Capítulo 7

113 10 5
                                    

Dedicado a quienes son demasiados enamoradizos.

Quienes acaban de salir una relación dolorosa.

Y los amantes del café.



Demasiado ido como para poder murmurar un ¡Diablos, no!, Minho llevó una mano hacia atrás y tiró de la cadera de Jong hasta que su polla estuvo enterrada hasta la empuñadura. El pequeño manojo de nervios hambrientos enloqueció nuevamente, como si hubiera estado esperando una eternidad para esta comida en particular, y los párpados de Minho se cerraron.

Dios, por esto había valido la pena la incomodidad inicial.

Tan malditamente la pena.

Con el pecho agitado, mantuvo su mano clavada sobre Jong, presionando sus cuerpos con fuerza mientras Minho luchaba contra el orgasmo que amenazaba con llegar demasiado pronto.

Ayer por la noche durante su sesión de frotamiento, los dedos traviesos de Jong jugando con el agujero de Minho habían sido una revelación. Entre la sensación y las palabras de Jong, una imagen de ellos en esta misma posición apareció en el cerebro de Minho, y al instante había disparado su carga. La fantasía lo había dejado putamente sorprendido.

A través de los años, había disfrutado más de su cuota justa de mamadas y frotamientos uno a uno con una mujer. Sus experiencias pasadas le hicieron más fácil condonar las actividades placenteras de la noche anterior como comprensibles, incluso familiares.

¿Pero esto? Minho clavó sus dedos en la cadera de Jong, sosteniéndolo cerca. Esto nunca lo había considerado antes.


Minho se sintió por fin con el control suficiente para gemir las palabras. ─No. Pares. Fóllame.

Jong soltó el aire que parecía estar conteniendo en un silbido, su mano firme sobre la espalda de Minho.

─Gracias a Dios ─dijo Jong con voz áspera.

Y entonces empezó a follar a Minho en serio, las delgadas caderas de Jong cavando profundo, profundo, profundo.

Los ojos de Minho se pusieron en blanco. Abandonando toda pretensión de seguirlos manteniendo juntos, dejó escapar un largo y bajo gemido de apreciación. O de agradecimiento. O de por favor quiero más. No sabía cuál. Y segurísimamente no le importaba. Apretando los nudillos, Minho se aferró a las sabanas con los puños, ahora sintiéndose tan dilatado, tan abierto que comenzó a suplicar literalmente, lloriqueando una vergonzosa sucesión de palabras a medio formar.

Le gustaba tener a Jong rodeándolo. Por encima de él.

EL NOVIO DE RESERVAWhere stories live. Discover now