CAPITULO VIII

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Faltaba poco para las 7 de la tarde, hace cuatro horas me avía desocupado de hacer los trajes y vestidos que me pidieron, estaba cansada, con sueño, Marisela roncaba plácidamente desde mi cuarto, yo bebía un vaso de leche bien helado para quitarme el estrés.

-¿Hola hermosa, ya estas lista? - me llega un texto de su parte

- No, no quiero ir.

-Paso por ti en menos de 10 minutos, así que apúrate.

Diez minutos era más que suficiente para mí, pero no para Marisela, ella sí que tardaba, así que tendría que despertarla y apurarla.

—Eh Mariscahuela, pasan por nosotras en menos de diez, despierta ya. —La sacudí un poco para que se despertara.

—Déjame dormir —dijo dándose vuelta en la cama.

—Nada, ya despierta, en serio o te mojare.

—Ni te atrevas.

Se levanta y decido ir a cambiarme, me pongo un vestido azul muy hermoso, lo compre en el centro antiguo de Mexicali, la parte de arriba es de mezclilla y la de abajo bordada con dibujos de las pirámides mexicanas, con un listoncito color oro. Las convino con unas zapatillas color azul rey serradas.

Y me hago un moño sencillo, solo para no tener calor.

Y exactamente veinte minutos después llega el, nos dio diez de más, gracias a dios, maricela aparece en la sala con un vestido color verde pegado hasta media pierna, con unos botines color negro y su pelo suelto, siempre me ha encantado su pelo, es tan largo y café castaño.

Primero sale mi hermana y después salgo yo, cierro la puerta y volteo a verlo, esto es algo embarazoso. Me mira de pies a cabeza, me ve como si tuviera un ángel enfrente de él, supongo que en cualquier momento me pondré roja.

— ¿Te vas a quedar mirándome toda la tarde?

—Por mí no ay problema, te miraría todos los días. —Veo que se incomoda al verme levantar la ceja y ponerme seria- me refiero a que podemos estarnos viendo debes en cuando, a salir, si a eso.

—Tranquilo chico, ella entiende todo, verdad Julieth. —Mi hermanita siempre tan metiche como siempre.

—Sí, ahora nos vamos.

—Sí, solo una cosa, luces hermosa, guapísima. —La sensación que causan esas palabras es algo raro, a la vez que cuando lo dice y me mira, sus ojos brillan como dos luceros incendiados.

—Gracias, este, ya nos vamos. —Esto es algo incómodo, no físicamente, si no emocionalmente.

—Vámonos chicas lindas.

Salimos de mi casa, subimos a su coche y como siempre el tan caballeroso nos abre la puerta para subir.

Primero vamos a comer comida china cerca de la central de camiones, amo este lugar, la comida sabe riquísima y más sus brochetas de pollo y el arroz cantones, simplemente delicioso.

Jorge finge ser chino y debes en cuando hace bromas o pide más alhoz con acento chino según él.

Salimos de ahí y nos dirigimos a donde será el grito, ya se ve que ay algo de gente buscar estacionamiento es difícil, quedamos unas tres cuadras de retirado de donde será el evento.

—Están listas —dice acercándose a nosotras después de bajar del coche y sin permiso toma mi mano y empieza a caminar, por un momento me paralizo y el me jala para que camine—, tranquila, anda camina, solo son manos.

No digo nada y simplemente camino con el de la mano, es algo raro, una sensación excitante y pacífica, una locura, puedo ver como Mariscas (el apodo de mi hermana) nos toma fotos desde atrás, después se adelanta y como toda una profesional toma foto tras foto, Jorge sonríe y hace muecas, mi timidez la echo a la basura y decido disfrutar el momento, empiezo hacer muecas y ponerle cuernos con los dedos, después sin esperarlo el me levanta en sus brazos y después me da un beso en la mejilla, rio de su inmadurez, y pataleo para que me baje.

"TENÍAS QUE SER JORGE"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora