PRÓLOGO
¡HÁBLAME, PROFETA!
Era una pequeña puerta verde dentro de una arcada labrada en la piedra, construida con recios tablones verticales de oscura madera y pintada de lo que debió ser un verde vivo por los vestigios que aún quedaban de la pintura original, aunque ahora, el tiempo y el uso había hecho que el color fuera más parecido a un verde sucio veteado de zonas casi marrones. Allí donde los golpes habían desportillado la madera se podían intuir las sinuosas vetas de la envejecida madera como mudos testigos de todo lo que había vivido.
No era una puerta muy grande, pero sí resistente. La ocupante de la habitación lo sabe de sobra; lleva mucho tiempo dentro y han sido varias las ocasiones en las que ha tratado de salir al comienzo de su entrenamiento, cuando la sensación de encierro era necesaria, pero la superaba. Hace unos días terminó su entrenamiento sensorial; la barrera que rodeaba la pequeña habitación impidiendo que llegaran sonidos u olores ha sido levantada y ya es libre de salir cuando quiera, privilegio del que ha disfrutado cada minuto que no ha estado entrenando, llegando al extremo de no haber dormido ninguna noche en la sala desde que terminó la negación sensorial, buscando con ansia las estrellas para dormir al igual que lo hacía en su casa natal. Los sonidos de la sala común, que se encuentra al otro lado de la puerta, llegan hasta ella mientras termina la última sesión de meditación del día. Hace unos días recibieron la visita de una bella mujer, ya la había visto con anterioridad unos meses antes; en ambas ocasiones estuvo de paso y en ambas le llamó la atención su belleza. En esta última visita su maestro la instó a acercarse para presentarle a la mujer y descubrió con placer que la mujer era muy agradable y cercana. Le preguntó por sus orígenes y si echaba de menos a su familia -nadie se lo había preguntado hasta ese momento-, para terminar interesándose por su entrenamiento. Ella no supo qué contestar ya que no esperaba que alguien ajeno al Khames supiera de sus habilidades, pero fue su maestro quien respondió con sincero orgullo señalando que era una Eimin con muchísimo potencial, con dominio superior en el elemento del Fuego, evitándole hablar de algo que solía hacerle daño. Tras oír esto, la mujer sonrió dirigiéndole una mirada cómplice mientras se acercaba hacia ella con algo en las manos.
-Ten, querida -le dijo poniendo sobre la palma de su mano una piedra negra tallada con un dibujo de líneas blancas-. Es una piedra Zen de las tierras orientales. Son pequeñas obras de arte muy valiosas que encierran dentro un deseo. Este deseo es repetido por el tallador durante todo el tiempo que tarda en terminar el trabajo; lo que busca es infundir el espíritu de la solicitud en la piedra mientras susurra pacientemente innumerables veces, como si fuera un mantra.
-Es preciosa -dijo la chica mientras giraba en sus manos la brillante piedra, pulida hasta el extremo para eliminar cualquier imperfección-. Deben ser auténticos artesanos para convertir una piedra en este regalo. ¿Cuánto pueden tardar en terminar un deseo como este?
-Depende de muchas cosas, el tiempo de creación no depende tanto de la piedra como del deseo que se quiera imbuir dentro de ella -respondió la bella mujer mirándola a los ojos-. En este caso, el artesano tardó un año en terminar este deseo, golpeando, soplando y susurrando a la piedra durante más de trescientos días hasta conseguir afianzar el deseo dentro de ella y después grabando la runa que lo retiene dentro.
-¡Madre mía! -Los ojos de la chica casi se salen de su cara al oír esto-. No sé si puedo aceptar el regalo. -Sus anhelantes ojos miraron a su maestro mientras dudaba qué hacer. Él, con un suave movimiento de los ojos pareció indicarle que podía aceptar el regalo. Una enorme sonrisa se dibujó en su cara-. Muchas gracias de nuevo.
-De nada, querida. -Un esquivo guiño acompañó la sonrisa de la mujer.
-¿Qué significa la runa? ¿Tiene relación con el deseo que retiene?
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De cómo Gunthar perdió el colgante
FantasyAño 750 d. C. Damasco, sede del califato Omeya. Las revueltas encabezadas por las hordas abasíes hacen peligrar la estabilidad de una dinastía que ha gobernado durante cien años. En medio de este convulso escenario, el aparentemente extinto clan de...