Capítulo 2

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-Estoy seguro de que puedo poner una bomba hecha con heces de perro en su puerta. Así explota, su casa huele a mierda y también sucia. Todo en un paquete muy pequeño.

-Tienes una mente un tanto retorcida que solo usas con tu vecino -mientras paseamos por el centro comercial con un yogur helado en mano, hablamos de pensamientos que hemos tenido en algún momento, también de cosas que haremos o queremos hacer-. Me da miedo lo que hubieras podido pensar si te hubiera engañado con alguien.

-¿Con quién? Si no tengo una imagen clara, no puedo matar.

-Por ejemplo, con Guillermo. Sus brazos son fuertes, y dicen que sus labios son muy dulces.

-Pondría diez sacos de arañas en tu casa y las abriría a la vez para que se movieran con total libertad. Y cuando entres, que te coman la cara, te piquen o lo que sea que hagan.

-Interesante de ver. Sabes que me dan asco las arañas, pero no las temo -se lleva la cuchara a la boca una vez más.

-Ese es uno de los puntos flojos de la misión -me quedo pensando y encuentro una alternativa-. Otra cosa es que tan solo ponga una bomba bajo tu cama y, cuando te acuestes, explote.

-Una bomba a presión, tendría que saber del tema para crear algo así sin llamar la atención.

-En cualquier caso, no te habría hecho nada. Sino, no tendría a mi mejor amigo -le señalo con la cuchara.

-Por eso te amo -sus ojos disparan corazones, diez por segundo.

-Sí -pienso seriamente en si darle una segunda oportunidad.

Pienso que no ha hecho nada malo realmente, pero sí se ha convertido en un ególatra un tanto insoportable cuando está con sus amigos. Ya estuve con ellos en compañía de Jaden, quería irme de inmediato. No paraban de decir que tenía un cuerpo magnífico para el gimnasio. Que yo sepa, soy una tabla de planchar, no alguien que acumule grasa para convertirlo en músculos a simple vista.

Solo de pensar en eso, me da pereza y ganas de estar en la cama comiendo chocolate. Dulce paraíso que puede que vaya a hacer en cuanto vuelva.

-Steve, ¿ya estás pensando en chocolate mientras tomas de eso? -me despierta de mi ensoñación.

-Ah, esto... -me rasco la nuca-. Ya sabes lo que me pasa con eso -saco una sonrisa tonta.

-Nunca tienes suficiente. Una pena que ya no tenga chocolate en casa, la habría llevado a la tuya.

Caminamos por los pasillos un par de minutos cuando llegamos a un punto en el que una pareja está discutiendo. La chica le dice que en todo momento supo que la estaba engañando, él intenta arreglar la situación de una manera torpe. Claramente, se le ve a la cara que es cierto.

Al final, la chica le da con la mano abierta en la mejilla y sale corriendo, llorando desconsolada, sin nadie que la ayude ahora mismo.

-Pobrecilla -murmuro-, ojalá se ponga bien, ¿no, Jaden? -le miro, pero no me responde.

Su rostro se fija en la pareja recién separada, su mandíbula está apretada, sus dientes sufren lo que está reteniendo en este momento.

-Jaden. ¿Jaden? -le tambaleo, zarandea su cabeza y me mira, preocupado-. ¿Estás bien? -vuelve a mirar al chaval-. ¿Qué te ha pasado?

-Steve -me agarra de la muñeca y me obliga a moverme-, quiero hablar seriamente de algo.

-Jaden, me haces daño. ¡Suéltame! -miro atrás, donde la gente se sigue compadeciendo de la chica.

Creo que sé de lo que vamos a hablar. Esa escena le ha recordado lo nuestro, tal vez quiera hacer algo que me hará alejarme de él por un tiempo, hasta que las cosas se calmen.

Cuando nos separamos, no nos alejamos en ningún momento. Seguíamos viéndonos todos los días, sin importar lo que ocurrió al día anterior. Tal vez ese fue nuestro fallo. No darnos tiempo para darnos a entender lo que no hay que hacer cuando nos veamos.

Me detiene en un pasillo donde nadie pasa y me atrapa en la pared con sus brazos a mi alrededor. La única vez que le vi así es cuando se me declaró, con ese sonrojo que le caracterizaba y me creaba ternura. En este caso, está mirándome tras esas gafas con algo de dolor.

-Jaden, ¿es la pareja lo que te ha puesto así?

-Sí -responde-. Me ha recordado a nuestra ruptura. No fue así, pero igualmente me lo recuerda. Aún pienso en cómo lo dejamos. En el parque, tras haberme pedido quedar por un mensaje. Estaba contento de poder volver a verte, pero me mataste por dentro. No aceptaba aquello, aunque te dijera que no pasaba nada. Quería agarrarte de la mano, no soltarte jamás y llevarte a mi casa para atraparte en mi cama, tenerte solo para mí -un par de lágrimas caen por sus mejillas-. Decirte que te amo con todo mi corazón, con el par de pulseras que llevaba aquella tarde para nosotros -¿pulseras? Un regalo que rechacé sin saberlo-. "S&J", nuestras siglas en una placa metálica decorada con un "forever". Nunca cambié, tú no me dijiste que cambiara.

-Porque no quería que nadie cambiase por mí. No me merezco tal cosa.

-¡Pero yo cambiaría por ti! -grita, llorando, soltando palabras entre sollozos-. Cambiaría por ti, haría lo que fuese por ti. ¡Pero no me diste oportunidad de hacerlo siquiera!

Mis manos viajan a su rostro. Una le quitas las gafas y la otra seca las lágrimas lo mejor que puede.

-Lo siento, Jaden -me mira, sus lágrimas y sus labios marcando tristeza me rompen el corazón-. Yo...

Sin dejarme terminar, me abraza con fuerza, posando su cabeza en mi hombro.

-¡Dame otra oportunidad! ¡Te lo suplico! -sus manos aprisionan mi camisa, apretando la tela-. Dame otra oportunidad.

Lo separo y hago que me mire. Devuelvo las gafas a su dueño y le abrazo, con los brazos pasando por su cuello para apoyar mi cabeza en su pecho. Corresponde, siendo él ahora el que se apoya en la pared.

-Deja que lo vea -susurro en su pecho.

-Lo verás. No lo he tirado para armarme de valor algún día y poder entregarlo a quien de verdad se lo merece, aunque nunca lo use: tú, Steve. Tú te lo mereces. Por amarme tal y como era, no por mi fisico. Sino por dentro.

-¿Sabes qué? -le miro a los ojos, él también a mí-. Nunca dormí contigo con este nuevo cuerpo -acaricio su pecho mientras ríe.

-Cuando quieras, seré tu almohada.

Los dos sonreímos y salimos de este pasillo que ha estado presente en un momento extraño. No le estoy brindando una segunda oportunidad, pero tal vez, dependiendo de lo que haga, sí le dé una segunda oportunidad.

¿Quién sabe? El amor son preguntas que no tienen respuesta, al igual que el futuro.

Homofóbico Idiota (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora