CAPÍTULO I: Así es Teiko; así son Kise y Aomine

1.1K 75 4
                                    

 

Desde hacía años que su familia había trabajado para ellos; para esos rubios.

Y todo por su color de piel.

Así venía siendo las últimas décadas. La única diferencia es que ya no se le llamaban esclavos domésticos, sino sirvientes. Aunque debía agradecer que mínimo tuviera un sueldo, algo miserable, pero sueldo a fin de cuentas. También que los latigazos ya no estaban permitidos. Pero iba siendo la misma mierda de amo-dueño que todos conocían.

Era un verdadero fastidio para alguien como él. Él, que se consideraba tan malditamente bueno en todo y que nadie podía ganarle, nadie excepto él mismo. Y aun así, tenía que denigrarse a eso, a verse como un objeto cuyo valor dependía de su utilidad y eficiencia física para esos «blancos de mierda», así les llamaba.

Era el alfa oscuro más poderoso de todo el lugar y debía esconder su olor para no llamar la atención ni causar pánico a sus patrones.

En este lugar dominaban dos ámbitos; clasificaciones que te daban privilegios o privación de ellos:

1. Tu color de piel: cuantos más genes blancos tengas, mayores privilegios tendrás. Las clasificaciones eran...

I. Blanco puro.

II. Blanco.

III. Acanelado, algunos también les llaman los Brown sugar o clase media.

IV. Moreno.

V. Moreno inferior.

VI. Negro

2. Si eras Alfa, Beta u Omega.

Aomine Daiki era un A-V o un Alfa de rango V: «Moreno inferior».

Aunque ser de la clase media o acanelado no era garantía de nada, también podías acabar atendiendo a la clase I y II. Las más privilegiadas de todas.

Así funcionaba el mundo, en especial en su región. Se encontraban en el Estado de Teiko, con reglas tan antiguas como el polvo, cuyos líderes amaban la servidumbre, pero sin quitar el odio y repugnancia por ese color moreno, oscuro, negro, que juraban era obra de demonios y enfermedades.

Había tantas reglas en ese lugar, las más importantes eran conocidas por todos a temprana edad y llevadas a cabo con obediencia incuestionable... en algunos casos. La más importante, y la que la mayoría seguía por miedo, era no mezclarse entre rangos de color de piel, ya que si terminabas encontrando a tu vínculo del alma, solo podía terminar en tragedia: al de menor rango lo acababan encarcelando o asesinando para que así el otro pudiera buscarse una pareja más... "adecuada".

Para eso se habían creado no sólo las pastillas supresoras, también las pastillas que eran comúnmente llamadas pastillas de la ceguera. Su función era, básicamente, lograr que las parejas destinadas no se conocieran. Nadie sabía a ciencia cierta cómo funcionaban, pero habían logrado disminuir drásticamente el número de incidentes en cuanto a ese asunto. Ya eran contadas las parejas que lograban unirse, y eso principalmente en los rangos inferiores: IV, V y VI, que no tenían el dinero para pagarlas y les permitían "aparearse" con su pareja destinada.

Pero para los blancos, era otra historia. Su obligación era tomarse esas dichosas pastillas por su bienestar social. Para así lograr uniones benéficas.

Eso era algo que Kise Ryota detestaba. No importaba cuánto hablara con sus padres sobre dejar de tomar las pastillas de la ceguera, ellos seguían insistiendo. En especial, para alguien como él, un Omega de clase I.

La pregunta que constantemente rondaba en su cabeza era cómo se sentiría encontrar a su pareja. De verdad ansiaba descubrirlo, pero si antes era difícil, con esas putas píldoras lo era aún más.

Medios Tonos (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora