Hablemos

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Cuando revisó su bolsillo para sacar su teléfono se dio cuenta que no lo traía encima. Se movió incómodo, su espalda dolía y no sabía porqué. Pensó lo peor cuando vio a Frank dormido en la ducha y sin pantalones.

¿Qué mierda pasó ayer?

Se golpeó la frente y le pidió a la Virgen que no fuese lo que se imaginaba. No quiso despertar a Frank, sería incómodo, y después de todo, él mismo se levantaría por su cuenta después.

Salió del baño, la puerta ya estaba abierta. Afuera todo era un completo desastre, ya nadie estaba. Se preguntó que habría sido de los chicos y de Lindsey, pero después del descontrol de anoche, lo menos que quería hacer era hablar con alguien.

Solo quería llegar tranquilo a casa y descansar, después aclararía las cosas. Bueno, si es que había algo que aclarar.

— ¿Y tú a dónde crees que vas? No nos vas a dejar recogiendo el desastre a nosotros solos.

— Ah, Mickey.

El patachuecas lo saludó y luego le tiró una escoba y una pala—. Ahora, barre la casa.

— ¿Ah?

— Vamos, Lindsey está haciendo el desayuno. Tenemos que ayudar a Bert a limpiar, si no, la mamá lo joderá cuando regrese de jugar bingo.

— ¿Y tú crees que estoy en condiciones de hacer de sirvienta? ¡Estoy cansado y ni recuerdo qué pasó ayer!

— Bueno, ayer, dos días antes de la boda de Frank, –sí, porqué ya han pasado tres años desde que quedaste inconsciente– él y nosotros, sus únicos y mejores amigos, viajamos a Las Vegas. Ahora hay un tigre en el baño, un bebé de Ray en el patio y Mickey perdió un diente por pendejo. Ah, y tú ya no eres virgen. —dijo Bob entrando a la habitación.

— ¡Joder Bob! ¡Sé serio! -le gritó Gerard.

— Yo no me llamo Sergio.

— Ya cállense. Y tú, Gerard, o limpias la casa o no comes. Me voy a la cocina. -dijo su hermano y luego salió echando humos.

La Gorda empezó a barrer y limpiar como toda una cenicienta, y peor aún, con la compañía de Bob burlándose de él y jodiéndolo.

— Oye, te faltó eso.

— ¿Qué cosa?

— El coño de tu madre.

— Jódete.

— No, de verdad, te faltó esto. —sacó de sus bolsillos toda la porquería que tenía guardada y la tiró al piso.

— ¡Coño, Bob! ¡Acabo de barrer ahí!

— Entonces barre otra vez.

Gerard suspiró. Se quería ir a casa, estaba demasiado cansado. Pero Lindsey había sido quien lo trajo y no quería hablarle. Además, quería aprovechar de comer del desayuno que ella misma estaba preparando.

— ¿Por qué me jodes tanto, Bob?

— Porque te odio y me caes mal. Bueno, todos te odiamos.

— ¿Es en serio? -preguntó ya desanimado, lo que parecía una broma le había afectado—. ¿Siempre ha sido así?

— No, nunca ha sido así. Y realmente no te odiamos, pero desde que te empezaste a portar como un patán con Frank, decidimos aniquilarte la existencia. Porque nadie se mete con Frank, con nuestro Frank.

— Lo sé. Sé que no debí haber dejado plantado a Frank aquel día. También sé que no debí colocar a Lindsey primero que ustedes, aun sabiendo que no eramos nada.

— Sí, claro, sabes tantas cosas Gerard Way. Pero no es conmigo con quien tienes que hablar. Es con él. -señaló hacia las escaleras a aquel enano que tenía cara de haberse levantado—. Me voy, hablen ustedes y aclaren todo o les parto su madre. -y salió de allí.

Frank también estaba hecho un desastre. Parecía que tampoco recordaba nada de la noche anterior aunque, por el aspecto de la casa, ya se hacía una idea.

— Emm, ¿te gustaría hablar? —preguntó Gerard, moviendo la escoba nervioso, y viéndolo con su mejor cara de pendejo.

— ¿De verdad quieres hablar? ¿No te parece mejor ir a comer primero?

Aunque Frank no recordara casi nada de lo que había pasado anteriormente, aún en su mente podía visualizar aquella escena en la cual, por mero impulso, besó a Gerard. Quería huir, ya le valía mierda estar enojado con él, solo deseaba, irse de la casa de Bert y encerrarse en su casa y dejarse destruir.

Podría decirse que ambos estaban en las mismas, nerviosos y con ganas huir en ese mismo instante.

— Pero quiero arreglar esto ya. No quiero estar peleado contigo.

— Emm, hablemos luego ¿quieres?

— Pero yo–

— ¡Frank! ¡Gerard! ¡el desayuno está listo!

Lindsey avisó desde la cocina, seguido de los gritos de Bert:

— FRAAAAANK, GERAAAARD ¡LA COMIDA ESTÁ LISTAAA!

— Vamos.

Y Frank fue el primero en ir. Se habían librado, por ahora, de una charla incómoda.

***

¿Hola...?

Están para matarme. 8 MESES SIN ACTUALIZAR AAAAAH.

Este capítulo está un poco corto, pero se supone que en la continuación (ALERTA DE SPOILER) estos dos idiotas hablarán por fin de TODO xD

Pero aquí está, ya no abandonaré más esta historia. Después de todo, algún día terminará

:v

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