"El miedo y la soledad nos pretenden acostumbrar."(Parte 1)

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-...Luces intensas de fragilidad...- susurró Gundham mientras despacio acariciaba el rostro del contrario, su piel era suave, mucho más suave de lo que el más alto hubiera creído. Kazuichi se veía visiblemente atemorizado, con sus ojos rosas bien abiertos mirándolo mientras ya estaban en su cama, él semi recostado con el contrario entre sus piernas que como a una presa le tenía custodiando, había una herida en sus labios, herida que había sido ocasionado por los dientes del mecánico...

-... Un juego infiel perverso que nos dejará...- el de cabello bicolor continuó con sus palabras que sólo lograban confundir más y más al contrario, aunque, era como si desde siempre hubiera sido así, "Hámster-chan" tenía una muy peculiar manera de hablar y él ya estaba muy al tanto de esto. Junto a sus palabras confusas se acercaba todavía más, acariciando su rostro y permitiéndole sentir su aliento -...Una enfermedad de amor fugaz...- concluyó, juntando sus labios en un beso mientras por fin Souda sentía que podía dejar de temblar.

Le fue empujando de a poco a la cama a pesar de lo fuertes y pasionales que eran sus besos, pues antes de darse cuenta se estaban besando con la misma lujuria que habían llegado a la habitación. Gundham deslizaba su lengua despacio desde la barbilla contraria hasta su cuello, deslizando el cierre del mono amarillo (¿O era acaso que era un overol?) revelando cada vez más partes de aquella ansiada piel.

Le fue desnudando así mientras ocupaba su boca, dientes y lengua en dejar una y un montón de marcas en su piel, era rápido pero ligeramente difícil el despojarle de aquella prenda, rápido porque con tan sólo quitarle los zapatos deportivos le había dejado en aquella delgada camisa blanca y sus coloridos boxers al haberle sacado el traje de una sola pieza, difícil, porque este estaba conectado con sus cuatro extremidades y le tenía que quitar de todos y cada uno.

Le miró por última vez antes de ir directo a su propio cuerpo, ambos estaban excitados y había pruebas de ellos, ambos querían continuar con eso sin importarle el daño que pudieran hacerle a la señorita Sonia...

. . .

Mientras Tanaka se quitaba la camisa para arrojarla a un lado no pudo evitar aquel cruel pensamiento, pues lo que acababa de ocurrir hacía apenas un rato con la que se suponía era su esposa golpeaba a su mente como un recuerdo sumamente doloroso...

. . .

-¡Quitas tus manos ya de mí!- había exclamado apenas había sentido el latido en el vientre de la rubia aquellos latidos, una rabia contenida que él creía que ni siquiera existía, una mezcla de emociones combinadas con el temor que al final en la agresividad injustificada había estallado. Naturalmente había sido incapaz de tocarla, lastimarla de algún modo físico, sin embargo, al haber alejado su mano con esa brusquedad demostrando lo que de alguna manera sentía... O no sentía.

Ella lo miraba con sus grandes ojos azules, era como si de alguna manera fuera a romper en el llanto en cualquier momento, callada con su boca entreabierta. Tanaka al observar esto tragó saliva, sin lugar a dudas sus palabras habían sido muy fuertes y más fuerte iba a ser lo que diría a continuación, temporalmente cegado por el millón de emociones que sentía, emociones que no eran una excusa, sin embargo.

-... Murió el deseo de estar aquí...- con una mirada fría declaró antes de tomar su abrigo como su bufanda y dejando a Sonia detrás sin palabras... No sabía que haría, en ese momento no lo sabía.

Con las manos en sus bolsillos había salido del lugar, repitiendo unas palabras por debajo de su bufanda que eran apenas audibles, palabras que de todos modos nadie escucharía; Pues las calles estaban realmente vacías.

Lágrimas de cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora