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A la mierda con todo, ya estaba harto de dudar y prohibirse tomar lo que tanto quería. Miller como hombre lobo sabía que los de su raza eran muy impulsivos y él había estado reprimiéndose tanto con Ian que había llegado a su límite. Podía decirse una y mil veces que ceder a sus deseos no era correcto...pero ahí estaba Ian, con sus ojos cerrados a la espera de un beso que ambos deseaban entonces ¿por qué pensarlo tanto?

Se lanzó hacía esos labios que lo llamaban a gritos "Bésame" había dicho el de cabello blanco y fue justo lo que Miller hizo, lo besó porque lo deseaba, lo necesitaba y porque Ian se lo merecía. Sus labios eran dulces y expertos, se adaptaron a los suyos de una manera agradable. El castaño tomo al menor por la cintura y lo pegó a su cuerpo necesitando sentir su calor, quería estar seguro de que era real y no solo cosa de su imaginación; No tardó en sentir esas manos calidas apoderarse de su cabello y así profundizar aun más ese beso que sabía a gloría.

Pero no era suficiente, al menos para Miller no lo era, así que deslizó sus manos hasta el redondeado trasero del chico ganándose un suspiro de aprobación. Lo tomó de los gluteos y lo empujo hacía arriba incitándolo a enredara las piernas en su cintura. Se separaron en busca de aire y entonces pudieron verse a los ojos.

Ian era tan jodidamente sexy que en lo único que Miller podía pensar era en que quería hacerlo suyo, toda la noche. Besó la comisura de los labios del menor y luego se deslizó hasta su cuello, mordiqueando y dando pequeños lametones, era justo ahí donde su aroma era más fuerte y embriagador.

—Miller...—Suspiró el chico para luego removerse y obligarlo a separarse, hasta que lo dejó nuevamente en el suelo.

—¿Qué sucede? —preguntó el castaño un tanto consternado.

—Solo queiro saber si esta vez estas dispuesto a llegar al final o si piensas dejarme con las ganas otra vez. —Lo decía con el ceño fruncido , pero a Miller le costaba concentrase en sus palabras, sobre todo con esas mejillas arreboladas y los ojos brillantes por el deseo.

—Esta vez estoy seguro...—lo tomó nuevamente de la cintura para luego introducir sus manos bajo la sudadera, el chico se estremecio pero no se alejó — Quiero estar contigo —Susurró en su oido— quiero compensarte por lo idiota que he sido.

—¿De verdad?

—Si.

Ian lo observó por un momento y luego sonrió lanzandose nuevamente contra sus labios. Ambos rieron y se encaminaron hacia la habitación.

Ian estaba nervioso y ansioso quería estar con Miller de aquella manera, quería que lo tocara con esa manos grandes y masculinas, quería que lo besara en el cuello y en los labios...en donde quisiera, quería que fuera suyo, al menos por esa noche.

El castaño no tardo en deshacerse de la sudadera y el pantalón, y como lo había deseado, esa manos lo recorrienron suavemente, haciendo más grande el deseo.

—Tu turno —Susurró Ian con una sonrisa maliciosa mientras empeza a desabrochar el pantalón de su castaño.

Coló su mano entre la ropa interior y sonrió cuando Miller soltó un jadeo de puro placer. Se deshizó de la ropa que le estorbaba hasta dejar a Miller completamente desnudo y...¡vaya! Si que estaba bien dotado y ese abdomen marcado era simplemente delicioso.

No solía ser de los que se arrodillaba, pero Miller despertaba en él cosas que nunca había sentido con nadie. Así que no se lo penso dos veces antes de colocarse frente al mayor y tomar su masculinidad entre los labios.

—Joder— exclamó el castaño cerrando los ojos y colocando una mano en sus blancos cabellos. Ian sonrió y empezó a subir y bajar su cabeza con un ritmo lento y tortuoso. —si, no te detengas...tu boca es el jodido cielo.

El dilema del lobo (Lunas Opuestas #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora