Capítulo IV

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Estaba preocupada, desde hace un tiempo bastante gente llegaba al hospital muy grave o muriendo sin opción a salvarlos, todo desde que la academia de la ciudad empezó a entrenar a las personas para defenderse y se permitía usar armas como si fuera algo tan normal. Yo por estar ocupada entre la universidad y las prácticas no había podido hablar con Amy sobre lo sucedido esa noche en la discoteca, quería que habláramos al respecto y aclarar cualquier cosa, quería saber que sentía ella, porque después de tantas noches de pensar y analizar mis sentimientos había llegado a darme cuenta que me estaba enamorando de ella, razón que hizo que me fuera alejando de mi novio, no podía verlo sin sentirme culpable por lo que sentía, por traicionarlo esa noche, no me sentía capaz de contarle lo que siento y hacerlo sufrir, yo se que me ama y yo lo quiero, pero no lo amo, ya que si lo amara no sentiría lo que siento por Amy, en algún momento deberé hablar con él y aclarar todo esto. Pero con todo lo que estaba pasando ahora en el hospital y con en el estado en que llegaban los pacientes me estaba poniendo nerviosa y no era momento para pensar en mis sentimientos hacia Amy, ya habría momento para eso. Pero de todas formas necesitaba hablar con ella por lo que estaba sucediendo en la ciudad, que me diera una explicación a toda esta conducta psicótica del alcalde. Desde hace unos días el alcalde de la ciudad estaba transmitiendo unos mensajes extraños por la televisión, donde recomendaba a todos los ciudadanos estar muy alertas cuando salgan a las calles y lleven siempre un arma o si sabían defenderse no dudaran en usar la violencia, ya que había aumentado la delincuencia y que no esperaran a que se haga justicia legalmente sino que cada quien la hiciera por su cuenta. Me estaba asustando mucho todo eso y se que a la mayoría de la ciudad también, por eso todos andaban muy paranoicos y a la mínima señal de alerta atacaban sin contemplaciones, pero por ahora no podía  hacer nada más que ver como continuaba la situación y apenas me fuera posible ir a buscar a Amy.

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Y como les vengó enseñando, puñete arriba, patada abajo, un gancho con el otro brazo, ese gancho se lo deben lanzar justo en este lado de la cabeza y verán como su agresor cae al suelo sin vida, no duden en usarlo si ven correr peligro sus vidas.

- ¿Pero no estamos llegando tan lejos con matarlos, no deberían pagar su culpa presos? - Un alumno me preguntaba muy nervioso, yo lo volteé a mirar molesta.

- No confíen en la justicia, esos mal paridos no merecen ir presos y luego salir después de un tiempo para seguir cometiendo delitos, tienen que matarlos, es la única manera de parar con toda la ola de delincuencia y muerte a gente inocente ¿O es que quieres ver a tu familia muerta? - Lo señalaba con el dedo de manera amenazante.
- No, claro que no. ¡¡¡Si tenemos que matar, mataremos!!! - Gritó el hombre.
- ¡¡¡A matarlos!!! - Todos mis alumnos gritaban en unísono. Yo no sabía porque la sensación de liderazgo e incentivar a las ciudadanos a atacar me hacia sentir poderosa, era una sensación que me estaba gustando mucho, tener el poder de lograr todo este gran cambio me agradaba, aunque una parte de mi sentía que no era lo correcto, pero luego volvía a pensar en mi hermano y le veía todo el sentido del mundo a esto.

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Estaba asustado por lo que pasaba en la ciudad, la gente estaba paranoica y veía peleas todo el tiempo, cadáveres esparcidos por doquier o gente muy grave siendo llevada al hospital, había sangre por todos lados, era como estar en medio de una película de terror sin fin. Pero Amy me tenía aún más asustado y preocupado, ella era una de las que estaba incentivando toda esa conducta en los ciudadanos, todo porque su novio, el alcalde, parece que le hubiera lavado el cerebro y ahora cree que matar es lo mejor para todos. Había intentado hablar con ella y hacerla entrar en razón, que lo que estaban haciendo estaba muy mal pero no quería hacerme caso, cada día la veía más violenta y con arranques de furia de la nada, su conducta era muy preocupante.

Un llamado del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora