"... el bien del pobre... no consiste en atender a las necesidades
corporales... Dios quiere las almas ... el mal no es el
hambre, el frio, la enfermedad ni la desnudez, no es el
abandono ni el desprecio de los hombres... el mal es el vicio
... el pecado".(39)
"Ideas falsas que del pobre tiene el mundo: la primera es
considerarlo como desgraciado... el Evangelio lo declara
féliz".(40)Con demasiada insistencia se publican, en las columnas de ciertos diários, frases sobre "la triste condición de los pobres" y, lo que es peor, otras como ésta: "la clase obrera, deseosa de tener en, el Congreso sus representantes, ha comenzado a trabajar para obtener el triunfo de sus candidatos"... ¿No es esto, en verdad, una completa aberración sociológica? ¿Qué quiere significarse en Chile cuando se dice 'la clase obrera', en contraposición a otras clases que, gracias a Dios; no existen? Escuchad bien:
"En Chile, por nuestras Leyes, no hay clases ni castas; todos los ciudadanos son iguales; en nuestra sociedad, escepto las naturales diferencias que tienen su origen en la diversidad de caudales, ilustración y virtudes, no hay otras diferencias... ¡Y la llamada 'clase obrera' creyó que era otra clase y como clase comenzó a obrar! ... He aquí el mal, el terrible mal... Peleaba ya el pueblo en las lides de la igualdad cuando ya poseía esa igualdad, cuando con su lucha destruía esa igualdad... ¡Ojalá que . . . los que aman la patria se detengan un momento a atajar el mal que comienza!"(41)
Hay todavía otros periódicos que osan atropellarnos con la monserga de la "soberanía popular", que consistiría.-según ellos- en el derecho del 'bajo pueblo" a regir los destinos de todos. Pero, ¿queréis que os diga cuál es la sustancia real de esa soberanía?"Escucha esas vociferaciones, ve esos rebaños de hombres andrajosos que arroja el fango de los arrabales: es el motín que pasa. Ha apestado el aire. He aquí 'el pueblo'... ¡el pueblo soberano! Esa mescolanza de pálidos mata-perros, de vigilados por la justicia, de horrorosas bacantes, esas frentes estúpidas y embadurnadas de vino -¿eso es el pueblo?- ¡Vaya pues! Eso es lodo humano... horribles pigmeos, impuro cardumen que ahúlla y que degüella".(42)
El problema aquí, caballeros, no consiste en dar representación política a esa -mentada- "clase obrera". Ni se trata de transformar en soberano de este país a la hez de su sociedad. Más bien, de lo que se trata es de dar "amo" y a la vez moralizar al "vagabunderío, ese manantial inagotable de vicios, crímenes, y que tantas causas fatales concurren a aumentar en las poblaciones".(43) Esas "pandillas de huachos", las bandas de "rotos alzados", las "gavillas de cuatreros", las "colleras de cangalleros", los "encierros" de ociosos, mal entretenidos y tahúres, las "nubes de mendigos" y las "reuniones de mujeres" que se congregan en las puertas de los billares y cafés, constituyen una amenaza cierta para la sociedad honorable y civilizada en la que vivimos cristianamente. ¿Y sabéis por qué? En primer lugar, porque ese vagabunderio es gentuza que vive "sin Dios ni Ley", escandalosamente, ofendiendo la vista y desmoralizando a la juventud, como lo prueba el Informe de don Manuel Pérez, don Isidoro Errázuriz y don Pedro Félix Vicuña, que en uno de sus párrafos dice que "casi todo el sexo débil(mujeres). se prostituye y se consume en forzada inacción: que los niños en nada se ocupan".(44) En segundo lugar, porque esa gente, inclinada como está por naturaleza al robo, la insolencia y el desacato, constituye una amenaza permanente al derecho de propiedad y a la majestad de la ley y la autoridad. Por último, porque su invencible proclividad a la holgazanería sustrae sus brazos del trabajo productivo que puede engrandecer a nuestra nación. Comprenderéis que una amenaza como ésa, que afecta a los fundamentos mismos de nuestra civilización, debe ser eliminada, a cualquier costo. Es por esto que hemos encomendado a nuestros Intendentes, Gobernadores, Subdelegados e Inspectores el cumplimiento irrestricto de una tarea fundamental: "la persecusión de los vagos ... la estirpación de estos parásitos ... estinguir las reuniones crapulosas que se forman en algunos bodegones o cuartos de mujeres perdidas que viven juntas escandalosamente y son una verdadera peste de la sociedad".(45)
La guerra contra el vagabunderío debe comenzar, necesariamente, por la extirpación de los niños "huachos" que infestan calles y plazuelas y levantan algazaras insoportables que se alargan durante todo el dia. Son sus madres las que, irresponsablemente, los descuidan e ignoran, mientras ellas pemanecen, semidesnudas, lavando y parloteando en los pilones y acequias de la ciudad.(46) En consecuencia, nuestros bandos y ordenanzas de policía se han orientado, primero que nada, a combatir la vida escandalosa y la irresponsabilidad maternal de esas mujeres: