Capítulo 15

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Finn

Riley y yo ingresamos dentro de la habitación con una mesa metálica en medio y dos sillas en cada extremo de la misma. En una de las sillas se encuentra sentado Sam Evans con las manos y pies esposados por precaución. Él mantenía su mirada fija en la superficie de metal pero con unas sonrisa casi macabra.

—Bien hijo, vamos a comenzar con una simple pregunta que quiero que me contestes. ¿En dónde metieron a Kurt Hummel?— Riley miraba de reojo al rubio.

—¿Qué? No puede esposarme y esperar que le responda todas sus dudas señora.

—Sí puedo y acabo de hacerlo.— Sam bufó—. No seas más cómplice de esto chico, debes decir toda la verdad.

—Mire, usted quiere que le responda, yo quiero que me libere.— Sam movió un poco las muñecas para señalarse, aunque sin mucho éxito.

—Cometiste un crimen, no puedo liberarte. Eres una amenaza para la sociedad.— Sam rió con ganas.

—Bien, soy una amenaza para la puta sociedad. Enciérreme si quiere señora, puedo vivir toda mi puta vida en prisión y verá que jamás le responderé sus preguntas.— miré a Riley.

—Sam, esto es serio. Date cuenta de lo importante y serio que es este problema. Ayudaste a Blaine a secuestrar a mi hermano, llevárselo a quien sabe dónde y después, matas a Karofsky. Abre los ojos y mira que mientras Blaine está disfrutando en aquel sitio, tú estás dentro de la estación de policías esposado a una mesa.— Sam me miró con los labios fruncidos.

—¿Sabes? Por un momento me tuviste, estaba a puuunto de decírtelo todo, pero ¿sabes algo? Esto no es una jodida película en donde todo se soluciona. Tu hermano está muerto, violado por Blaine y metido dentro de una bolsa que tiramos en un maldito río a las afueras de la ciudad. ¿Eso querías saber?

Mis ojos se volvieron cristalinos. Riley me susurraba que solo era una distracción para que me sintiera mal y que dejara de cuestionar. Me comentó que eso era muy común entre los asesinos y los locos mentales. Me dijo que le había pasado algo similar con la muerte de su hija.

—Tienes que darnos toda la información del paradero de Kurt Sam, solo así bajarás unos dos años de tu sentencia.— Riley miraba a Sam desde su silla.

—Ni hablar.

Riley miró a uno de los policías y le hizo una seña. El policía captó de inmediato y aplicó la tortura en las manos de Sam, haciéndolo gritar de dolor. Sam se retorcía. Supongo que te claven cosas en las manos no debe ser ni de lejos, una hermosa sensación.

—Será mejor que hables ahora Sam, porque cuando encontremos toda la mierda en las que te metiste, te juro.— Riley se acercó hasta su rostro, tirando del cuello de su camisa—. No, te prometo que jamás saldrás de la cárcel.

Pude notar a Sam nervioso. Después de todo, las palabras de Riley sí habían causado efecto en él. Riley es una mujer muy fuerte, madura y que sabe cómo tratar con las personas de diferente modo según sea el caso. Y aunque ella está marcada por un horrible pasado con su hija, se mantiene fuerte ante todo. Ella tiene coraje y valor. La admiro muchísimo.

—Llévenlo a la celda.— Riley negaba molesta por la actitud de Sam—. Mañana mismo intentaré comunicarme para ponerle fecha al juicio.— ella se giró hacia el rubio—. Y más te vale encontrar unos buenos abogados, porque te juro que te voy a aplastar maldita basura.

El oficial sacó a Sam de la habitación antes de que Riley se le tirara encima y no sólo hubiera un crimen, sino dos. Riley hablaba tras una línea con su celular pegado a su oreja, ella estaba sumida en sus pensamientos y se veía muy interesada en lo que le decían en la línea. Me hizo una seña para que saliera detrás de ella y así lo hice.

Prohibido. [Síndrome de Estocolmo].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora