Ya estaba mucho más grande para el quinto mundo... tendría doce o trece años. Aunque no estoy seguro de que eso fuera un mundo.
Ese día acompañé a mi madre al supermercado a hacer la compra y una canción pasaba por mi mente, una canción que nunca había escuchado pero que conocía, una que hablaba de mi, de ti, de nosotros, de ellos, del mundo, de todo y de nada a la vez.Llené la parte de atrás de la lista de mercado con la letra de esa canción a medida que se me iba ocurriendo. El espacio no fue suficiente, así que la continué en la factura de compra. Guardé la letra en el bolsillo de mi pantalón, pero se perdió en el olvido y seguramente en la lavadora.
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El mundo que no destruí
ContoA lo largo de mi vida construí muchos mundos para expresarme y poder encajar, todos ellos terminaron rotos sin oportunidades de surgir. Excepto uno, el único que no destruí.