Después de haber tenido esa conversación con aquel licántropo llamado Fred decidí seguir volviendo a el pueblo.
En verdad me sonrojaba cuando me coqueteaba, y sí que tengo suerte que no matará a mi hermano pequeño.
Aparte tiene razón en algo, y es en que quizá el destino nos unirá más seguido tras el transcurso del tiempo.
Regresé al pueblo y vi que casi todos los pobladores murmuraban y rodeaban a algo o alguien.
Decidí acercarme y vi que era sobre Onnie. Era un cazador como yo, pero su nivel estaba a una pequeña parte que al mío.
-Que sucede?- pregunte a Mangle, otra cazadora. No suele salir tanto como yo.
-Alguien escuchó un rumor que Onnie puede ser criatura también- respondió.
Por qué todos ven a las criaturas como algo malo? No entiendo...
-Es una criatura!- gritó una mujer.
-Matenlo!- grito un hombre.
Éste estaba nervioso cuando luego me miró y sonrió de lado. Que te hice yo ahora?
-Light nos traiciona!- grito él- Se va a el bosque para ver una estúpida criatura! Yo la vi!-
En eso todos me miraron sorprendidos. Salí corriendo de ahí pero unos guardias me detuvieron.
-Eres una traidora, joven Light- dijo el gobernador, cabello y barba blanca- Y una de nuestras mejores cazadoras en toda la historia, una total decepción-
-No, espere! Sueltenme!- gritaba mientras me trataba de zafar, pero me di cuenta que ya estaba encadenada de las muñecas.
-Llevenla al patio principal para esta tarde- dijo.
-No!- grité, sabía lo que significaba.
Que era? En esta época por tal traición te cortan la cabeza.
Pasaron algunas horas y ese momento de mi perdición era ahora. Estaba pensando en una forma de escapar, desde ahora hasta donde iría.
Quizá a mi casa, de noche me escapó para ver a Freddy y contarle todo lo sucedido.
-Damas y caballeros, nos reunimos para darle el castigo por gran traición a nuestra cazadora favorita, Light- dijo el gobernador.
Acomodaron mi cuello y preparaban el filo. Mi corazón latía a mil por segundo, espero mi plan salga bien o mi cabeza se separa de mi cuerpo.
-Ahora!- grito aquel hombre.
Y justo antes de que cayera el filo al suelo me quité de ahí. Salí corriendo mientras me zafaba de las cuerdas de mis muñecas y salí corriendo a una parte donde podía esconderme.
Pasaron unas dos horas y llegue a casa sin que nadie se diera cuenta, mas nadie sabe donde vivo, afortunadamente.
Tomé una bolsa, empecé a guardar cosas como algo de comida una foto de mi familia, mis armas las cuales se pueden encoger y al terminar la cerré.
En la noche, me puse mi caperuza color azul oscuro, una que le solía pertenecer a mamá. Con el gorro me lo puse para cubrir mi cara.
Salí por detrás y vi a mi caballo que ya tenía alistado. Su nombre era Lee, y era de pelaje blanco.
Guardé en un lado del asiento la bolsa y me subí a Lee, para después sostenerme y cabalgar a la salida.
Cabalgaba lo más rápido que podía y antes de que cerraron los portones logré salir del pueblo.
Paré un poco a Lee para mirar el pueblo por unos segundos, para después cabalgar a el bosque.
Específicamente a el punto de encuentro con el que me encuentro con mi hermano para contarle todo lo sucedido.