4.- Antiguas amistades y una deuda eterna

2 0 0
                                    

Cuando se es inmortal, se pierde la noción del tiempo y un siglo podía sentirse como una década si habías "vivido" los años suficientes. Lamentablemente, Melanie sentía que las pocas horas que llevaba ordenando papeles y haciendo llamadas como un milenio y a pesar de que ella era lo bastante vieja, un milenio era demasiado tiempo. Su cuerpo no podía sentirse cansado, pero su cabeza iba a explotar en cualquier momento. Empujó su silla hacia atrás con las piernas y cuando chocó con el muro que estaba a su espalda, se levantó. Caminó hacia la ventana que daba al claro subterráneo y decidió que era tiempo de un descanso. Llevaba demasiadas horas resolviendo los problemas de los protegidos sin ayuda alguna y si nadie se lo agradecía ella misma de iba a consentir con un baño de espumas y una copa de vino. Justo cuando ya estaba fantaseando con el agua caliente, tocaron la puerta.

-Adelante- dijo con un suspiro-las burbujas tendrán que esperar. Más problemas seguramente, estaba segura que cada vez que golpeaban su puerta nunca llegaban con buenas noticias. Ric asomó la cabeza por la el umbral con una cara de completa confusión.

-Señora, alguien desea verla- Dijo Ric en un tono de voz muy acorde con su rostro. Melanie se limitó a levantar una ceja y decir:

-¿y que esperas para hacer pasar las malas noticias? Porque con esa cara buenas no pueden ser. ¿Fueron acaso los vampiros, una bruja o acaso los lobos se volvieron a poner posesivos con esa tal Amanda?- Ric la miró a los ojos, bajó la vista, suspiró y volvió a mirarla. Hizo una mueca con la boca y luego se dignó a dar explicaciones.

-Se que esto va a sonar completamente extraño, pero esto no tiene nada que ver no con vampiros, brujas o Amanda. Las malas noticias, como usted las llama en realidad es una ella. Y ella es...humana señora.- Melanie alzó la ceja aun más, si es que eso fuera posible mientras Ric hablaba y cuando dijo la ultima frase sus cejas se juntaron mostrando su confusión. ¿Humana? ¿Cómo una humana llegó hasta aquí? Eso era imposible. Si no fuera porque Ric era demasiado serio, pensaría que esto era una broma. Bueno, broma o no, había que solucionarlo.

-Dile que pase Ric, y no hables de esto con nadie. ¿entendido?-

-Sí señora. Tiene mi discreción.- No sabía por qué había dicho eso. Ric siempre era discreto, por eso era el encargado de escoltar a las visitas. ¿Una humana? ¿Quien podría ser? ¿Que quería una humana con ella? ¿Qué estaba haciendo una humana en el refugio? Seguramente, era un suicida. Mientras divagaba, sintió unos pasos acercarse e hizo el mayor esfuerzo por cambiar su cara de desconcierto a una seria. La puerta se abrió y la humana entró. Cuando Ric le dijo que había una humana en el refugio, esperaba aunque fuera una mujer, no a una niña. Era delgada y estaba muy mal atendida, llena de barro y agua. Bajo toda la mugre, se podían ver sus ojos marrones, su piel de café con leche y su largo cabello castaño. Era una humana, pero no una humana normal, eso era obvio. En primer lugar ningún humano normal tendría conocimiento del refugio, ni menos su ubicación. Por otra parte, un humano normal estaría temblando de miedo y uno valiente tendría una mirada desafiante. Ella no estaba aterrorizada por hablar con un vampiro o encontrarse en una isla lleno de ellos. Su mirada era de incertidumbre, bastante tímida, pero había una profunda sabiduría en ella. Sus ojos mostraban conocer muchos secretos. Melanie había conocido unos ojos como esos, décadas atrás. Solo un pensamiento vino a su mente: No puede ser.

La conmoción duró unos segundos, Melanie aclaro su garganta y se dirigió a la niña humana.

-Toma asiento por favor. Mi nombre es Melanie.- La niña se acercó con demasiada timidez. Miró la silla, miró su ropa, hizo una mueca y dijo:

-Gracias Melanie, pero no quiero arruinar tu silla.-

- Debes estar cansada, no te preocupes....-

IUDEXWhere stories live. Discover now