Capítulo 3

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Al llegar a casa el pequeño pelirrosa descalzó sus zapatos en la entrada. Mientras preparaba unos fideos instantáneos repasaba su día. 

No entendía que hacía pensando sobre su vida de modo tan analítico. Como fuera la cuestión, se hallaba comiendo parado frente a la ventana. La lluvia cayendo le recordaba la canción que su madre le cantaba antes de dormir.

No pudo evitar pensar en Jeonghan, el único amigo que realmente entendía su soledad. A veces pensaba en lo afortunado que era el pelilargo. En algún punto lo envidiaba. No es que Joshua fuese su tipo (demasiado tranquilo para su gusto) pero ver el amor que se tenían el uno por el otro... Parecía evidenciar que algo faltaba en su vida y eso lo incomodaba demasiado.

Extrañaba las estupideces de Soonyoung. Algo en su sonriente rostro le devolvía un poco del cariño que le hacía falta. Pero lamentablemente nunca se animó a decírselo en voz alta. Quizás por eso terminó buscando demostraciones de afecto en otro. Aunque no se arrepentía de haberlo golpeado...

Su teléfono sonaba con nuevos mensajes de la empresa. Si no entregaba su informe para mañana posiblemente terminaría desempleado. Irónicamente extrañaba al Sr. Kim ya que Choi se esmeraba en ponerle los nervios de punta. No entendía la actitud del azabache: prestarle un coche nuevo, invadir su privacidad y quedarse viéndolo como bobo no era algo a lo que Jihoon estuviera acostumbrado.

La mañana lo tomó por sorpresa. Había pasado gran parte de la madrugada terminando el trabajo. Su orgullo estaba en juego, debían aceptar su esfuerzo. Con eso en mente se dirigió a la empresa en el auto prestado del jefe idiota (nuevo apodo para el Sr. Choi).

-Buenos días, el Sr. Choi lo llama Lee- La suave voz de Sofía, la ahora asistente personal del azabache, era algo que se agradecía. Aún así el pelirrosa no pudo evitar sentir un nudo en el estómago.

-Gracias Sofía- la sonrisa de la joven lo calmó un poco. 

-Lee adelante. Páseme esos informes- la seria mirada del jefe lo escaneó de pies a cabeza. Tenía ojeras que Jihoon no había visto antes.

El silencio mientras inspeccionaba los papeles le hizo creer que sus días en la empresa estaban contados. El mayor se incorporó en su asiento.

-Enano, este trabajo no está bien. ¿Lo sabes verdad?-

La mirada de Jihoon se mantuvo altiva hasta el final. Si se iba al menos podría decirle lo que realmente pensaba del trabajo que tenía.

-En primera no soy enano, soy bajo de estatura. Y solo a un loco como el Sr. Kim se le ocurre que podría hacer un balance en tres días. Además ¿que no escuchan aquí sobre explotación laboral? No dormí para terminar esto. En todo caso la culpa es de la empresa por sus disparatadas ideas acerca de lo que un empleado solo puede hacer con un informe de este calibre. Por lo menos deberían haber dos personas ayudándome-

Los ojos de Seungcheol se abrieron en demasía mientras escuchaba al menor. Después una sonrisa curvó sus labios.

-¿Qué habrás hecho para que Min se la agarre contigo, no? ¿Acaso eres de los que llegan a la hora que les parece?-

Las mejillas de Jihoon se ruborizaron lentamente y bajó la vista.

-Ya veo- dijo Choi mientras se levantaba de su asiento. Se acercó al menor para susurrarle algo

-Ahora yo estoy a cargo. Dije que en verdad ibas a sentirlo ¿recuerdas?-

Para entonces la cara del pelirrosa cobró una tonalidad rojiza brillante sin levantar si quiera su rostro.

-Parece que llegamos a un acuerdo. Relájate. No voy a echarte. Eso le quitaría la diversión... Puedes irte enano- dijo mientras acariciaba suavemente sus cabellos.

Al menor nada de esto le hacia gracia en absoluto. Lo estremecedor de las palabras del idiota que tenía por jefe lo ponía nervioso.

-Jihoon, estas bien?- Seokmin lo miraba con desconcierto. -Tu cara está muy roja, ¿tienes fiebre?-

-No me toques, aah Dk bastaaa. Sabes que me hace cosquillas si tocas mi cuello. Jajajaa paraaa-

El Sr Choi salió de su oficina con la cara seria, mirándolos de reojo. Papeles en mano y presuroso subió las escaleras.

-Oye, ¿Qué le dijiste al jefe?-

-Nada más que la verdad. Que el Sr Kim es un tonto-

-¿Y aún sigues aquí? Vaya que tienes suerte. Parece que te haz ganado el cariño de Choi-

-Aham. Mejor vamos a trabajar -

Al terminar su jornada se dirigió al estacionamiento pero se sorprendió de ver al azabache con aquel impecable traje negro. Sus ojos se posaron sobre él y una inevitable sonrisa se formo en su cara.

-Enano, arreglé tu auto. Quedó como nuevo -

-Si, me di cuenta. Gracias por remarcar lo obvio - dijo entornando los ojos

- Pasó algo cuando me lo dieron hace unas horas. Digamos que algunas cosas cayeron del baúl y sin querer las vi.- tragó grueso como olvidando los roles jerárquicos que momentos antes estaban tan marcados.

- Son realmente lo mejor que he leído pero... ¿Por qué las letras de tus canciones hablan de tristeza, soledad y miedo a ser olvidado?-

Jihoon parecía haberse anclado al suelo una vez más. 

-Esta letra por ejemplo: 

"Realmente no lo sé, yo no lo sé. Lágrimas caen otra vez. Lágrimas sin sentido caen de nuevo. Por qué extraño al tu y yo de antes. Realmente no lo sé, yo no lo sé." 

o esta 

"Mis labios acostumbrados a llamarte. Finalmente comprendí que te habías vuelto un hábito. Quiero decir tu nombre ahora que no estás más conmigo. Porque se ha vuelto un hábito. La costumbre de llamarte. Soy incapaz de olvidarte" - Iba a continuar cuando un brusco golpe a su rostro le nubló la vista. 

-Maldito idiota- fue lo último que escuchó salir de los labios del pelirrosa que salía en su auto reparado a una muy alta velocidad.

-Levántate antes de que alguien más te vea. Seungcheol si quieres morir hay armas. ¿Qué diablos hacías?- la gran mano de Kim Mingyu lo ayudó a levantarse del suelo regado de partituras y letras de canciones.

-Yo solo... quería ser amable. No entiendo qué hice mal... Auch duele mucho...-

- ¿Conoces el concepto de privacidad? Entiendo que tus padres te tuvieron encerrado en un termo durante años pero... en serio qué esperabas... Ven te invito un trago y que alguien arreglé ese ojo se ve fatal -










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