05.

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En ese momento sonó el timbre de la casa y fuimos a abrir la puerta, llenos de harina y masa.

 

-¿Quién es? –preguntó Sean-

-La madre de Carla.

Mire a Sean con mis ojos como platos y comencé a temblar como nunca antes, ella era un hueco en mi vida que no podría rellenar, nunca me brindo el amor de madre, y al llevarse a mi papá lo único que hizo fue quitarme el amor de mi único padre.

Abrí la puerta temblando y asustada por la persona que se encontraba al otro lado.

 

-¡Hola! –dijo gritando y alzándome al mismo tiempo-

-Dios mío, no hagas eso, casi me da un infarto, muero aquí en la casa de Sean y después piensan que me violo para después asesinarme, igual, no lo dudarían ni un segundo.

-Arruinaste mi plan. –dijo Sean en tono de broma-

-¿Ves? –dije señalándolo con mi dedo pulgar– nadie lo negaría.

-Eso ya lo sabe todo el mundo –dijo Sebastian-

-¿Entras?- ofrecí a Sebastian-.

-Claro, ella es la mujer de mi casa –dijo Sean, con un sarcasmo notable-.

-Si cariño, si.

 

Entramos con Sebastian a la casa y le di un poco de desayuno, desayunamos todos juntos y riendo, minutos después de haber terminado, abren la puerta y la mamá de Sean atraviesa el umbral de la puerta de la cocina.

 

-¡Hola chicos! Qué alegría verlos, ¿Cómo están?

-Muy bien Andrea, ¿y tú? ¿Cómo has estado?

-Bien Carla, sabes cómo es la vida de una anciana.

-Andrea, no eres anciana.

-¿Por qué le mientes? –dijo Sean en tono burlón-

-Gracias hijo mío, siempre tan lindo con tu madre.

-¿Por qué las mujeres están tan sarcásticas hoy? El sarcasmo me lastima  -dijo Sean llevándose una mano al pecho para simular dolor-

-Hijo no seas tonto, creo que el doctor en verdad te dejó caer al nacer –lo miro con un aire burlón- Mentira hijo, eres muy inteligente, un súper dotado mi amor.

-Mamá, ya, suficiente por favor.

-Bueno hijo, por esto en la alacena.

-¿En serio Andrea? ¿Acaso sabes el montón de comida que hay en la alacena? –Intervino Sebastian por primera vez en la conversación–.

-Sí, ¿pero tienes idea de cuanta comida se come Sean en tan sólo un día?

-Buen punto –dijo Sebastian haciendo ademán de sabiondo–.

 

Después de hablar durante un tiempo, decidí darme un baño y cambiarme, así que subí a la habitación de Sean y saque un poco de mi ropa, para luego entrar al baño y darme una relajante ducha, no muy larga por supuesto, y salí vestida. Busqué por toda la habitación la bolsa que había llevado al club la noche anterior, ya que ahí tenía mis maquillajes en un pequeño estuche de gamuza. Me aplique un poco de brillo –no me gusta mucho el maquillaje– y un poco de mascara para las pestañas. Baje y los chicos me miraron bajar por las escaleras.

 

-¿A dónde se supone que vas tan arreglada? –dijo Sebastian mientras pasaba canales con el control remoto–.

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