El sonido del despertador llega a mis oídos haciendo que la amarga sensación me despierte. Miro la hora y continúo preguntándome por qué no soy capaz de atrasarlo de forma que no tenga que madrugar por el mero hecho de recordar mi vida laboral. En tres horas tengo la cita con Leire y puede ser la única oportunidad de pensar y no posponerlo más en el tiempo. Realmente no quiero contarlo ni exteriorizarlo. Entiendo que a la mayoría puede resultarle absurdo y banal, pero hasta el momento que se reveló frente a mí, fue el único medio que pudo frenar mis ávidos deseos de final. Cierro por unos segundos los ojos con la esperanza de que de un momento a otro me introduzca de nuevo en el sueño y sea demasiado tarde para reflexionar. Me engaño diciendo que tan solo intento descansar lo ojos, pero no es así. Dada mi elevada actividad mental, me es imposible retornar al estado en el que me encontraba antes del sonido del despertador. Cansada de intentarlo, me levanto de la cama y voy a la cocina. Ya en ella, miro por las ventas, observando las nubes de nuevo. El cielo se encuentra invadido por una colosal cantidad de nubes negras que predicen la tormenta. Bebo lentamente de mi café mientras las observo, movidas por el viento e impasibles al entorno. Finalmente intento concentrarme en el problema que me atañe: explicarle a Leire lo que ocurrió. Puede que con una simplificación sirve, pero así se quedaría libre de matices que no permitirían entender el asunto. Terminado el café, dejo la taza en el fregador y voy hacia mi escritorio. Abro los cajones de forma agitada buscando en ellos una ventana a mi mente y mi imaginación. En el fondo del cuarto cajón puedo verlo, de color negro y con una pequeña tira elástica que mantiene unidas las hojas. Lo tomo y empiezo a buscar la fecha indicada. Finalmente, lo encuentro.
13 de Octubre de 2012
Jorge se marchó hace unos meses: ya no huele a su perfume en mi habitación. Desde que se fue he intentado dejar de hacerme daño, recuperar algo de lo que era –si alguna vez he sido algo- y dejar de sentirme tan apática ante todo. Los días pasan y cada vez se acumulan y más y más libros en mi escritorio. Debería empezar a estudiar, pero no tengo fuerzas. Al menos, soy capaz de mantenerme fría cuando estoy con gente, durante las clases –las pocas a las que acudo-, la comida o en algún que otro trabajo. Por la noche todo empeora. No puedo evitar romper a llorar cuando vuelvo a estar sola en la habitación, pero realmente es en lo que pienso a lo largo de todo el día.
20 de Octubre de 2012
Pensaba que al comenzar a estudiar, mi mente se vaciaría de pensamientos absurdos, pero no ha sido así. Todos ellos captan mi atención de tal forma que es difícil concentrarse en algo que no sea llorar o recordar. Parece que el semestre se torna oscuro y que esta vez, los estudios no lograrán evadirme de los problemas.
22 de Octubre de 2012
Los días pasan lentos y pesados. Siento una horrible culpabilidad por no estudiar, por no centrarme en la tarea por la que mis padres se desviven. Pero al comenzar a pasar las páginas del libro, mis ojos se humedecen y en mi cabeza rebotan ideas que me hacen llorar aún más. Hoy he hablado con mamá. Me ha preguntado cómo iba con el estrés de los exámenes. Quiero contarle todo, pero no soy capaz.
20 de Diciembre de 2012
Las clases han terminado y ya he vuelto a casa. Mamá me ha recibido preguntando por si llevaba mucha ropa sucia en la maleta y papá se ha esforzado y me ha dado dos besos. Hacen lo que pueden. Nada más llegar, me he tumbado en la cama y después de mirar a los altos techos de mi habitación, me he girado para alcanzar a Rani. Después de abrazarla y sentirme en parte reconfortada, he salido a cenar. Durante la cena, mamá ha comenzado a preguntarme por los planes que tengo para nochebuena y nochebuena. "Salir, supongo", he contestado, aunque lo que realmente me apetece es irme a dormir antes de que se den las primeras muestras de fiesta y alegría.
31 de Diciembre de 2012 - 1 de Enero de 2013
No ha sido una buena noche. Es la una de la madrugada y ya me encuentro en la cama, llorando como de costumbre. Sin saber por qué, sobre las ocho de la tarde, un profundo sentimiento de tristeza se ha apoderado de mí. He intentado buscar la razón, pero sin resolución alguna, he sucumbido a la tristeza. Siempre intento con todas mis fuerzas no llorar delante de ellos, ya tienen suficiente, pero esta vez no he sido capaz. Yo lloraba mientras mamá preguntaba por qué y yo respondía que no lo sabía. Papá me miraba con desprecio desde el otro lado de la mesa, soltando expresiones como "trastornada" y "desequilibrada". Yo sintiéndome cada vez más diferente y culpable, acentuaba mi llanto, fallando de nuevo en la tarea de dejar de llorar.
No quiero llorar más, no quiero seguir siendo diferente, quiero que alguien me entienda, que alguien me salve.
5 de Enero de 2013
La situación se calma poco a poco en casa. En un principio, tanto papá como mamá estaban profundamente enfadados conmigo. Mamá intentó hablar conmigo al poco tiempo, pero él se mantiene impasible a mi dolor, haciendo que me sienta un mero gasto más de todos los demás.
8 de Enero de 2013
He cesado en la tarea de intentar estudiar. Resulta decepcionante según mi historial académico y mi usual obsesión por los estudios, pero no puedo con ello. Cada vez me encuentro más deprimida y apática. Intento no hundirme, pero el entorno y la parte oscura de mi ser están ganando la batalla.
9 de Enero de 2013
Las cortinas de mi habitación ondeaban movidas por el viento y la lluvia. Los ojos me pesaban y mi mente pedía urgentemente descansar. Después del habitual momento de llanto presueño, finalmente logré dormirme. Por la mañana, después de la tormenta, he experimentado una sensación que añoraba. Podría describirla como paz: sosegada, con una alegría simple y nada compleja. No recuerdo del todo que ha sucedido durante la noche. Caí rendida a Morfeo y empecé a soñar. Las fases del sueño pasaban con los minutos hasta que de forma cíclica pasaba por el sueño REM y produciéndose así mi fantasía. Paseaba por casa y todo se encontraba sutilmente iluminado por una luz que incluía la extrañeza del azul y la leve calidez del amarillo, produciendo así sensaciones contradictorias. Ya en la cocina, un alma pura y desnuda, de aproximadamente dos metros, se encontraba frente al frigorífico. Al entablar cierto contacto visual, estiró su mano, indicando así que me uniera a él y dejara toda esa oscuridad apartemente cálida, para así introducirnos juntos a la brillante luz que producía el frigorífico. Sé que parece absurdo y que es posible que lo sea, pero no puedo dejar de pensar en ello dado su efecto en mí. ¿Cuán importante puede ser el producto de mi propia imaginación? Durante toda mi existencia consciente, he dejado que mi matiz pesimista y oscuro me dominara, sentenciara qué sería capaz de hacer y de pensar. Pero ahora, que mi psique ha sido capaz de hacerme salir de apatía habitual, debo tacharlo de absurdo.
12 de Enero de 2013
Dormir resulta cada vez más atractivo. He soñado durante varias noches con él, con ella, con ese ser carente de género y sexualidad. Mientras que la vida ahí fuera se endurece, el sueño permanece casto e impenetrable por las manos ajenas o incluso las mías. No ha sido contaminado por mi voluntad inherente de caos y desdicha.
Con la última entrada, mis ojos comienzan a cerrarse. Es demasiado temprano. Me dirijo a mi habitación y aún con ese cuaderno en la mano, apoyo un lado de mi rostro en la almohada, haciendo que esta descienda. Continúo pasando las páginas del cuaderno y cuánto más leo, más consciente me hago del acierto que es vivir así. Miro el reloj y caigo en cuenta de que aún quedan varias horas para acudir a mi visita. Dejo el libro en la mesita, cojo el reloj, establezco la hora en la que tiene que sonar y cierro los ojos para volver al estado del que nunca debía haber salido.
Fundido en negro y sueño.
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La vida onírica
Science Fiction"Si un artesano estuviese seguro de soñar por espacio de doce horas que es rey, creo que sería casi tan feliz como un rey que soñase doce horas que es artesano." ...