2.-Muerto

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Abrí los ojos esperando ver algo, pero no había nada, no es que estuviera oscuro, solamente no había nada. Intenté no alterarme, no entrar en la desesperación, pero de esos sentimientos tampoco había nada.

Había muerto, recordaba mi últimos segundos en el incendio claramente. Recordaba correr a través de las llamas para llegar a ella y sacarla de ese infierno. Yo quería salvarla y no poder hacerlo es de lo único que me arrepiento.

Estoy muerto, estoy muerto y ahora que lo sé, todas esas cosas que nos impidieron estar juntos son nada, solo tonterías. ¿Porque tardé tanto en decirle que la amaba? ¿Por qué no tuve el valor de decirle a Marina que la quería solo como una amiga, como a una hermana, del mismo modo que Sofía la quería?. Que aunque yo sabía que ella era la persona mas buena del mundo nunca podría llegar a amarla como amo a Sofía. Estoy muerto y ahora que lo se, espero que ella también lo esté. Por favor quiero volver a verla ¿pero dónde? ¿Dónde estoy?

-¿Sofía dónde estas?- susurré por lo bajo.

Lejos pude ver una sombra, aunque yo no estuviera en la luz. No estaba en ningún sitio, veía y no veía, solo al hombre que se acercó a mi.

-Fil, numero 34578231ADC, sígueme.-

Sin pensarlo dos veces, lo seguí. ¿Qué otra cosa podía hacer? Un centenar de preguntas pasaron por mi mente ¿cómo sabe mi nombre? ¿de donde saco ese numero? ¿dónde estaba Sofía? ¿dónde estaba todo el mundo? Lo seguí, con la esperanza de que me llevara a algún lugar donde pudiese responder todo, lo seguí, pero no sabía donde. Luego de años y segundos me detuve frente a una especie juzgado y noté que el hombre había desaparecido.

Solo habían cuatro personas: dos hombres sentados observando, una chica frente a lo que parecía un juez, luego descubrí que el juez también era mujer.

Sentado estaba un hombre que parecía bastante viejo y joven al mismo tiempo. No tenía arrugas, pero su cabello era plateado y largo y su rostro mostraba tanta madurez que pareciera como si hubiese vivido una eternidad y supiera todos los secretos del mundo. Al otro extremo se encontraba un chico, como de mi edad, su pelo era negro y era muy pálido. Ambos estaban sentados, observando a las dos chicas frente a ellos, el anciano parecía preocupado y el chico se veía divertido. Algo le hacía gracia. Ellos observaban la conversación de las dos chicas.

La que estaba de espaldas a mi, escuchaba a la otra. Era baja y tenía el pelo largo y negro, sedoso como el de Sofía. Estaba tiritando y al recordarme tanto a Sofía, tuve que contenerme para no avanzar hacia ella y abrazarla para tranquilizarla. La otra también era menuda, su rostro se me hacía familiar. Enfoqué mi mirada hasta que me di cuenta que no era otra que ¿Marina? oh por dios, la chica hablando era Marina, estaba en una mesa con muchos papeles frente a ella y un ordenador. Me concentré en escuchar lo que decía, pero no había sonido, solo su boca se movía. La otra chica escuchaba con la cabeza baja. Marina me miró, su rostro era serio, emanaba una cierta autoridad, nunca la había visto poner ese rostro. Cuando me miró la otra chica se dio la vuelta y me sorprendió ver el rostro de Sofía. Así que ella también estaba muerta, de manera increíble no sentí tristeza por su muerte, solo este pensamiento vino a mi mente: podríamos estar juntos.

Me acerqué, pasando entre los dos hombres hasta llegar al lado de Sofía donde tomé su mano mientras saludaba a Marina.

-Hola Marina- ella apenas me miró de nuevo. Fijó su mirada en Sofía y le habló de manera dura y faltaba esa mirada dulce que siempre la caracterizó.

-Muy bien. Sofía, numero 34578445FGH. Diecisiete, 789676375M, 12334998 B.A., 0A, 20 M.A, Nivel......7- apenas dijo esto, Sofía se desvaneció. Intenté no entrar en pánico, pero me fue imposible.

-¿donde se fue? ¡¿que el hiciste?!- Grité exasperado. Marina solo me miro un segundo y siguió hablando.

-Fil, numero 34578231ADC. Diecisiete, 78665552524M, 876549999 B.A, 0A, 10 M.A, Nivel.....7.- Dicho esto me lanzó la mirada más fría que jamás haya visto en nadie y que jamás pensé ver en ella. Luego esbozó una sonrisa más fría aun.-Felicitaciones, quedan juntos.- Antes de que pudiera preguntarle de que diablos estaba hablando, todo cambió...

Ahora estaba en un prado lleno de gente, lleno de voces. Era extraño, todos estaban ahí, todos hablaban al mismo tiempo pero el ruido no era molesto como cuando estas en una multitud. El lugar era maravilloso y daban ganas de quedarse observando cada detalle por horas, pero lo único que vi fue a ella. El rostro de Sofía sonriente me daba la bienvenida, la despreocupación y la felicidad me invadió en un segundo y entonces lo entendí: estaba en el paraíso.

IUDEXWhere stories live. Discover now