CAP 01 ( INTRODUCION)

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"A veces me pregunto: qué ha sido de ella? Habrá conocido alguién que la ame de la misma manera que yo la amé? Tendrá una familia constituida de hijos y, quizá, nietos? Ella tenia tantos planes para nosotros dos... Ah! Como habría sido mi vida si hubiese quedado? Yo habría sido muy feliz, no hay duda. La amaba! Mi mayor cobardía fue haberla dejado por no querer enfrentar a mi familia. Ahora... ahora estoy pagando con mi soledad, porque, aunque pase las noches con alguien a mi lado, mis amaneceres son vacíos, mi vida es vacía. Es cierto lo que dicen: el dinero no compra la felicidad. Yo tengo todo, pero no la tengo conmigo."

- Señor Alejandro Mendoza, ya están listas tus cosas, pronto saldrá tu vuelo a Mexico.

- Gracias por avisarme! Estaba pensando en muchas cosas y me olvidé del vuelo.

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"Pensar en él es como si volviera atrás, en aquél tiempo donde yo era la chica más feliz del mundo. Pero, que tola soy! Sin duda que él debe tener una esposa, hijos... Ay, Dios mio! Qué pensaría él si supiera que aquella joven pobre y inocente que un día lo amó, hoy se ha convertido en una mujer fuerte, dura y, además, dueña de enormes tierras? Por cierto se preguntaría como he logrado y, quizá, cuando supiera, me odiaría, pero no más que yo a él! No necesito que él entienda mis motivos. Solo yo sé lo que pasé, las humillaciones, la vergüenza... Ojalá jamás vuelva a verlo en mi frente!"

- Mamá, sigue en esta recámara? Te necesitamos en el establo, parece que unos de nuestros mejores caballos está mal. Abre la puerta, señora Cristina Maldonado!

- Ya te lo dije que no me gustas cuando me llamas así! Yo soy tu madre y así debes llamarme!

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"Señores pasajeros, gracias por la preferencia. Volaremos en pocos minutos."
- Señor, Mendoza... te sientes bien?

- Sí, sí... Raiza. No tiene porqué preocuparte.

- Es que te veo un poco raro.
- No pasa nada. Es que... hace mucho que salí de Mexico y regresar me trae demasiados recuerdos, pero no quiero hablar de esto.

- Entiendo.

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Mexico
- No, no, no... No puedo creer que perdimos nuestro mejor caballo.

- Tranquila, Ma! Es una triste pérdida, pero tenemos otros... Es cierto que no con la misma cualidad. Sin embargo, podemos comprar otro, quizá mejor!

- Es que no comprende, Maricruz. Tu papá hizo algunas deudas para mantener estas tierras produciendo, pero jamás logró quitárselas.

- Pues, entonces, yo te ayudaré, no sé... buscaré un trabajo...

- Hija, hija... escuchame. No hay más nada que hacer. Pronto llegará al pueblo el hombre que compró la deuda. Parece que es el dueño de las tierras alrededor.

- Hablaremos con él, quizá conceda un tiempo más.

- Esto es lo que haré, pero si no funciona, tendremos que dejar estas tierras.

- Y si pedimos algún dinero a unos de nuestros vecinos. Son ricos y...
- No hija, no hay salida. Sabes que a esta gente no le gusta tu mamá.

- Porque no te conocen... piensan que tu eres mala, pero esto no es verdad.

- Quizá ellos tienen la razón...

- Que quiere decir?

- Nada hija. Estaré en mi oficina.

CASA MENDOZA

- Finalmente, en mi Casa! Horas en aquel avión me ha hecho mal.
- Que tiene?

- Un dolor en la espalda.

- Si quieres, te puedo hacer un masaje...

La joven mujer se acercó a él muy seductora.

- No, Raiza... No estoy para estas cosas... no en este momento. Lo único que quiero es resolver este asunto de las tierras.

- Si, comprendo. Te recuerdo que es muy interesante que te quedes con las tierras, porque hice unas averiguaciones y supe que son muy buenas para la producción. Sin duda serás el mayor productor de vino.

- No sé... No quiero dejar esta gente en la calle.

- No tiene porqué tener piedad. Bien sabes que, según las buenas lenguas, esta viuda, tendría casado por dinero y además de ser una mala mujer, pues parece que nadie la soporta en este lugar.

- Como se llama la viuda?

- Cristina Maldonado.

Alejandro quedó callado por unos instantes.

- La conoce, Alejandro?

- No. Por que me preguntas?

- Te noté un poco lejos cuando hablé el nombre de esta mujer.

- Por cierto estuve lejos, muy lejos... diría que regresé hace poco más de 22 años en el pasado.

- No te entiendo.

- He conocido una Cristina en la juventud, pero no hay duda que nada tiene que ver con esta viuda. Mi Cristina era dulce, ingenua, buena... (suspiró). Por cierto, habrá encontrado alguien mejor que yo.

- Mejor olvidar el pasado. Así que resuelto esto de las tierras, pronto estaremos de regreso a Italia.

- Tiene razón. Debo olvidar el pasado.


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