CAPÍTULO XII: El turno Omega

362 46 16
                                    


Ese día sus alumnos se habían comportado de una manera preciosa. Todos tan participativos, sus trabajos bien hechos. Y como se trataba de él, muchos querían platicarle lo que habían hecho el día anterior.


Así era Tetsu, sí era difícil de notar al principio, pero una vez que captaba tu atención, no podías apartar tus sentidos de él. Secretamente algunos de sus alumnos fantaseaban con el peliceleste, especialmente los Betas.


Vale, mientras que unos pensaban que no tenía mucho chiste ese Omega, otros opinaban lo contrario. Esos ojitos de cielo y voz tranquila incitaban a sumergirlos en un estado pleno de satisfacción.


Su jornada terminó, pero notó extraño a uno de sus alumnos. Así que se acercó a él: era Himuro.


—¿Te sientes bien? Estás algo colorado —cuestionó suave y apenas tocando a su alumno.


El pelinegro le dio la espalda— Sí, tengo que irme. Debo ir al trabajo —afirmó echándose a correr sin permitir que su maestro hiciera más preguntas.


A Tetsuya se le hizo extraño, pero prefirió no comenzar a perseguir a su alumno. Solo esperaba que de verdad estuviera bien, pues ese olor extraño, ajeno al de algún celo, invadía ese cuerpecito y por eso había sospechado que Tatsuya no estaba del todo bien. Ese olor era casi picante para la nariz, no muy agradable.


Sin más, se dirigió a su departamento.


Pasó por un restaurante, uno que le gustaba por sus bebidas. Y pues... era viernes, así que un gustito no hacía daño.


Entró al establecimiento, yendo directo a la mesa que siempre ocupaba. Sorprendiéndose cuando, al poco de tomar asiento, otra persona lo hizo. Y oh, sí, era ese Alfa pelirrojo que lo había puesto muy nervioso.


—Hola, Kagami —saludó cordial. Pero no se esperaba para nada la reacción del otro: gritar.


—¡Rayos, perdón! —exclamó apenado— ¿Estaba... —le iba a preguntar si ya estaba sentado ahí, pero iba a ser obvio que no lo había visto, así que mejor se abstuvo de hablar.


—Sí, ya estaba aquí —sonrió—. Creí que por eso habías tomado asiento —le confesó algo apenado. Qué vergüenza que de verdad ese Alfa no lo hubiera notado. De nuevo ahí estaba, otra señal de que simplemente a ese joven no le atraía para nada.


—Disculpe —se removió algo incómodo en su lugar. Pero en cuanto les entregaron las cartas, se sintió con más confianza—. ¿Le puedo invitar algo? Fui muy grosero —pidió un tanto galante y pretendiendo que todo estaba bien.


—No te molestes, Kagami. Yo... —antes de poder continuar hablando, fue interrumpido cuando una joven abrazó por detrás al Alfa.


—¡Aquí estás! —exclamó esa rubia sonriente. Y Tetsuya solo se quedó calladito en su lugar, observando cómo interactuaban esos dos. Cómo se tocaban esos dos.


Taiga apartó a la joven— Disculpe, ¿me decía? —dentro del Omega, detestaba que le hablara tan formal.


—Yo ya me iba —tomó sus cosas al tiempo que se iba despidiendo—. Con permiso —salió rápidamente de ahí, con un peso muy extraño en su pecho. Oprimía con ganas.


Quería ponerse a chillar y ni sabía por qué. Él no era un Omega chillón que ante un rechazo se comportara infantilmente.


Sentía su cuerpo temblando, ajeno a su voluntad. Y se asustó, no reconocía la respuesta que su cuerpo le estaba dando. Jamás le había pasado algo así y eso lo alteró aún más.

Medios Tonos (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora