Capítulo 1

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Toco al timbre y nadie responde. Los rayos de sol asaltan mis pupilas haciendo que estas reduzcan su tamaño a la mitad. Siento su presión sobre mi piel y en cierto modo me incomoda, me agobia. A pesar de mi estado, intento mantener la compostura, permanecer estable, no huir de aquel lugar y refugiarme de nuevo entre las sábanas de mi dormitorio. Después de esperar durante varios minutos, una voz plácida y melodiosa alcanza mis oídos haciendo que recobre mis esperanzas perdidas y mi corazón se acelere.

— ¿Quién?

—Soy Zoe, Zoe Álvarez.

—Sube, te abro.

Subo lentamente las escaleras sin dejar de mirar hacia arriba. Tan solo busco el piso a donde voy, he olvidado mirarlo en el timbre. Desde la segunda planta observo una puerta abierta y, de ese modo, intuyo que es mi destino, el lugar donde Leire me espera. Ante el miedo a la nueva experiencia, reduzco la velocidad de subida, pero finalmente alcanzo dicho lugar.

—Perdón por hacerte esperar, estaba organizando las visitas. ¿Cómo estás?

—Bien, un poco nerviosa.

—Bueno, es normal que te ocurra durante las primeras sesiones. Ahora veremos en qué estado te encuentras. Pasa a la habitación del fondo, voy a por un vaso de agua, ¿quieres algo?

—No, gracias.

Me siento incómoda. Me encuentro en un lugar desconocido con alguien de la misma índole. Avanzo sin cesar por el oscuro pasillo de color azul cobalto procurando no mirar al resto de habitaciones que me rodean. Llego a la estancia en cuestión y en este momento sí detengo mis pupilas en los diferentes espacios de la sala, permitiendo que estas sucumban a la curiosidad. Leire llega, me mira fijamente y me da la sensación de que intenta analizarme sin ni siquiera mediar palabra. Es una gran profesional. Después da un sorbo a su vaso de agua, dejando en el continente una modesta mancha de pintalabios color borgoña, que permite que deduzca ciertos rasgos fuertes de su personalidad. Me siento con cierta picardía jugando al cazador cazado al intentar averiguar algunos de los rasgos del ser que analiza, descubre y abre la mente.

— ¿Empezamos?

—Claro.

Señala el diván e intento girarlo —estaba de cara a la ventana, de espaldas a ella—, pero me interrumpe aclarándose la voz y haciendo un gesto de negación. Creo entender qué quiere decir y coloco el diván en su posición inicial. Leire no quiere que la mire en lo que esto dura. Puede que así me sienta más cómoda.

—Espero que no te importe, pero prefiero que estés así. Si no me ves, tu mente se introduce en sí misma dejando que los pensamientos, los sentimientos y las emociones fluyan de una manera más natural, dejando que pueda ser un proceso más rápido, cómodo y menos intrusivo.

—Me parece fantástico.

Sin estar muy convencida de mis palabras, cumplo su deseo y me siento de espaldas a ella. Como manifestación del nerviosismo que siento, uno los dedos de mis manos de forma repetitiva.

—Bueno, ahora si te parece, respira hondo y comencemos.

Leire abre su libreta y comienzo a mirarla. Puedo ver que está llena de tachones, grandes párrafos y pequeñas ilustraciones. Arriba del todo se encuentran los nombres. Para de pasar las hojas, coge un bolígrafo rojo y escribe mi nombre: Zoe Álvarez Donaire. Me mira exhaustiva y seriamente. Finalmente giro mi rostro en el mismo sentido que mi cuerpo al sentirme castigada por su mirada. Leire me pregunta si necesito un par de minutos para calmarme. Deniego la oferta. La situación me intimida, pero prefiero comenzar cuanto antes y así volver al frío calor del hogar.

La vida oníricaWhere stories live. Discover now