{AU: Hanahaki ; Narutoverse}
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Segunda parte: Dalias violetas.
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Cuando Shisui tenía quince años había padecido de una extraña enfermedad de la que nadie del clan Uchiha sabía. Shisui no era estúpido, sabía que nadie podía escupir flores porque sí. Al principio había creído que se traba de algún jutsu o maldición, pero terminó acudiendo a los expertos en flores: los Yamanaka.
Hanahaki, le había mencionado la mujer más anciana del clan, el amor que sientes por esa persona es fuerte y crece día a día.
Le habían entregado una infusión que debía tomar todos los días para evitar que los pétalos violetas delataran su condición, además de que evitaba que muriera ahogado por la noche; ya sea por los pétalos o por la incesante tos que repentinamente lo atacaba.
Casi seis años después veía a Itachi padecer lo mismo, pero con orquídeas blancas. Y esa no era la única diferencia que había, además del tipo de flor, era que él sabía a quién amaba con fuerza y reafirmaba tal amor día tras día. Conoció a Itachi cuando tenía diez, y a los quince supo que estaba enamorado de él.
Sonrió, mirando la biblioteca que dejó atrás junto a la pequeña comadreja. Esperaba que Itachi captara la indirecta.
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Retrocedió las páginas del libro con rapidez, llegando al instante a la letra D para comenzar a buscar lo pedido.
— Dalias violetas—leyó Itachi, mientras señalaba con el dedo la oración—. Amor fuerte y que todos los días se fortalece... ¿Shisui ama a alguien?
Y volvió a toser con la única diferencia de que esta vez no habían pétalos, sino flores pequeñas y amarillas. Cada vez estaba más confundido, pero decidió buscar alguna imagen de la nueva flor, y una vez tuvo el nombre, la buscó en el libro de significados de las flores.
— ¿Celos?—exclamó casi incrédulo— ¿Los jacintos amarillos indican... celos?
¿Estaba celoso de la persona a la que Shisui amaba? No, aquello no tenía sentido. Es más, ¿qué hacía leyendo este tipo de cosas? Debía de inclinarse por el lado del raciocinio y dejar los libros de florecitas para otras personas. El grueso libro de medicina pasó a ser su centro de atención y perdió la noción del tiempo en cuanto comenzó a leer.
Los hombros le dolían por la postura incómoda e inclinada en la que había estado leyendo por... no tenía idea. Tomó los libros y los guardó en sus respectivas secciones, sin embargo al momento de dejar el de floriografía dudó, terminando por llevárselo con un suspiro en el medio.
Abandonó la biblioteca con el libro en mano y elevó sus ojos negros al cielo, calculando que faltaba poco para que la noche hiciera aparición. Cubrió su boca con la mano y tosió un par de veces, volviendo a expulsar más flores; cada una distinta a la otra.
Jacintos amarillos, orquídeas blancas y se sumó una rosada que identificó como una peonia, si la memoria no le fallaba su significado era...
Abrió sus ojos al comprender todo. Hanahaki, las flores y las emociones. Absolutamente todo.
Echó a correr entonces al barrio Uchiha, expulsando pétalos de margaritas blancas y rosas que no se molestó en cubrir. Había algo mucho más importante que pararse a pensar en el significado de aquella última flor.
Encontrar a Shisui era su prioridad.
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Drabbles {3} | ShiIta.
Hayran KurguHistorias cortas del ciego y la comadreja; {AU; Canon; Yaoi}