Caminé bajo una gruesa capa de nubes tristes,
la luna se ocultaba en los brazos de la lluvia
y la voz de Frank sonaba en mi cabeza,
cantaba sobre volar hacia la luna
tomados de la mano
y aun después de tanto tiempo
tu rostro apareció,
alegre y risueño como acostumbrabas.
Mientras pensaba en ti
las farolas me observaban,
altas y majestuosas,
se inclinaban y me preguntaban sobre ti
pero la voz de Frank me absorbía.
El cielo dejó caer
sus amargas lagrimas al suelo,
el golpe constante de la lluvia
me traía recuerdos del pasado
pues nuestros discos viejos
sonaban igual.
Lo más increíble de todo
es que aún sueño contigo,
con esa noche
cuando el viento agitaba tú vestido de flores
mientras te robabas mi alma con cada mirada
y hacíamos promesas inocentes
a estrellas moribundas.
La lluvia arreció,
aceleré mi paso,
el recuerdo se borró,
tu rostro se volvió opaco,
la voz de Frank se apagó
dando paso a las notas
de Armstrong.
Mientras la melancolía me consumía
y la lluvia continuaba,
tu recuerdo despareció sin dejar un rastro,
una pista
o una dirección.