Confesión

185 24 18
                                    

I

La preocupación de Yuri por sus seres queridos le resultaba encantadora. Que Yuri estuviera furioso como un gato le resultaba adorable. Si Yuri se sonrojaba le parecía lo más lindo que había visto en su vida. Cuando Yuri hacía berrinche le parecía muy dulce. Amaba todo de Yuri.

Admiraba todo de él, desde que lo vio por primera vez en aquella clase de ballet cuando eran niños, se había quedado impresionado con la capacidad del ruso. Después de esa primera impresión no dejó de verlo, de prestarle atención, de saber de él. Y quería lograr a que ese rubio de ojos verde agua notara su existencia, que también valorara su forma de patinar, tal vez no tan delicada y artística como la de él, pero muy buena al final. Al principio fue simple competencia, quería ser mejor que él, ser mejor que todos esos chicos rusos con talento innato, hasta que comenzó a dejarse llevar y prestar más atención a cada detalle del chico. De repente se descubrió observando atentamente el largo de sus pestañas, lo fina que era su cintura, lo bello que era su cabello, y comenzó a preguntarse que se sentiría tocarlo... Cuando se percató de este tipo de pensamientos intentó evitarlos por mucho tiempo, hasta que al fin tuvo la oportunidad de hablar con Plisetsky y todos esos esfuerzos por quitarlo de sus pensamientos se fueron por la borda. Comenzaron a ser amigos, muy cercanos, y entre más tiempo pasaba con Yuri más confirmaba lo que ya se temía, se había enamorado perdidamente del pequeño patinador. No sabía que hacer, pensó nuevamente en ignorar sus sentimientos pero estos se hacían cada vez más fuertes con el paso de los días, y el tener que convivir con él se le hacía cada vez más difícil. Quería poder tocarlo, abrazarlo, besarlo y a la vez se regañaba internamente, no quería perder la amistad del ruso cuando éste descubriera que lo amaba. Aún así... últimamente creía que no podría seguir mintiéndole y mintiéndose así mismo. Cuando el otro día le había dicho que sentía celos no había mentido, no sabía si podría soportar seguir siendo por siempre el amigo de Yuri.

Unos días atrás, antes de enterarse de la pelea de Katsuki con la ex de Víktor, lo había acompañado a una de las pistas de patinaje que donde solía entrenar. Todo era perfecto, verlo patinar, jugar de vez en cuando con él, verlo reír tan feliz...no podía pedirle más a la vida, pero su burbuja de felicidad se rompió cuando unos conocidos Plisetsky se acercaron a saludar. Cuando le dijo de ir a esa pista imaginó que habría gente que él ya conocía, como Mila o Georgi, pero habían más personas de las esperadas, entre ellas este grupo de chicos, entre ellos un chico en especial que se la pasaba encima de Yuri. Sentía como la temperatura de cuerpo aumentaba y apretaba sus puños ligeramente, sabía perfectamente lo que estaba sintiendo y no lo iba a negar, eran celos. Cualquier otra persona no hubiera notado ni un solo cambio en su rostro, pero no así el rubio que se acercó preocupado a preguntarle que le sucedía, al verlo así reaccionó y se tranquilizó. Luego vino lo que sucedió con Nikiforov y el otro Yuri, vio nuevamente como se preocupaba por los patinadores. Seguía pareciéndole dulce, él mismo se preocupaba por ellos, pero en él fondo también sentía ese cosquilleo en el estómago, que le decía que no quería compartir al rubio con nadie. En ese momento lo supo...se dio cuenta de que no iba poder ser siempre su amigo, que no iba a poder tolerar verlo con alguien más, aunque si esa era su felicidad no se interpondría, pero si se alejaría. Definitivamente no podría ver al ruso en los brazos de otra persona. Y con ese pensamiento al fin resuelto, se decidió por terminar confesando sus sentimientos. Tal vez Yuri lo golpearía, tal vez lo odiaría, pero buscaría la manera de que lo entienda, lo que menos quería era perder su compañía, su amistad.

II

Eran las diez en punto de la noche y ambos recién terminaban de lavar los platos. Después de cenar el abuelo de Yuri se había despedido para irse a dormir y ellos dijeron que se encargarían de la mesa.

Decir te amo [Yuri On Ice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora