Luisa, la hija del diablo.

Pasos vacios.

Estaba lo suficientemente alejado de ella, salí del mundo donde perteneciamos, estaba en el mundo de humanos pero está vez no estaba cazando, estaba huyendo de Clarisa, no sabía si estaba viva, llevaba meses ocultandome en este bosque, solo comía lo necesario para mantenerme con vida, no quería que nadie se diera cuenta que estaba aquí.

Esa noche estaba a punto de devorar un siervo, algo me impidió, me quedé estático, solo escuchaba mi pensamiento y respiración, su suave voz estaba dentro de mi cabeza tratando de localizarme, no sabía cuanto tiempo permanecí ahí pero ella llegó, acarició mi rostro áspero, "No tengas miedo, no vas a devorarme, deja que nuestro amor te sane." Sus palabras me llenaron un vacío que surgió aquella vez cuando huí de la cueva, tocó su cuerpo y colo su mano en mi rostro, bien podía diferenciar un pequeño latido de corazón, no se trataba del de ella, era algo más pero al menos mi especie tenía prohibido reproducirse, sabíamos que nada bueno vendría después de habernos reencontrado.
Ella se fue, no dijo nada más solo dejó aquella sensación de que regresaría.
Camine por la oscuridad hasta llegar al pueblo, había pocas personas, entre ellas un especie de monje, apenas escucho mi respirar, agudizó el oído y siguió mi olor, tal vez se trataba de algún cazador de esos pocos que pueden rastrear a mi especie, me aleje pero sabía que él era capaz de encontrarme sin hacer esfuerzo alguno.
Regrese al bosque, los pasos de aquel hombre pisaban mis talones, no iba a detenerme en ningún momento, no iba hacerlo.

Algo penetró mi hombro, me hizo caer en seco, era difícil que algo o alguien pudiera alcanzarme, yo era una bestia veloz, astuta y sigilosa, pero ese hombre me había capturado.