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Catorce días...¡Catorce malditos días! Días en los que se había estado sintiendo como en el infierno, con Ian atravesado en sus pensamiento, día y noche. ¿Por qué las cosa tenían que resultar de es injusta manera? Lo peor de todo es que ni siquiera pudo desquitarse con el máldito bastardo de Victor, si tan solo hubiera podido partirle un par de huesos...porque toda esa situación era culpa de él, ya que en otras circunstancias Miller hubiera podído confesarle su secreto a Ian de una manera máa sutil.

+De nada sirve pensar en el hubiera, lo hecho hecho esta...

Su lobo tenía toda la jodida razón y aun así no podía aceptarlo, no cuando lo único que quería era tener a su conejito entre los brazos.

Sacudió la cabeza y se llevó la taza de café supercargado a la boca ( la décima taza en lo que iba de la mañana) y era asqueroso, ni punto de comparación con el glorioso café de Ian, era imposible no pensar en el todo el tiempo.

Pero déjando de lado su miserable situación, Miller decidió que ya era hora de ponerse en marcha. Iria a correr un par de horas, cosa que se le estaba haciendo costumbre, pero no al bosque, por que el bosque de Cold Mountain no le gustaba, no tenía buenos recuerdos en él, incluso su lobo rechazaba la idea de internarse en aquel lugar.

Dejó la tasa sobre la encimera de la cocina y se agacho para atarse bien los cordones de sus deportivas negras. Suspiró y se pusó en marcha, tomó las llaves y salió de su apartamento.

No quisó usar el elevador así que continuo de largo hacia las escaleras y justo cuando se disponía a dar el paso para bajar el primer escalon, un cuerpo choco contra el mandándolo al suelo. Estaba tan distraido que ni siquiera se había percatado de la presencía de aquella persona subiendo por las escaleras, pero no tardo mucho en percibir aquel aroma delicioso, a hierbabuena y leche, su cuerpo entero se tenso y su corazón inicio una carrera desenfrenada. Sus manos automáticamente se aferraron a la cintura estrecha, aquellas que recordaba a la perfección...abrió la boca pero no tuvó la más minima oportunidad de hablar.

—¿Eras tú?— preguntó Ian con la voz temblorosa, ambos estaban tirados en el suelo, Ian sobre las piernas del castaño, sus hermosos ojos azules lo veían con un intensidad que le cortaba la repiración —Dime ¿eras tú?

Miller no era capaz de procesar del todo bien, en lo único que podía pensar era en que Ian estaba ahí, en que estaba demasiado cerca y en lo fácil que sería inclinarae y besarlo hasta que sus labios estuvieran tan rojos como fresas maduras.

—Ian— susurró y trato de acariciarle la mejilla pero el chico rehuyó el gesto y frunció el ceño.

—Respondeme por favor—dijó con un dejé de desesperación— ¿Eras tú?

—No se de que hablas— dijó esta vez confundido sin enteder de que hablaba Ian.

Ian gruño un poco frustrado para luego clavar sus ojos nuevamente en Miller. Se mordió los labios.

—Hace años, en el bosque— tomó un gran bocanada de aire —¿fuiste tú quien me salvó de Victor y  sus amigos...cuando me golpeaban?

Miller se quedó helado, abrió la boca y volvió a cerrarla, tenía miedo de aceptarlo, especialmente porque no sabía como lo tomaría el chico, pero al final termino asintiendo con la cabeza. El efecto fue inmediato, Ian se pusó de pie de manera brusca y estuvo a nada de caer rodando por las escaleras, de no ser por los esplendidos reflejos del castaño quien lo tomó de la cintura y lo pego a su cuerpo.

—Cuidado...—susurró en su oido a lo que el chico se estremecio de pies a cabeza. —No quiero que te lastimes.

—¿Por qué no me lo dijiste? — pregunto Ian sin separarse del firme cuerpo que lo sostenía con cuidado —Pudiste haberlo hecho cuando te conte mi historía.

—No lo hice porque de haberlo hecho, también tenía que haberte contado de lo que soy y...— lo alejó solo lo suficiente para poder verlo a los ojos. —no estaba listo para hacerlo.

—¿Y ahora lo estas?

—solo si tu estas dispuesto a escucharme.

Se observaron fijamente a los ojos, tratando de averiguar que era lo que el otro pensaba. Pero al final Ian asintió con la cabeza, haciendo que Miller por fin pudiera soltar el aire que no sabía que contenía.

—Entonces quizá sea buena idea ir adentro. —sugirió al darse cuenta del lugar en el que estaban. Fue en ese momento en en que reparo en la vestimenta de Ian —¿Por qué aun estas en pijama?

Ian bajo la vista hacia su torso al tiempo que enrojecía violentamente provocando en Miller una sonrisa enternecida.

—Yo..e-esto...bueno...es que...—no pudó seguir hablando ya que los labios del castaño se posaron sobre los suyos de manera suave y cariñosa.

—Te extrañaba tanto— suspiró sobre aquellos labios que lo tentaban, de hecho, todo Ian lo tentaba...en especial con aquel pijama.

—¿Entramos p-para poder hablar?

Se sintió desilusionado al no recir respuesta a su beso o a sus palabras, pero entendía la actitud de Ian y la respetaba...suspiró y se encamino de vuelta a su apartamento, era hora de contarle su vida a Ian, solo esperaba que al terminar no volviera a alejarse, porque estaba seguro de que no lo soportaría.

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Últimos capitulos...¿habrá un final feliz? 😶

El dilema del lobo (Lunas Opuestas #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora