CAPITULO I

93 2 17
                                    

Juro que lo amé con cada poro de mi piel, lo amé, lo amé.

después de él nada fue lo mismo, nada.

hasta que... te conocí.

Justo ahora, cuando sentía que la felicidad emanaba como agua por mis poros, cuando me sentía la mujer más feliz del planeta tierra, cuando me sentía segura y el miedo había desaparecido, aparece él, con una sonrisa diabólicamente sexy, un alma de encanto e inspiración en su mirada.

Pero lamentablemente "TENIA QUE SER JORGE". Y eso no me gustaba nada, en mi pasado rondaba un hombre con el mismo nombre, el cual me había hecho mucho daño, tanto, que aún me costaba trabajo rehacer mi vida y mi seguridad en mi misma.

Creo que ha notado que me he quedado ida, pero como no hacerlo, si con solo escuchar ese nombre mi alma se incendia en recuerdos, su mirada luce preocupada, tengo que reaccionar antes de que piense que estoy loca, como explicar todo esto, un desconocido que me invita un dogo en disculpa de a verme tirado el mío, en pleno parque central, como tonta al ver su mirada penetrante acepto y a la hora de presentarnos y escuchar su nombre me congelo, tengo que reaccionar antes de que no me quiera invitar ese dogo.

—Perdón, perdón, solo me acorde de algo, disculpa mi tardanza en reaccionar, es que era algo importante (para nada, pero sí horrible). —Le ofrezco una sonrisa sincera y apenada.

—No te preocupes, suele pasar, que en un momento inesperado llega como rayo la idea, recordatorio o lo que sea, también me ha pasado —dice acomodando su cabello para atrás, el cual creo que luce muy brillante y sexy, pero que estoy pensando, no, no, no y no, fuera pensamientos malignos.

—Sí, gracias a dios no soy la única que le ha pasado, ya somos dos, pronto aremos una docena no crees. —Pero que comentario tan mas ridículo, que se note que estas nerviosa ¿verdad?

—Je, je, anda vamos por el dogo, que el hambre te hace delirar.

—Claro vamos.

Ya no digo nada y nos acercamos al carrito de perros calientes, nunca en mi vida me había sentido tan nerviosa, claro, no mucho, o no como ahora. Es un hombre muy atractivo, vendito dogo difunto que me permitiste conocer a este bombón.

—Bombón, se te antoja uno, o es que al mirarme se te soltó decir ese alago.

Pero qué diablos, lo he dicho en voz alta, creo que más roja no he de poder estar.

—Ya casi te pones morada, respira, fingiré que no escuche eso ¿va?

Creo que sí puedo estar más rojita, y hasta morada, esto se está saliendo de control, el actúa con una confianza plena y eso me está matando, su seguridad es tan visible y notoria.

—Perdón, no, yo, yo solo pensaba en bombones asados, me gustan mucho, ¿a ti no? —Otra pregunta estúpida, vas a romper el record.

—Vaya, en algo nos parecemos, nos gustan también los bombones, te parece con tocino.

—Los bombones saben malos con tocino, que mala combinación. —Que gustos tan raros tiene este fulano.

—Me refería al dogo, ¿lo quieres con tocino?

—Si, disculpa. Claro, gracias. —Estoy nerviosa, lo admito, pasamos unos dos minutos en silencio esperando nuestros dogos, hasta que al se le ocurre hablar, porque yo ya no quería meter la pata una vez más.

—Y ¿cómo te llamas?, no me has permitido saber tu nombre.

—Amm... yo, yo me llamo Julieth, en español se pronuncia como Julieth, mucho gusto. —Le ofrezco mi mano en forma de saludo la cual acepta como todo un caballero y deposita un beso en ella, esto se está descontrolando, moriré aquí mismo derretida.

"TENÍAS QUE SER JORGE"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora