Despertar en medio de la madrugada entre el miedo y el placer no es algo que me agrade. Me he acostumbrado a hundirme entre la cenizas del sol para luego levantarme entre los cristales rotos de la oscuridad, pero desde que te conocí el miedo que me obliga a regresar a la realidad es fuerte y violento. El miedo me golpea mientras el placer acaricia las heridas con amargura, la agonía me besa con cariño cuando tu silueta danza en mi habitación.
El olor de las rosas inunda el cuarto, el alcohol se derrama por el piso y la espina metálica atraviesa la endurecida piel, esparce el veneno en mi cuerpo, vuelvo a sentir la dulzura de la oscuridad así como también siento el roce de tus labios.
