Capítulo 7

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Blaine

—¿Qué harás qué?— Sam abrió los ojos y me miró sin creerlo.

—Así es Sam, Kurt debe saber quién es su acosador. Le diré hoy, hoy mismo.— sonreí de lado con cinismo y Sam jadeó.

—De verdad que te has vuelto loco Blaine, un desquiciado.— Sam me tomó del brazo, obligándome a mirarlo.

—Querías que me detuviera, pues bien, me detendré.

Lo admito, no sabía que estaba diciendo en esos momentos. Me sentía más enfermo que nunca, diablos.

—Pero no así Blaine, no le digas nada. Deja las cosas inconclusas para él y la policía, te meterás en graves problemas.— dio un paso hacia mí—. Nos meterás en GRAVES problemas.— negó rápidamente.

—¿Crees acaso tú que dejaré que las cosas se queden así? ¿Qué Kurt se pasee por ahí sabiendo la verdad? Oh no, no, no, no, no soy tan idiota.— Sam abrió los ojos y la boca.

—Dime que estás bromeando. Blaine, dime que estás bromeando.— reí y negué—. ¡Blaine, no! Blaine no, Dios mío no.— el rubio se echó a llorar—. Te lo suplico Blaine, no lo hagas.

—Sam, estuvimos tú y yo planeando esto desde el inicio.

—¡Pensé que estábamos en una broma! ¡Jamás pensé que sería real! Si me hubieras dicho antes que no era una broma, créeme que te hubiera dejado solo en esto.— despeinó su cabello.

—Yo pensé que no sabías que no era una broma.— lo miré fijamente—. Es tan raro como olvidas las cosas Sam. Como un día estás de acuerdo y después no lo estás.

Sam se tapó los ojos—. Blaine, siempre pienso que todo esto es una mentira, siempre escapo de la realidad y me digo a mí mismo que esto es solo una broma de muy mal gusto, pero después, lo veo en realidad. Estás demente, has perdido la cabeza.

—¿Estás conmigo?— coloqué mis manos sobre mis caderas—. ¿O no?

—¿Me estás poniendo a elegir?— entrecerré los ojos—. ¡Blaine, no! Blaine, no me hagas esto Blaine.— suspiré.

Si debía elegir debía ser rápido, no tenía todo el tiempo del mundo. Me acerqué a la puerta de mi departamento y la abrí, indicándole que saliera. Sam me miró con los ojos llorosos y llenos de tristeza, pero después de unos segundos de súplicas suspiró, tomó sus gafas y salió del departamento.

—Si tienes algún problema... Solo llámame ¿sí?— se limpió la nariz y se alejó.

Suspiré y cerré la puerta del departamento, echándome atrás en mi sillón y cerrando los ojos con fuerza. Una hora después decidí llamar a Tina, ella me ayudaría. Tres tonadas después, Tina me contestó gritándome desde el otro lado de la línea.

—"¡Estás demente! ¡Demente! ¡Sam ha estado llorando como loco desde que me llamó por tú culpa! ¡Aléjate de nosotros, Blaine! ¡Aléjate!"

Tina colgó y despegué mi celular de mi oreja con furia. No los necesitaba en esos momentos, no me serían de ninguna ayuda. Diciéndome lo que debería hacer o qué no. Qué les den. Pero aún así, mandé un mensaje a Sam.

"Olvídalo amigo, no haré ni una mierda".

Nadie ni nada me detendría. Kurt estaría conmigo, costara lo que costara.

Kurt

—¿Seguro que estás bien?— Sebastian asintió después de curarle la cortada en su labio.

Prohibido. [Síndrome de Estocolmo].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora