CAPÍTULO XIV

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En este departamento todo era muy frío, vacío y sin vida. La cama seguía perfectamente arreglada esperando por alguien, o mejor dicho, esperando por .

Las noches en la ciudad son siempre acompañadas de sonidos de los coches en las calles, de una iluminación que te impide ver las estrellas, de voces y canciones alrededor que te hacen creer que nadie conoce la palabra "dormir".

- Como extraño la tranquilidad de la finca, como extraño a mi Cristina...

Un golpe en la puerta lo hizo abandonar sus pensamientos.

- Quién habrá de ser?

Alejandro caminó a la puerta y al abrirla quedó perplejo cuando miró a la mujer que ahí estaba. No había dicho a nadie donde quedaría, menos diría a ella.

- Puedo pasar?

Él no contestó, prefirió dejarla pasar. Cerró la puerta y volvió a mirarla.

- Como...

- Como supo que estaba aquí?

Él asintió.

- Su doctor me a llamado informándome de la decisión que tomaste. Entonces pensé que necesitaría de alguien a su lado (lo abrazó despacio).

- Raiza, no debería haber venido (alejándola).

- No puedo dejarte solo, mi amor.

- No me llames así. Y agradezco su amabilidad, pero quiero estar solo.

- Imagino que esté siendo muy difícil para ti esto...

- Qué?

- Ah, lo sabes... Que Cristina te haya engañado. Se esto sucediera conmigo, jamás perdonaría... Separar un padre de una hija es de una monstruosidad sin medida.

- Me parece que las noticias volaran muy deprisa... (dijo no muy satisfecho).

- Este es el chisme del momento en aquél lugar...

- Sea como sea, quiero estar solo. Si quiere quedarte en la ciudad, no podré impedirte, pero buscará un departamento para alojarse, pues no quiero compañía.

- Lo haré. Lo único que te pido es que me permita acompañarte en sus consultas y en la cirugía. No quiero que esté solo en un momento tan delicado como este.

- Como quieras.

En la finca

Cristina estaba acostada en la enorme cama, enredada en una sabana, mirando la luna.

- Que estará haciendo ahora?

Una lágrima bajó por su mejilla, lágrima que ella se apresó a borrar cuando percibió que alguien entraba.

- Mamá, no bajará a cenar?

Dijo Maricruz asomándose por la puerta.

- Hija (intentaba ocultar su sufrimiento)... pensé que no quisiera cenar junto a mí.

- Mamá (acercó a ella), yo...

- No digas nada, hija. Sé que lo que hice no tiene perdón...

- No, no... no quiero verte llorar. Es que necesito que comprendas, estoy con el corazón roto, me duele mucho todo esto que ocurrió, pero no quiero que te alejes...

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⏰ Última atualização: Jan 22, 2018 ⏰

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