vez sin rastro de reproche. Recordando de pronto las palabras de Eunbi la noche anterior, el motivo que él tenía para con Yoongi, y deseando ver en algún lado un mínimo atisbo de algo que los hiciese iguales.

Se deshizo, ante la atenta mirada del rubio, de la camisa blanca que le cubría aún los antebrazos, siendo testigo de esto la luz lunar que los alumbraba, para luego dedicarse a recorrer con lentitud cada centímetro del otro.
Paseó su vista por las finas y afiladas piernas, fijándose en lo cortas y débiles que eran a comparación de las suyas, y sin poder evitar la tentación de perderse en sus muslos y entrepierna, se paseó un rato entre estos, sonriendo con satisfacción sin necesidad de alejarse de aquella imagen.

Con esmero y dedicación sus largos dedos iniciaron su ruta por el bajo vientre del mayor, hasta ascender por su plano estómago cálido, el cual ahora Jungkook se alegraba no estuviese tan delgado como imaginaba, y colarse entre sus costillas. Yoongi disfrutaba de la placentera caricia que el pelinegro le otorgaba, ignorando el porqué este lo hacía, y perdiéndose en su propio mar de sensaciones nuevas que le confundían y horrorizaban, y aún así, le dejaban deseando más.
Rebosante de curiosidad y unas inexplicables ganas de continuar tocando, rozó con suavidad sus dedos sobre el blanco pecho, limpio de cualquier mancha que marcase su existencia, y causándole a Yoongi unas deliciosas cosquillas.

Luego tanteando se fijó en los tres lunares bajo sus clavículas, y concentrado en apreciar por primera vez el cuerpo que junto a él se estremecía, se sorprendió al notar que el mayor tenía otro lunar que jamás había visto, y tímidamente se mostraba en el lado derecho de su cuello.

Tomó este entre sus grandes manos, sorprendiéndose de lo delgado que era, y con su dedo pulgar acarició y presionó la pequeña mancha, como cerciorándose de que fuese real.
Inclinó su rostro para poder verla con más detenimiento antes de caer en cuenta de que, gracias a su naturaleza distraída, no había notado lo cerca que los labios de Yoongi estaban ahora de su propia garganta.

El rubio se ruborizó debido a la cercanía, confundido por nunca antes haberla sentido. Todo estaba ocurriendo de forma intensa y vertiginosa, y ya no cabía lugar para siquiera pensar en que todo iba demasiado rápido para él, pues el momento parecía escapar a su entendimiento del tiempo. Pero tampoco había lugar para dudas o arrepentimiento.
Rozó su boca contra la piel ardiente de Jungkook, antes de guiarse por el simple deseo, y capturarla entre sus labios, lamiéndola y besándola con suavidad.
Jungkook gemía con lentitud entre los cantos de ángeles que creía oír en aquel momento, y en la inmensidad de la noche, Yoongi se alejó del cuello del menor para esta vez atacar sus sentidos con una devastadora mirada.

Se observaron fijamente durante unos segundos que parecieron no correr en el reloj, jamás habiendo podido hacerlo debido a la incomodidad que los abordaba, y que ahora se mostraba ausente. De rostro maravilloso y un cuerpo que le hacía fantasear, Yoongi se hizo espléndido bajo la luz de la luna, que seguía espiándolos traviesa, y el pelinegro no hizo más que suspirar al tenerlo tan de frente.

"Amo ese lunar que tienes en el cuello"- confesó Jungkook en voz baja, como si aquel fuese un secreto que solo ellos podían saber, y aún así algo que le avergonzase hubiese salido de sus labios.

Se cuestionó un momento qué estaba haciendo, y pudo ver como ante él y a cada segundo, se volvía más y más borrosa la brecha que dividía el motivo de sus besos. No sabía por qué lo estaba haciendo, no sabía qué estaba haciendo siquiera, sus sentimientos por Yoongi aún estaban dormidos pero insistían en guiarlo a toda costa por aquel paseo sonámbulo. Recorrió una vez más la línea entre los labios del mayor, que hacía unos instantes se habían abierto para él, viendo este hecho completamente ajeno y extraño al recordar como era su día a día.

Le confundía lo que quería y el haber perdido tan rápido su ruta inicial, mas no se arrepentía de haberse perdido por los angostos y errantes callejones oscuros de los besos de aquel Yoongi, que parecía haber nacido apenas.

A todo esto, los ojos negros frente a él continuaban expectantes y confusos, debatiéndose en aquel instante lo mismo que su menor, pero con la torpeza propia de quien nunca antes ha sentido nada. Parecía tener entonces el manual de instrucciones frente a él, pero las mismas eran muy confusas para un ser tan inexperto, por lo que debió hacerse una idea con las pocas palabras que cazaba de un idioma que no conocía.

Jungkook se arrepintió de la vergüenza que le provocó el silencio entre ellos, pero estalló en una gratificante sorpresa al oír de pronto, de aquellos rosados labios hinchados por el deseo, lo que había estado buscando hacía un rato.

"También me gusta el que tienes tú"

En un rápido movimiento, Yoongi levantó la camisa que había caído hacía rato, sintiéndose liviano al haberse liberado un poco de todo lo que no podía dejar salir antes.
Y Jungkook se detuvo frente al espejo sin mover un solo músculo, con la vista fija en el negro lunar que se abría paso en su propio cuello.

★GOF★ ykDonde viven las historias. Descúbrelo ahora