Prólogo

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***

Kurt Hummel caminaba al lado de sus mejores amigas Rachel Berry y Mercedes Jones. Habían terminado ya la última clase del día, por lo que debían irse a sus casas. Berry y Jones tomaron caminos distintos a él de Hummel, quien siempre tomaba el autobús a unas calles cerca de la preparatoria. Se sentó en la banca habitual a esperar la llegada del autobús.

Revisó su celular y leyó el mensaje de su hermano Finn, que le decía que sus padres no estarían en casa y que él tampoco, le dijo en donde estaría la comida y se despidió de él con un "Te quiero❤️". Kurt suspiró. No le agradaba la idea de estar solo en casa sin saber hasta qué horas se dignarían los demás en llegar a casa. Odiaba comer solo en su habitación y odiaba tener que esperar a los demás. Pero nada se compara a a su miedo más grande:

La oscuridad.

Odiaba la oscuridad, le aterraba la oscuridad. Cuando su mamá aún vivía, ella lo acompañaba en la cama acariciándole el cabello y susurrándole palabras de amor hasta que se quedara dormido. Además, ella dejaba prendida una lámpara en forma de dinosaurio por si Kurt despertaba en la madrugada.

Subió a su habitación después de servirse la comida y cerró la puerta con pestillo. Mientras comía y mandaba mensajes a sus amigos, decidió que sería una buena idea meterse a la ducha, no le gustaba oler a sudor. Sacó su ropa limpia y comenzó a desvestirse. Primero la camisa, después los zapatos y cuando iba a quitarse el pantalón sintió una mirada detrás suyo.

Miró a la ventana y visualizó la silueta de un hombre con chaqueta negra y lentes oscuros. No pudo verle el rostro, pero se le hacía bastante conocido, de algún lugar, no sabía cuál de todos. Se acercó a la ventana y bajó las persianas con miedo. Solo pudo ver cómo aquella persona bajaba los hombros con desesperación.

"Finn, ¿en dónde estás?"
"En casa de Rachel, ¿por qué? ¿Está todo bien?"

"Creo que alguien ha estado observándome desde afuera de la casa.
Tengo miedo".

"No te preocupes, de seguro solo es alguien que deambula por ahí. Cierra la casa con seguro. Llego en unos minutos".

"Sólo apresúrate, ¿sí?".

Bloqueó la pantalla de su celular y lo tiró a la cama. Volvió a la ventana y abrió solo un poco la cortina, apenas podían verse sus ojos desde afuera. Aquella silueta seguía ahí, podía sentirlo, pero estaba oculta.

Blaine Anderson casi fallaba, casi era descubierto por Kurt, su Kurt. No permitiría que el chico supiera que lo seguía hasta su casa todos los días y que lo observaba a donde fuera que vaya. Aún no era tiempo, aún estaba planeando lo que haría.

Porque Kurt estaría con él, cueste lo que cueste.

Prohibido. [Síndrome de Estocolmo].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora