Kurt
La tarde era fría y la casa estaba en total silencio. Mi cuerpo rígido y amontonado como un bulto sobre la cama y las sábanas cubriéndome mientras las lágrimas bajaban por mis mejillas. No sabía cuánto tiempo había pasado desde la golpiza que Blaine me había dado, pero estaba seguro de que no pasaban más de tres horas. Incluso la sangre caliente salpicaba el suelo desde mis sienes. Me limpié los ojos con una de mis palmas y dejé caer el brazo para que colgara de la cama. Sollocé y me tapé el rostro con la mano sobrante.
La puerta de mi habitación se abrió en un delirante y espantoso chirrido. Acallé mis dolorosos gimoteos con la mano y me volteé en dirección contraria a la que me encontraba, dándole la espalda a aquella persona. El colchón se hundió y deduje que se había sentado en él. Cerré los ojos esperando más.
Siempre había más.
—Blaine, ¿puedes irte? no quiero verte...
No obtuve respuesta, en su lugar una mano se puso sobre mi hombro. Sollocé aún más fuerte y la mano se deslizó de arriba hacia abajo. Me quedé sorprendido. ¿Quién era y por qué no me había golpeado en caso de ser Blaine?
—¿Qué pasó ahora?
Me destapé el rostro. Collin estaba sentado en la orilla de la cama, con los ojos llenos de tristeza y la mandíbula tensa. Me senté deprisa sin saber qué hacer. Collin jamás había hecho esto, de todas las veces que había sucedido algo como aquello. Siempre me defendía de Blaine, pero apoyarme de este modo más... íntimo. Nunca.
—Collin... No, debes irte. Si Blaine se entera estás muerto. —mi voz tembló.
—¿Blaine matarme a mí? Te apuesto a que Blaine jamás me haría algo como eso. Solo te estoy ayudando... No tiene nada de malo, Kurt.
—Viste lo que le pasó a Santana aquella vez... —Con las manos temblorosas lo tomé del antebrazo, dirigiéndolo a la salida de la habitación. — No quiero que te pase lo mismo o que te vaya mucho peor, por favor.
—¡Mierda santa! ¡MÍRATE! —me señaló—. Estás en un estado tan deplorable. Dime Kurt, ¿qué pasó esta vez?
Me eché un vistazo de arriba hacia debajo de manera pausada. Tenía razón. Lucía del asco.
—Nn-no me ha-hagas decír-decírtelo p-por favor —tartamudeé.
—Kurt... ¿Qué sucede ahora?
—Blaine se molestó conmigo porque pensó que había hablado con Sebastian —un hipido salió de mi boca.
—¿Qué? ¿y es eso verdad?
—¡Claro que no! —me eché a sus brazos desgarrándome en el llanto—. Eso no es cierto, ¿por qué lo haría?
—Bueno, sabes que Blaine no está muy bien... No lo estoy justificando, pero al menos eso explica toda ésta mierda. —Me apretó aún más en sus brazos y me quejé al sentir el dolor en mis costillas.
—Duele —susurré
Lo siento —dijo—. Iré por el botiquín y voy a curarte todas estas heridas, ¿de acuerdo? Yo asentí y él salió de la habitación. Minutos después él entró y me ordenó que me sentara sobre la cama.
—¿En dónde está Blaine? —me atreví a preguntar. En realidad, me importaba mucho saber.
—No lo sé, sólo salió de la casa sin decirme nada.
En mi mente pasaron las peores ideas. ¿Qué tal si había ido en busca de Sebastian y le hacía algo horrible? o peor aún, ¿qué tal si lo mataba ahí mismo? Cuando Collin se inclinó hacia mí, me atreví a abrazarlo de su fuerte brazo y a esconder mi rostro en él. Sentí como los pectorales de Collin se tensaban y luego todo su cuerpo se relajaba. Aspiré el olor a cigarrillos y loción masculina que él emanaba.
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Prohibido. [Síndrome de Estocolmo].
FanfictionLa lluvia caía con fuerza sobre el paraguas color negro del chico de piel pálida y ojos azules domo el mar. Había llegado un poco tarde a la parada de autobús, así que tenía que esperar unos minutos más debajo de la intensa lluvia. Frente a él hay...