Gris

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Pleno verano, mucho sol, mucho tiempo libre y eso significaba sólo una cosa.

Pasar tiempo con Yoongi.

Se encontraba recostado sobre la cama del mayor leyendo aquel libro que le había recomendado, viendo cómo este movía sus manos por el pulcro teclado que adornaba su habitación, sin provocar sonido alguno al tener conectado unos audífonos en él.
No entendía porque nunca el mayor tocaba música libremente y siempre que se sentaba frente al instrumento se colocará los grandes audífonos.
A él realmente le gustaría escuchar aquellas melodías que Yoongi creaba cada vez que estaba en su habitación.

Si cabello ahora gris resaltaba aún más su palidez y le hacía ver incluso un poco más maduro, nunca dejando de lado su apuesta apariencia.

Desde aquella noche, no habían hablado de aquel -aquellos- beso que habían competido. Creyendo que el mayor simplemente no lo recordaba y moría por pedir que le besara una vez más. Aunque eso significará morir de vergüenza frente a él al preguntar al cosa. Sin embargo, rogaba porque el chico y él hablaran de ello, al tener miedo de perderlo por completo una vez que entrara a la universidad.

Yoongi se había graduado con notas bastante buenas y aún no decía a que postular. Aún tenía menos de una emana para mandar la solicitud si quería entrar a estudiar ese mismo año. Le preocupaba un poco que el mayor cambiara debido al nuevo mundo en el que se adentraría, pensando en que prontamente se olvidaría de alguien como él.
Esos pensamientos le habían estado consumiendo desde que se había enterado que si el chico entraba a la institución que quería, se mudaría a un piso por su cuenta. Ya no serían más vecinos, a pesar de poder verse estando en la misma ciudad. Aún así, su corazón dolía como jamás lo había hecho.

Dejando de lado el libro y caminando hasta un concentrado Yoongi, se apegó con sigilo a él para intentar escuchar algo de lo que tocaba con tanta concentración. Sin esperar que este se asustaría y dejaría de acariciar aquellas teclas, terminado por quitarse los auriculares de los oídos.

— ¿Pasa algo?...– Preguntó mirando hacia él, a lo que negó suavemente. – ¿No te ha gustado el li-

— ¿Por qué nunca me dejas escucharte? – Le interrumpió.

Los ojos de Yoongi se abrieron totalmente ante aquella frase. Jimin observó pacientemente su respuesta y guió su mirada hasta el teclado.

— Quiero escucharte...– Murmuró a la vez que hacia un puchero.

El mayor dejó que una sonrisa se colara en su rostro y se hizo a un lado del banquito en el que estaba sentado, palmando a su lado.

Jimin se acomodó con rapidez a su lado y sin preguntar tomó un audífono, colocándolo en su propio oído. Yoongi rió ante su acción y posó sus manos en las teclas otra vez, pero aún así nada sonó.

— ¿Por qué no tocas? – Le regañó Jimin, volviendo a hablar infantilmente. Ahora sentía que el peligris solo no quería compartir su música con él.

— Es que...– Suspiró bajando su mirada. –...me da vergüenza.

Lo que menos esperaba escuchar era eso. El chico que siempre parecía seguro de sí mismo, el que le molestaba, el que le hacía sorpresas, el mismo que le había robado su primer beso, tenía vergüenza de tocar el piano para él. ¿Era en serio?

— No me reiré si te equivocas. – Soltó llevando una mano a su pecho, jurando que no lo haría.

— No es eso...– Rió suavemente. – Nunca...alguien me ha escuchado...tocar. – Dijo en un susurró que a penas logró entender Jimin.

Si no fuera porque conocía bastante bien a Yoongi, diría que no le estaba mirando porque se había sonrojado...¿eso no era posible, verdad?

— Vamos~ ¡por favor! – Rogó una vez más y volvió a hacer pucheros en su dirección. Realmente quería escucharlo.

— Está bien...– Suspiró, pasando sus manos por su pantalón -seguramente secando el sudor en ellas- para volver a colocarlas sobre el teclado. – Pero no vayas a quedar demasiado sorprendido ¿bueno? – Sonrió juguetonamente, volviendo a ser el Yoongi de siempre.

Jimin asintió varias veces, totalmente ansioso.

Entonces escuchó la suave melodía que los dedos de Yoongi iban creando, generando una nueva de sensaciones en el menor.

Era tan suave...tan delicada...tan cálida...tan Yoongi.

Las manos del mayor se movían con habilidad ante el instrumento, teniendo una fluidez envidiable. No se equivocó ni una sola vez e incluso cerraba sus ojos de vez en cuando, sintiendo la música en su totalidad.
Jimin estaba más que asombrado de ver al chico siendo todo un profesional en ello. Su apariencia de chico rudo e inexpresivo, quedaba absolutamente de lado en cuando sus dedos presionaban las teclas con una delicadeza que el menor quiso sentir.
Pidiendo una y otra vez que tocará diferentes temas para él, descubrió que el peligris quería estudiar música y que además, quería dedicarse a componer. Sorprendiéndose al notar que todas las suaves melodías que le había enseñado, eran obras propias. Sintiendo en su pecho un sentimiento jamás antes vivido. Uno en el que deseaba con todas sus fuerzas, de la manera más pura, la felicidad del otro.

Y con aquel cabello gris ceniza, pudo comprobar que Yoongi tenía un talento innato por el piano y deseaba de todo corazón que los sueños de la persona que se había robado su corazón, se hicieran realidad. Aún si eso significaba que tendrían que alejarse.

Colorful Neighbour ~ YM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora