La puerta es aporreada una y otra vez por alguien que no tiene sentimiento alguno sobre la persona que se ha tenido que levantar para poder atender la llamada. Vamos, yo. Ni siquiera ha sonado mi alarma, la persona debe de ser madrugadora.
Cuando llego a la puerta, abro mientras emito un bostezo sonoro que hace reír levemente al causante de mi despertar. Sé que trae consigo algo tan solo por el olor que emana de su espalda. Claramente no será su colonia, sería extraño.
—¡Buenos días, príncipe! —me da un beso en los labios, entrando en casa.
—Pasa, no te cortes —suelto con sarcasmo.
Se dirige a la cocina y agarra un par de vasos para comenzar a hacer algo que desconozco por completo.
—¿Qué tal has dormido? —me mira al agarrar el chocolate a la taza.
—Pues he dormido bien. Luego he despertado y sentía como que el monstruo golpeaba mi cabeza.
—¿Eso es una pesadilla? —este Jaden no entiende mi forma de narrar los hechos.
—Eras tú, Jaden. Tú aporreabas mi cabeza al estar aporreando la puerta.
—Ah, perdón —sonríe mostrando sus dientes.
Parece que no le importa en absoluto haberme despertado de la siesta entre el señor de los dragones y yo. ¡Quería volar sobre un dragón!
—¿Qué haces en mi casa a estas horas? Se me ha olvidado preguntarte de primeras eso.
—Pues no podía dormir más. ¡Estoy demasiado enérgico! Mi amor por ti es más inmenso y quería desayunar contigo hoy.
—Desayunamos juntos todos los días —me hace dudar de si piensa o lo hace sin meditar las palabras.
—Lo sé, pero hoy he traído churros y he preparado el chocolate para soportar la mañana en el instituto —saca del microondas el par de vasos—. No te enfades, por favor.
Me acerco a él, agarro el vaso y saboreo el chocolate instantáneo que me hace tener clemencia ante un pobre mortal como él.
—El chocolate te salva. Ahora siéntate, tengo que ir a por una cosa.
Me hace caso y vuelvo a mi habitación para vestirme, que al parecer he recibido a Jaden semi desnudo. Menos mal que era él y no un vecino, habría dado mala imagen. Lo bueno es que estamos acostumbrados entre nosotros en vernos de esta manera. Nuestras salidas a las piscinas públicas hacen su fruto.
Me pongo cualquier cosa, sin necesidad de vestir bien para alguna ocasión, y agarro la libreta de las victorias, esa en la que apunto las batallas contra el vecino.
Rompiendo mi orden, un chico fuerte aparece por mi puerta, curioso sobre lo que hago. Sus ojos curiosos se ven tan lindos con esas gafas que no me puedo enfadar por una leve infracción.
—¿Y esa libreta? —se acerca y observa el montón de palos que están bajo mi nombre—. No entiendo.
—Si mira por el otro lado de la hoja, verá que pone el nombre del vecino, dando a entender que esta libreta es de las disputas de la comunidad entre un chico gay y un hombre homofóbico. Si se dan cuenta de una cosa, ven que el chico gay va ganando por una aplastante diferencia de puntos, dejando al vecino sin ninguno.
—¿En serio no te ha ganado? —rodea mi cintura desde la espalda.
—¿Debería? —entiende que es una pregunta retórica y me besa la mejilla—. Jaden, vuelves a estar pegajoso, como cuando tuvimos nuestra primera cita.
—Es que me gusta abrazarte. ¿Es malo?
—Das calor.
—Tienes frío.
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Homofóbico Idiota (Gay)
Novela JuvenilPuede que no todo el mundo sepa cómo se siente tener a una persona homofóbica en su vida, tan solo os lo habéis imaginado. Puede que os creáis todas las historias que habéis leído, que el final es verdaderamente bello y que acaba por dejar la homofo...