Capitulo 4

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En el Alba, los mayores ayudaban en hacer el equipaje de su hijo, mientras este se vestía y llevaba una manta para los climas tediosos.

Sus Padres le tendieron la improvisada bolsa, este les agradeció por todo y los despidió con un abrazo, y la promesa de regresar por ellos.

Por mi senda voy
llegare a mi meta
si lejana esta
fuerte sere yo.

Su canto le daba las fuerzas para seguir, cruzando lluvias torrenciales, riscos y varios obstáculos naturales, uno de tantos letreros le dio alivio al ver que su destino estaba cerca.

Cada paso a dar
mas me acercara
por cualquier lugar ire
sin miedo y con valor.

Llego al templo, entro y vio algunas pequeñas estatuas de dioses, también una de una hermosa chica de cabello corto con facciones delicadas y una tiara, por lo que decía el escrito, era la diosa Hera, esposa de Zeus. Pero para el parecía más un chico.

Dudo unos momentos en acercarse más a la imponente figura del dios del rayo, pero lo hizo de todos modos, se arrodilló y comenzó a orar.

--Poderoso Zeus, ayúdame por favor, quiero saber de donde soy y de donde pertenezco.

Por unos momentos sintió decepción, hasta que el viento entro rápidamente en el lugar, un rayo golpeó la estatua y esta comenzó a brillar.

Un tono blanco con azul la rodeo, la roca comenzó a moverse y los ojos se cerraron para volver a abrirse esta vez mostrando vida. Otabek tembló presenciando esto.

--Mi niño... mi pequeño, Otabek -sonrió la gran estatua, extendiendo su mano para alcanzar al chico, que sólo grito y salió corriendo despavorido.

Lamentablemente fue atrapado.

--Vamos Ota, después de todo estos años, ¿Así saludas a tu Padre?

--¿Pa-Padre?

--¿No sabias que tu Padre es famoso?, ¡Pues sorpresa!

Otabek no entendía mucho de lo que pasaba.

--¡Pero como has crecido!, Tienes los hermosos ojos de tu Madre, y mi fuerte barbilla, ¡Amazing!

--Espera... no lo entiendo, Si eres mi Padre, eso me hace a mi...

--Te hace un dios -sonrió.

--¡Un dios! -cayo de rodillas ante la impresión.

--¡Oye! ¡Tu querías respuestas!

--¿Y porqué me dejaron aquí? ¿No me amaban? -pregunto con temor el mortal.

--Yuuri y yo te amamos con todo el corazón, pero un maldito te arrebato de nuestro lado y te convirtió en mortal, y sólo los dioses pueden vivir en el Olimpo.

--Padre, ¿Hay algo que pueda hacer?

--Yo no puedo, ¡Pero tu si!

--Haré lo que me pida.

--Otabek, si demuestras ser un héroe verdadero volverás a ser un dios.

OtabekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora