3.- Oportunidad

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Todo era solitario, vacío. Hace ya mucho que este sitio estaba solo, yo era el único.
Estaba sentado en el vacío, con solo los recuerdos de la vida y la no vida que tuve en la tierra. Marina decía que habían pasado años y a pesar de que aquí el tiempo no existía, mi alma sentía décadas de encierro. Si no fuera por las visitas de Marina, este lugar me llevaría a la locura, aunque prefería una eternidad en el vacío del cero a las perversiones de los niveles más bajos, y como el paraíso estaba prohibido para mi y los que son como yo, asumí mi destino. No me quejaba, porque esto era lo que me merecía, sí, yo había ayudado a mucha gente, pero la muerte me seguiría por siempre.
La muerte. Estuve muerto por muchos años, incluso antes de llegar acá, incluso antes de convertirme. Muchas veces maldije mi naturaleza, pero ahora que retrocedo y he tenido tiempo para pensarlo mejor se que fue una bendición. Ella me dio tiempo en la tierra, para comprender, para intentar reparar mis errores, para redimirme.
Cuando uno comete errores tan malos como los míos, en algún momento llega el arrepentimiento. El arrepentimiento fue mi salvación y mi condena, porque con él vino la culpa, la culpa me siguió, los remordimientos permanecieron y nada ni nadie pudo llevárselos. Incluso ahora, la culpa me hace saber que yo merezco la peor de las condenas: la soledad.
Marina apareció de la nada, me dio una de sus sonrisas, pero ella llevaba mucho tiempo viniendo como para reconocer la tristeza de sus gestos. Se acercó, con la pena en el rostro y cuando llego a mi lado pude ver las lagrimas que no vi desde lejos. Ella sufría, algo la atormentaba y había venido a mi para que la consolara como lo había hecho ya repetidas veces. Mi pobre Marina, un corazón como el de ella no debería sufrir tanto y mucho menos por las barbaridades de otros. Pude ver cuando se lanzó a mis brazos y la sostuve que esta vez era distinto, su pena no era ajena, ella sufría su propio dolor. Me abrazó fuerte, temblaba en mis brazos y sus sollozos eran tan fuertes que llenaba este vacío infinito. Mi corazón sufrió por ella, si yo pudiera hacer cualquier cosa para hacer su sonrisa permanente, no lo dudaría no dos segundos.
-Nic- dijo entre lagrimas mientras me apretaba más fuerte contra ella. Yo la acune entre mis brazos, como al bebe que nunca tuve y que nunca merecí si vamos al caso. Tanta agonía en una sola palabra, tanta desesperación.
-¿que paso florecita? ¿que está mal?- Ella me miró con sus enrojecidos ojos, abrió la boca para responder y su labio tembló. Otra oleada de llantos siguió y lloró mucho tiempo antes de poder hablar. Luego de otra eternidad, ella se apartó de mi, se sentó al frente, secó sus lagrimas y con la cabeza gacha comenzó.
-Todo está mal Nic, el orfanato se ha quemado y ellos están muertos. Los envié al Nivel 7 y yo no puedo ir allá con ellos- Su voz se quebró para comenzar una nueva oleada de lagrimas. Mientras ella intentaba recuperarse nuevamente, yo procesaba sus palabras. En el momento en que comprendí que ellos eran Fil y Sofía ella habló de nuevo con una voz mucho más ronca.
-Yo sabía que estaban juntos, lo descubrí hace mucho. Pero si yo los dejaba, tenía miedo que me dejaran sola. Oh Nic, yo soy una egoísta y ahora lo que más temía se ha hecho realidad. Y sabes lo que es más triste, es que ellos pensaban en mí. Sofía solo podía mirarme con arrepentimiento, ella acababa de morir y solo pensaba en que yo había descubierto su traición...- De la nada, las carcajadas comenzaron. Estaba en shock.- Su traición Nic. Eso es lo que ellos creían que era. ¿ Como amar a otro puede ser una traición? Fue horrible Nic, yo no sabía cómo juzgarlos sin empezar a llorar y rogarles perdón.-
Yo solo pude mirarla, estuvimos en silencio mucho tiempo. Ella ahora estaba sola en el mundo al que la habían condenado solo para que pudiera hacer bien su trabajo, un trabajo que ella no había pedido. Yo los odié a todos en este momento, primero a ese maldito viejo engreído y a su hijo frustrado que habían condenado a mi Marina a esta agonía, segundo a todos esos demonios y ángeles que solo la juzgaban y criticaban; mi rabia se lanzó ahora hacia los humanos, todos y cada uno de ellos. Primero a los malvados con los que alguna vez compartí nivel, porque le hacían ver los horrores del mundo y luego a los inocentes, que la hacían llorar cada vez que morían porque ella podía ver y sentir sus penas como si fueran propias. Los culpé a todos, los odie a todos y luego a mi que solo podía escuchar y no darle solución.
¿Cuantas veces ella había venido a mis brazos para llorar por esa mujer que había perdido a sus hijos en un accidente, o al niño que había muerto golpeado por sus padres? Y las masacres, esas eran las peores: niños con esperanza y futuro, asesinados por cosas que nunca entenderían. Marina era mejor que un ángel, sufría por todos, se compadecía de todos, incluso de los más viles. Y yo, solo podía escuchar y odiar. Me sentía mal, ella no merecía que yo sintiera esto por ella, si yo sentía odio por ella, entonces yo no la merecía. Cuando la rabia se fue de mi sistema y sus lagrimas se detuvieron fui capaz de acercarme a ella nuevamente.
-Shhh florecita, todo irá bien, lo solucionaremos.- dije mientras acariciaba su coronilla. Ella levanto su cabeza y descubrí que su dolor ahora era desesperación.
-¿como? Ya no tengo a donde ir, no tengo amigos, no tengo familia, ni siquiera tengo dieciocho años. Solo este maldito agotador trabajo.- Sí, su maldito trabajo. Pero ella no lo creía así, a pesar de sus recientes palabras ella creía que era necesaria para el equilibrio en este mundo y yo no le iba a decir lo contrario.
-Tu trabajo es una bendición florecita, sobre todo si eres tu la que lo hace- Pude ver el rastro de una sonrisa en su cara tras estas palabras, pero se puso seria nuevamente.
-Nic, ese no es el punto. El punto es que cuando vuelva no tendré donde ir, nadie quiere a una chica de 17 años que no sirve para nada más que para llorar por los pasillos. Estoy sola- Sola, como lo estuvimos muchos de mi tipo en un tiempo hasta que fundé el refugio. El refugio, el refugio, el refugio: eso es.
-Tengo una idea, un lugar al que puedes ir y te recibirán. Marina, no te recibirán con los brazos abiertos, pero allí nadie te juzgará- La esperanza cruzó sus ojos, ella no quería estar sola sin importar qué. Aunque estuviera rodeada de gente que la odiaba, ella prefería su compañía.
-¿me estas hablando del refugio?.- Diablos era tan inteligente, lo adivinó al segundo. Asentí con la cabeza.-No me aceptaran allá, no soy uno de ellos- Dijo en un susurro. Tome sus rostro entre mis manos y la obligue a mirarme directamente a los ojos.
-Lo harán. Yo te recomendaré, les exigiré que te acepten, maldita sea. Necesito papel y lápiz y todo se solucionará. Ya lo verás, confía en mi- Ella me evaluó, buscando la mentira en mi mirada. No la vio, pero la duda seguía.
-Nic, no sabes como te lo agradezco, pero ellos son monstruos, como tu. Ósea no como tu, pero ellos son malvados.- Suspiró.- Tu sabes a lo que me refiero. La miré reprobatoriamente.
-Marina, sin prejuicios. No todos son malvados, yo no soy la única excepción y tu lo sabes. Y déjame decirte que la mayoría de los que son como yo están ahí. Además así puedes juntar almas para tu proyecto y sacarme de este nivel 0.- Ella me miró con un poco de arrepentimiento y luego por fin sonrió. Otros hubiesen creído que los estaba utilizando, pero ella solo se alegraba de poder darme mi libertad, ella era la bondad con pies y cabello. Yo lo sabía.
-Gracias Nic, aquí tienes- Ella me dio lápiz y papel, su mano aun temblaba. Lo ignoré y me puse a escribir mientras ella se limpiaba el rostro enrojecido por el llanto. Cuando terminé las cartas ella ya estaba tranquila, con una sonrisa y esperanza en sus ojos. Era un placer poder ayudar a un ser tan bueno. Si tuviese que bajar 10 niveles para ver su sonrisa, yo lo haría. Le entregué las dos cartas y ella se aferró a ellas como si su vida dependiera de ello.
-La primera es para Melanie y la segunda es para el consejo del refugio. Ve al refugio y le entregas las dos cartas a Melanie. Ve con tus maletas, no le des tiempo para meditarlo. Tu ya sabes como es ella.- Mi florecita sonrió una vez más, guardó las cartas y me abrazó.
-Gracias de nuevo Nic, no se que hubiese hecho sin ti. .- Dijo contra mi pecho.
-Una niña tan linda no debería sufrir tanto, déjame ver mas seguido esa sonrisa florecita.- Ella se alejó y me dedicó una ultima sonrisa para recordar hasta su próxima visita.
-Adiós Nic-
-Adiós-

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