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El lugar estaba apenas iluminado por la luz de unas pequeñas lamparas que se encontraban empotradas en esquinas especificas del cuarto, el cuerpo del ruso automáticamente se comenzó a entibiar por el calor que había dentro de la casa. Había algo en esa casa que hacía su corazón latir.

-Esta usted en su casa- dijo el pelinegro, mientras el peliplata no podía evitar ver como su cuerpo se movía tan gracilmente hipnotizandolo por completo, el de ojos chocolate fue poniéndose cómodo retirando de su cuerpo el abrigo y permitiendo al de ojos azules deleitarse con la forma de su figura tras la sombra que aún inundaba la habitación, pero antes de quitarse completamente el abrigo sintió como unos fuertes manos lo apresaban por los hombros sin hacerle daño, pero sintiendo con ese tacto una ligera corriente por todo su cuerpo, se giro por completo despojandose de su abrigo y dejando al ruso con este en las manos, encendió las luces y dirigió una sonrisa que encandilo más a su acompañante.

-¿Le ofrezco una copa?- un brillo de picardía se asomo en los ojos chocolate del pelinegro.

-Por qué no, me encantaría- El peliplata no sabía que le estaba pasando con aquel cantante, sus ojos, su boca, su voz todo en el lo incitaba a poseerlo pero no sólo era deseo, había algo más y aunque le gustaba le daba miedo porque sabía que si aquel pelinegro se llegaba a dar cuenta iba a ser su perdición. Con una sonrisa en el rostro dejo el abrigo en el sillón y siguió a su anfitrión hacia el mini bar que se encontraba en el centro de la habitación. La luz fue subiendo poco a poco iluminando cada rincón permitiendo a Viktor observar cada espacio y por algún motivo se le hizo un lugar muy cálido, no como su casa más bien la casa de su suegra.- Que ambiente más agradable- El pelinegro desde lejos pudo ver como poco a poco esa sonrisa en forma de corazón ampliándose y se sintió transportado, pero la voz del peliplata lo saco de su ensoñación- Tiene usted una casa mmm como decirlo, con un marcado estilo europeo.

-Nunca estuve en Europa-

-Yo creí- y al no saber que decir simplemente decidió quedarse en silencio, algo poco usual en él, a lo que Yuuri soló pudo sonreír.

Termino de preparar las bebidas y con algo más de coquetería en su andar acudió al encuentro del peliplata, extendiéndole uno de sus brazos le ofreció la copa sin dejar de hacer contacto con los ojos azul cielo y así brindaron y bebieron.

-No tiene usted la sensación de que esta no es la primera vez que estamos de esta manera- al peliplata le pareció ver un ligero destello en los ojos del japones, pero penso que solo era su imaginación.

-Mmm si Viktor, quiza... - Viktor lo miro expectante- en otra vida, o acaso no cree usted en la reencarnación- una sonrisa burlona se formo en el rostro de Eros lo que provoco en el peliplata un poco de enojo.

-Esto es serio Eros- el tono grave del ojiazul provoco que el pelinegro se pusiera serio- porque insiste usted en tratarme como un chiquillo- le termino de reclamar el peliplata.

-Es que no debo hablarle en otra forma, recuerde que es usted un hombre casado- el peliplata no supo que más decir, el pelinegro se dio la media vuelta- Por que no me habla de su esposa.

-¿Que quiere usted que le diga? Que no hemos sido felices.- el pelinegro se quedo a medio beber por el nudo que se empezaba a formar en su garganta- Le parecerá una mentira, pero mi matrimonio fue un fracaso- el pelinegro se fue girando poco a poco para encarar al peliplata y vio tristeza y soledad en esa mirada- Ojala pudiera comprenderme.

-Tratare de comprenderlo- tanta sinceridad en esos ojos azules tanto anhelo y deseo destilaban esas miradas que se llamaban y se atraían como imanes. Poco a poco se acercaban, sus cuerpos se llamaban y una llamarada incontrolable se extendía por todo el lugar, sus alientos apunto de colisionar en un beso que ambos querían.

-Mamá, no puedo dormir- una dulce voz se oyó detrás de una puerta- Sueño cosas feas- una sonrisa se formo en la cara del azabache mientras que una de confusión se apreciaba en el de ojos azules.

-Mmm... ma.. mamá?- pregunto el peliplata.

-Si Viktor, es mi hijo- el pequeño poco a poco se fue acercando a los desconocidos.

- Y el papá- dijo un Viktor cada vez más confundido.

-Es mejor no hablar de eso- una sonrisa se formo en los labios del pelinegro- ¿Quieres?

-Mmm bueno.

-Mamá ¿quien es ese señor?- Una sonrisa se formo en la cara de ambos adultos y algo se despertó en el peliplata.

-Es un amigo- el peliplata vio como en los ojos de Eros había algo más al ver a su precioso hijo, un amor incondicional- Me permite- recibió la copa que el azabache le extendía mientras que se agachaba para abrazar al pequeño.

-¿Por que no me presentas?- preguntaba el niño con su vocesita.

El peliplata se apresuro a dejar lo que tenía entre las manos en la barra y se agacho para quedar a la altura del pequeño y con sus manos lo tomo de los brazos- ¿Como te llamas?

-Yuri, ¿Y tú?- esto provoco que la sonrisa se asomara en la cara del peliplata.

-Viktor, ¿te gustaría ser mi amigo?

-¿Por qué no?

-¿Quieres jugar?

-No, quiero dormir- esto descoloco un poco a Viktor y provoco una risita en el azabache.

-Me parece que ya es un poco tarde para andar jugando- El peliplata que se había sentado en el piso se incorporo.

-Creo que tiene razón, ya debo retirarme, Yuri un gusto y encantado en conocerte. Con permiso- el peliplata tomo su abrigo y se encamino hacia la salida acompañado de sus anfitriones, antes de salir se giro- Me gustaría volver a verlos, es decir, si me lo permite.

-Esta es su casa, pienso tomar unas vacaciones, así que estaremos aquí.

-Es increíble que en unas cantas horas usted me haya impresionado tanto, esta ha sido una de las noches más felices de mi vida- ambos se sonrieron- le prometo que volverá a saber de mi muy pronto, se lo aseguro. Nos vemos- Y sin más salió.

Yuuri no pudo evitar que una sonrisa triunfal se formara en su rostro y por alguna razón le dieron ganas de bailar.

-Y tu que te trae- un moreno salía de una de las habitaciones del lugar.

-Es mío Phichito- no pudo evitar exclamar con su voz llena de felicidad- Lo vi en sus ojos, lo voy a hacer pedazos, ya veras como besa la tierra que yo piso.

-Pero Yuuri, estas...-

-Esta noche, es la noche más feliz de mi vida- Phichito lo miraba con preocupación, pero el pelinegro no podía evitar sonreír de oreja a oreja, mientras el pequeño Yuri bostezaba.

-Mamá, ¿nos dormimos.

-Si mi vida, y vas a soñar con los angelitos ¿si?- dijo con dulzura mientras besaba la cabesita rubia y estrechaba a su pequeño entre los brazos.

Nuestro reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora